Obras Singulares
San Jerónimo
Pietro Torrigiano (Florencia, 1472 - Sevilla, 1528)
San Jerónimo , hacia 1525
Barro cocido y policromado, 224 x 126 x 160 cm
Desamortización (1840)
Procedencia
Comentario
En 1521 el escultor italiano Pietro Torrigiano llega a Sevilla, donde residirá hasta su fallecimiento en 1528. De las obras realizadas en ese periodo son escasas las que hoy se conservan, destacando entre ellas el San Jerónimo penitente, sin duda, su mejor creación. Admirada por sus contemporáneos y elogiada por la critica artística posterior, son incontables las referencias bibliográficas que ensalzan su excepcional estudio anatómico y su impactante fuerza expresiva1. En ella se evidencian un atento análisis de la estatuaria clásica, un trabajo cotidiano sobre modelos vivos y una formación cercana a algunas de las mejores obras y autores del Renacimiento. La magistral obra sorprende por su solidez inestable, patente en la tensión que se refleja en cada músculo y que trasmite su magnifica cabeza, resultado de un profundo conocimiento del cuerpo y las emociones humanas.
En una Sevilla todavía deudora de los modelos del gótico y situada en la periferia de la vanguardia artística europea que se desarrolla en Italia, conocida en la ciudad gracias a la importación de obras de arte destinadas mayoritariamente a la catedral, la aparición de un escultor florentino precipitó una importante renovación. Curiosamente, esta profunda modernización del arte sevillano se produce con una cierta continuidad en el modo de trabajar. Torrigiano actualiza los conceptos y las formas pero lo hace recurriendo a una materia tradicional en el arte italiano, que contaba a su vez con arraigado uso en la escultura local: el barro cocido. Modela la tierra igual que a su llegada estaban haciendo autores como el francés Miguel Perrin o como en décadas anteriores practicaron Pedro Millán o Lorenzo Mecandante. Con una tradición escultórica consolidada, su presencia supone un impacto similar al que otro artista de origen italiano, el pisano Francisco Niculoso, había provocado en un campo fundamental del arte sevillano: la cerámica. Para el mismo monasterio jerónimo realizó una figura sedente de la Virgen con el Niño, igualmente modelada en barro, que también influirá de manera clara en las generaciones siguientes, incluido Martínez Montañés.
En una época en la que los artistas de la escuela sevillana recurren de modo frecuente a las fuentes grabadas procedentes del extranjero, especialmente a las italianas, y en un ámbito artístico e intelectual que considera Italia como el referente máximo de la cultura y el arte, los escultores tuvieron en su propia ciudad uno de esos modelos que tanto buscaban a través de la estampa. Estos artistas, para los que ciudades como Roma o Florencia eran los centros artísticos más admirados, pudieron tener a su alcance en el monasterio de san Jerónimo de Buenavista las obras de un italiano formado nada menos que en la Florencia de Lorenzo de Medici y contemporáneo del gran Miguel Ángel.
Así, su San Jerónimo se convirtió en arquetipo de la escultura en Sevilla. En el siglo XVI, los escultores locales lo siguen de manera indisimulada, creándose versiones más o menos deudoras del modelo, pero que, en todo caso, imitan o se inspiran tanto en sus cualidades formales como en la expresividad y espiritualidad que transmite. Existen múltiples ejemplos, estando entre las interpretaciones más significativas la de Jerónimo Hernández de la catedral de Sevilla, la de Juan Bautista Vázquez el Viejo de la iglesia de Nuestra Señora de la Granada de Llerena o la que, con autoría incierta, se conserva en la Colegiata de Osuna. Esta admiración se mantiene muy viva en la centuria siguiente, siendo el mejor ejemplo de ello Juan Martínez Montañés. Juzgar algunas de sus más estimadas creaciones, como el San Jerónimo penitente del monasterio de san Isidoro del Campo o el Santo Domingo penitente del convento dominico de Portacoeli, sin tener presente el precedente del escultor florentino, es imposible.
Ignacio Hermoso Romero: Montañés, maestro de maestros, Sevilla, Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, 2019, pp. 118 - 120.
Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)