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Triana

Emilio Sánchez Perrier (Sevilla, 1855 - Alhama de Granada, 1907)
Triana, hacia 1888 -1890
Óleo sobre lienzo, 68 x 122 cm
Adquisición Junta de Andalucía (1999)

Procedencia

Mercado de arte. Sevilla

Comentario

La personalidad de Emilio Sánchez Perrier, pintor sevillano de la segunda mitad del siglo XIX, es de singular importancia para la historia del paisajismo y no sólo en Sevilla, como lo demuestran sus obras en colecciones extranjeras y los galardones que alcanzó en su época. En el ambiente local su figura resulta decisiva en los orígenes del paisaje realista. Considerado como el fundador de la llamada "Escuela de Alcalá de Guadaíra", se convierte en el punto de referencia de paisajistas contemporáneos y de generaciones posteriores. En cuanto al ámbito internacional, su obra se ha equiparado con las más logradas del paisajismo de raíz plenairista. 

Se había formado en la Academia de Bellas Artes local con maestros como Joaquín  Domínguez Bécquer, Manuel Barrón o Eduardo Cano, pero fue uno de esos pintores que como antes Villegas o posteriormente otro destacable paisajista, José Arpa, traspasaron pronto las fronteras para conocer el ambiente internacional. Realizó varios viajes a París, donde se vinculó a los salones oficiales y académicos y entró en contacto con el paisajismo realista del momento, recibiendo la influencia de Corot y de la llamada "Escuela de Barbizón".  Venecia, Bretaña y Marruecos fueron así mismo destinos fructíferos para la producción del pintor. Su posterior trayectoria artística se enmarca dentro de la peculiar visión de la realidad que había iniciado en España Carlos de Haës, su maestro en Madrid, y desarrollado Martín Rico, al que tuvo la oportunidad de conocer personalmente. A estas influencias se sumaría la recibida directamente de Fortuny, cuya pintura tendrá una particular repercusión en las posteriores obras de temas orientalistas que realizaría el pintor.

Las obras sevillanas de Sánchez Perrier son producto en gran parte de sus frecuentes visitas a los alrededores de Sevilla. Numerosos son los paisajes del Barbizón sevillano, de la ribera de Alcalá de Guadaíra o de la también próxima localidad de Guillena.  No faltan sin embargo vistas de la propia ciudad de Sevilla y de su río, asunto también recurrente dentro de su producción. En Triana, el tema de acentuado carácter lírico del perfil de la ciudad de Sevilla que se refleja en las aguas del río Guadalquivir fue tratado frecuentemente por el artista. El encuadre es el de la orilla al río Guadalquivir del conjunto de fachadas y postigos traseros del barrio de Triana, lugar elegido en numerosas ocasiones, pero que destaca esta vez por lo singular de su gran formato y la elaborada composición de amplia perspectiva que concluye en el puente de Isabel II tras el que se atisban algunas embarcaciones. Un trabajo meticuloso, descriptivo, fruto de la realización de apuntes y estudios, que le confieren un gran valor documental a esta vista de la ciudad, tema de gran éxito en la pintura sevillana decimonónica. Un paisaje en el que la personalidad del pintor se manifiesta por su visión realista, de minuciosa y atenta mirada del natural con marcado carácter intimista, en que los motivos populares y pintorescos se enmarcan dentro de una atmósfera de espacio y tiempo detenidos. 

María del Valme Muñoz Rubio: Paisajes. Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, Consejería de Educación, Cultura y Deporte, 2015, pp. 102-103.

Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)