Desde principios de agosto, tras dos años sin su contenido permanente debido al desarrollo de varias exposiciones temporales, las salas VIII (El resurgir del siglo XX) y IX (Arte contemporáneo) por fin vuelven a lucir sus galas de siempre, aunque con algunos retoques.

Hemos aprovechado la mudanza para llevar a cabo una necesaria renovación del discurso expositivo, centrada en este caso en el contenido de la sala VIII.

Así, Rodríguez-Acosta y su La hora de la siesta, tan relajada y entrañable, cede lugar a El velatorio, de López Mezquita, cuyo tremendo cortejo festivo que acompaña al entierro de un recién nacido solo ha tenido que moverse unos metros, ya que hasta entonces proyectaba toda su potencia dramática en la sala VI.

En la pared opuesta, El melero de la Alpujarra y "El retrato del poeta Carulla", los curiosos personajes representados por Morcillo, dejan paso a otras dos obras. El dios de la fruta, también del genial retratista granadino y que ya estuvo expuesto en la sala VII, posa voluptuoso junto al recatado "Consejo de viejas", pintura costumbrista de un joven Manuel Ángeles Ortiz, autor más vinculado con el arte contemporáneo de la sala IX pero que en sus comienzos bebió de las mismas fuentes artísticas que los pintores exhibidos en esta sala VIII.