Propuestas de recorrido
El Museo de Bellas Artes de Córdoba se compone de seis salas, además de la Casa Romero de Torres, donde vivieron y desarrollaron su labor como directores y conservadores del museo tres generaciones de esta familia, entre 1862 y 1991. Este edificio solo es visitable de manera parcial en determinadas épocas del año, fundamentalmente en el mes de mayo, con motivo de la Fiesta de los Patios de Córdoba.
De las salas del museo propiamente dicho, a excepción de la Sala de Dibujos y Estampas (Sala I), cuya exposición tiene siempre carácter temporal, la restantes cinco salas se recorren desde la planta alta a la baja, para poder entender la evolución cronológica de las colecciones que muestra, dedicadas a la pintura y la escultura cordobesa de los siglos XIV al XXI. Se estima una duración aproximada para la visita de entre 40 y 60 minutos.
La Sala I, que abre el recorrido, ha sido acondicionada con objeto de poder presentar el variado repertorio de obra sobre papel que conserva el museo con las máximas garantías de seguridad y conservación, ya que la acción degradante que fundamentalmente la luz ejerce sobre este tipo de obra, supone el que su exhibición haya de hacerse con carácter temporal, por lo que en ella rotan periódicamente exposiciones que normalmente presentan una unidad temática.
En la Sala II se exhibe el Arte cordobés medieval y renacentista, pudiéndose admirar un variado repertorio de obras realizadas entre los siglos XIV y XVI que arranca de la denominada "escuela primitiva cordobesa" y que hasta entroncar en la segunda mitad del XVI con Baltasar del Águila, tuvo en Pedro de Córdoba, Pedro Romana y Alejo Fernández a sus más genuinos representantes. En ella se exhiben dos fragmentos de pinturas murales de mediados del siglo XIV procedentes de la primitiva Catedral de Córdoba, un San Nicolás de Bari de Pedro de Córdoba, una Virgen con el Niño de Pedro Romana, el Retablo del Maestro de la Flagelación procedente del desaparecido Hospital de Antón Cabrera, el famoso Cristo atado a la columna con San Pedro y donantes de Alejo Fernández, varias obras de Baltasar del Águila y una escultura atribuida a Bartolomé Ordóñez.
La Sala III está dedicada en exclusiva al Arte manierista cordobés y muestra obras de los más destacados artistas locales que llegarían a enlazar con el naturalismo del siglo XVII. Entre ellas una Virgen rodeada de ángeles de Pablo de Céspedes, varios cuadros de singular tamaño -Asunción de la Virgen, Martirio de San Pedro de Verona,etc.- de Juan de Peñalosa, su principal discípulo, y obras del Hermano Adriano, Antonio Mohedano de la Gutierra, Cristóbal Vela Cobo, o Agustín del Castillo, padre del célebre Antonio.
La Sala III no muestra actualmente dichos contenidos. Desde el año 2022 se mantiene como sala de exposiciones temporales.
En planta baja, y ubicada en lo que fue capilla del antiguo Hospital de la Caridad, la Sala IV se dedica al Arte barroco cordobés. En ella, destaca como figura principal Antonio del Castillo Saavedra, con varios lienzos entre los que sobresalen el llamado Calvario de la Cárcel, El bautismo de San Francisco, La imposición de la casulla a San Ildefonso y varias procedentes de la escalera del convento de San Pablo, así como varios de concepto paisajístico. Junto a él sobresale la presencia de Juan Valdés Leal, con su famosa Virgen de los plateros y Juan de Alfaro y Gámez, con obras como el Retrato de Bernabé Ochoa de Chinchetru y El nacimiento de San Francisco de Asís. Otras figuras destacadas de las que también se muestra obra son Juan de Mesa o Juan Antonio de Frías Escalante.
La Sala V está dedicada a presentar el Arte cordobés de los siglos XVIII y XIX, pudiendo recorrerse una amplia secuencia que comienza en el barroco dieciochesco y finaliza en el realismo de finales del siglo XIX. La sala arranca mostrando obras de José Cobo de Guzmán - Ángel de la guarda y El nacimiento de San Pedro Nolasco; y continúa con varias de Antonio Palomino y Velasco, oriundo de Bujalance (Córdoba) y de tanta importancia para el arte español de su tiempo, del que destacan una Inmaculada perteneciente al Museo Nacional del Prado, un Salvador o una Huída a Egipto. De este momento se exhiben también obras de artistas como Pedro Duque Cornejo, Miguel de Verdiguier o Antonio Fernández de Castro.
Respecto al siglo XIX, destaca en especial el conjunto de obras de Rafael Romero Barros -Bodegón de naranjas, Chicos jugando a las cartas, Mora en su jardín o Domingo en Córdoba a orillas del Guadalquivir-, que tratan de presentar al espectador todos los géneros que el artista tocó. También de sus principales discípulos, como su propio hijo Rafael Romero de Torres -El albañil herido y Colón saliendo de la Mezquita- y Tomás Muñoz Lucena - Retrato de Rafael Romero Barros y Las gallinas - , pudiendo admirarse finalmente, obras de los hermanos Garnelo y Alda o François Antoine Bossuet, pintor belga romántico del que se exhibe una típica Vista de Córdoba con la fachada al Guadalquivir como protagonista.
El recorrido finaliza con la visita a la Sala VI, dedicada al Arte cordobés del siglo XX, en la que cobra un protagonismo especial la obra de Mateo Inurria Lainosa, escultor cordobés que llegaría a obtener un amplio reconocimiento, y del que se muestra una panorámica de toda su trayectoria, en la que destacan piezas como Un náufrago, Séneca, Lagartijo, Ídolo eterno, Forma, La parra o Las tres edades de la mujer. Junto a él se exhiben esculturas de Ruiz Olmos, Enrique Moreno, Juan Serrano, Equipo 57 y Juan Zafra.
Al lado de la escultura, la pintura cordobesa también muestra los principales hitos de una evolución que comienza con la obra de primera época de Julio Romero de Torres -Mal de amores, Bendición Sánchez o Pereza andaluza-, continúa con diversas obras de Pellicer Galeote, García Guijo, Pedro Bueno y Ángel López-Obrero, Miguel del Moral o Ginés Liébana, para finalizar presentando otras de Cristóbal Povedano, Equipo 57, Pepe Morales, Pepe Duarte, Rita Rutkowski, José María Báez, José María Córdoba, Julia Hidalgo o Antonio Bujalance.