Propuestas de recorrido
El museo propone a los visitantes tres recorridos por sus instalaciones. En primer lugar, el itinerario principal, sala a sala, partiendo del patio central y ascendiendo por la escalera a las distintas plantas. En segundo lugar, el visitante puede optar por una visión temática o puramente cronológica, gracias a la flexibilidad de su planteamiento museográfico. Por último, se propone una tercera opción consistente en la visita al propio edificio por su valor arquitectónico, centrándose en la singularidad del torreón, patio y jardín que tiene la casa, llamando la atención sobre su concepción espacial como vivienda típica granadina.
Dado el carácter de los fondos del museo y la época a la que mayoritariamente pertenecen, el siglo XIX, se ha optado por centrar el discurso de la exposición permanente en este periodo histórico, con la intención de poder ampliar este límite cronológico en el futuro y siendo conscientes de que siempre es posible usar la sala de exposiciones temporales como complemento para ampliar con detalle los múltiples aspectos del discurso museográfico.
En el recorrido principal por la colección permanente no se ha seguido un criterio cronológico sobre el siglo XIX, sino que se ha planteado la visión de este siglo a partir de los grandes temas que, constantes a lo largo del siglo, han marcado la identidad de Granada.
Así, la sala I inicia el recorrido con un acercamiento a la imagen de la ciudad, trasmitida a lo largo del tiempo por multitud de artistas que han contribuido a fijarla, no sólo a nivel local sino en todo el mundo. En las siguientes dos salas se explica un elemento básico en la comprensión de este momento histórico de la ciudad, el Orientalismo, que contó en Granada con un punto de atención de fama internacional, la Alhambra. Complemento de las anteriores es la sala IV, dedicada a recordar a los viajeros que llegaron hasta Granada a lo largo del XIX. Viajeros tanto extranjeros, como Washington Irving, del que se expone un retrato, como españoles.
Las salas V y VI se centran en las artes industriales granadinas: los barros, el trabajo del metal, los tejidos alpujarreños, los faroles de latón y, por encima de todas ellas, la cerámica de Fajalauza. El costumbrismo ocupa también un lugar destacado en la cultura española del XIX, lo que se refleja en la sala VII, donde son protagonistas los mitos raciales del pueblo español, con especial referencia a Granada: el torero granadino Frascuelo (c. 1885), los aguadores del Avellano, los gitanos de las cuevas del Sacromonte, etc.
En la planta inferior, la sala IX recrea un salón decimonónico, con retratos femeninos de artistas granadinos y referencias documentales y gráficas a las más relevantes mujeres de la vida granadina del momento. Estas imágenes se repiten en la sala siguiente, junto a otros testimonios de la vida cultural de la ciudad del XIX: carteles teatrales, folletos, fotografías e impresos; sin olvidar las tertulias como La Cofradía del Avellano, representada a través del retrato de Ángel Ganivet. La sala XI documenta, gracias a la prensa, la evolución histórica de Granada, desde la invasión napoleónica hasta los cambios sociales y urbanísticos experimentados en la ciudad en torno al año 1900. Y cierra este recorrido la sala XII, donde la fiesta mayor de la ciudad, el Corpus Christi, es la protagonista de carteles y litografías.
Conociendo la riqueza de la colección expuesta resulta fácil proponer o emprender otros recorridos o visitas desde otras perspectivas, como una visión puramente cronológica o la posibilidad de seguir la historia y evolución de diversas técnicas artísticas como la estampa o la fotografía.
Por último, es muy recomendable una visita en la que el protagonista sea el edificio comenzando por los espacios del museo que recuerdan su pasado como palacio de Gil Vázquez Rengifo y posteriormente de los Granada Venegas o marqueses de Campotéjar, del que se conserva el zaguán con pinturas de animales en el techo; siguiendo por la escalera principal, donde se exhibe una colección de retratos de reyes españoles de la Casa de Austria procedente del Generalife; la pequeña escalera del siglo XVI con pinturas murales de las Virtudes; y, por último, la Cuadra Dorada, salón principal del edificio, que conserva restos de pintura mural y un rico alfarje de madera decorada con relieves de los más importantes personajes de la historia de España hasta el reinado del emperador Carlos V.
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