Las Colecciones

Obras Singulares

Atrás

San Francisco de Borja

Alonso Cano (Granada, 1601 - 1667)
San Francisco de Borja, 1624
Óleo sobre lienzo, 189 x 123 cm
Desamortización (1897)

Procedencia

Capilla del Noviciado de la Compañía de Jesús. Sevilla

Comentario

En esta pintura Alonso Cano representa a San Francisco de Borja, duque de Gandía, que abandonó la vida cortesana en 1546 para ingresar en la Compañía de Jesús, de la cual fue nombrado Padre General en 1565. El lienzo debió pintarlo por encargo de los jesuitas con motivo de la beatificación del santo en 1624. La obra se encuentra firmada y fechada dos años antes de que superara el examen de maestro, pero ya evidencia cualidades de un pintor notable. Se trata por tanto, la primera obra documentada de su etapa sevillana. Durante un tiempo estuvo atribuida a Zurbarán hasta que en 1810 aparece en la relación de los Salones del Alcázar1 como obra orignal de Alonso Cano, pasando a formar parte de las colecciones del Museo de Bellas Artes de Sevilla después de la Desamortización. Este equívoco en la autoría manifiesta el grado de semejanza estilística que hubo entre los pintores sevillanos de su generación. Especialmente interesante tuvo que ser su relación con Martínez Montañés, amigo de Pacheco, al que debió conocer en las tertulias artístico-literarias que reunía el maestro en su propio taller, y del que pudo tomar la serenidad, elegancia y naturalismo de sus esculturas. Incluso se puede especular que fuera discípulo suyo aunque no hay documento que lo acredite.  

El santo, representado de cuerpo entero, a tamaño natural, aparece vistiendo el hábito jesuita, con el ceñidor a la cintura y el manteo sobre los hombros. Se encuentra  contemplando con expresión mística y concentrada una calavera coronada, reflexionando  profundamente sobre la fugacidad de la vida, en alusión a la muerte de la reina Isabel de Portugal esposa de Carlos I. A sus pies, tres galeros cardenalicios, significando su renuncia a aceptar esta dignidad por tres veces. La figura, de gran verticalidad y rigidez, elegante, y de porte distinguido, se recorta sobre un fondo oscuro, del que emerge gracias a un estudiado juego de luces y sombras que, como también sucede en algunas pinturas de Zurbarán, confiere a la imagen valores escultóricos que lo aproximan a la obra que del mismo santo realizó Martínez Montañés, en la misma fecha, para  la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Sevilla. La efigie de San Francisco de Borja es históricamente veraz ya que sus rasgos habían quedado registrados en vida gracias a la minuciosa descripción realizada por el Padre Pedro de Ribadeneira, que lo conoció en Roma, y que fue publicada en Madrid en 1592. Fue ésta la fuente más influyente para los artistas a la hora  de configurar la imagen plásticas del santo.  

Cano nos muestra en esta obra una tipología de "santo monumentalizado en primer plano" que tuvo una gran vigencia en la pintura sevillana de este momento debido a las directrices marcadas por el ideal de la Contrarreforma, llegando a ser incluso un modo de propaganda de las órdenes religiosas, aunque ésta fue una experiencia iconográfica aislada y única en su producción pictórica. El rotundo modelado de la cabeza y la expresividad de sus manos, muestran un estilo propio basado en un dibujo realista, y de clara influencia tenebrista, al modo caravaggiesco, con posibles influencias de Ribera. La luz que incide directamente sobre la cabeza y las manos del santo intensifica su dramatismo expresivo lo que testifica una cierta reminiscencia de las fórmulas manieristas. 

Rocío Izquierdo Moreno: Montañés, maestro de maestros, Sevilla, Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, 2019, pp. 220-222.

Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)