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San Bruno

Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, 1568 - Sevilla, 1649)
San Bruno, 1634
Madera tallada y policromada, 160 x 69 x 64,5 cm
Desamortización (1840)

Procedencia

Capilla de San Bruno. Iglesia del Monasterio de la Cartuja Sta. María de las Cuevas. Sevilla

Comentario

 
Con motivo de la renovación en 1634 de la Capilla de San Bruno, en el llamado claustro de San Miguel de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, se encarga la hechura de esta talla al insigne imaginero Juan Martínez Montañés, que contaba entonces setenta años de edad. De Bago y Quintanilla, en 1930, será quien aporte el documento: una carta de pago fechada el 10 de marzo de 1634, que esclarezca su datación y el coste de la misma.
 
Curioso es el hecho de que, aunque Bruno de Colonia, fundador de la orden cartuja, nunca llegó a ser oficialmente canonizado, su culto fuera autorizado a los cartujos por el papa León X en 1514, y Gregorio XV lo incluyera para toda la Iglesia en el calendario romano el 17 de febrero de 1623, sucediéndose a partir de esta última fecha numerosas representaciones artísticas en las distintas casas cartujas de toda Europa. 
 
Montañés, con su elegancia característica, realiza para la cartuja sevillana una talla sobria que conjuga a la perfección la esencia del retratado, impulsor del eremitismo como camino hacia la santidad y de los preceptos cartujos de silencio, soledad y austeridad. Bruno, de cuerpo completo y casi a tamaño natural, es representado en pie, vestido con el hábito de la orden, la cogulla, de pesados y ampulosos pliegues que sugieren la reciedumbre del tejido, y cuyo estofado en oro, contratado, junto con la policromía, con un pintor desconocido en 1.500 reales de vellón, subyace hoy, quizá por casar mejor con el espíritu del personaje, bajo el blanco matizado del hábito. La contención, serenidad y verticalidad de la figura se rompen sutilmente por la curvatura que le imprime una leve flexión de la rodilla derecha. Sostiene con delicadeza en su mano izquierda un libro, en referencia a su papel de inspirador de las normas de la orden, luego codificadas en sus Estatutos, y alza en el otro brazo un crucifijo, hacia el que dirige la mirada, tremendamente emotiva y llena de espiritualidad. 
 
La cruz original, descrita por Espinosa y Cárcel como "de lo más hermoso y bien ejecutado que hizo el artífice", fue sustraída en fechas no muy lejanas, desconociéndose su paradero, por lo que tuvo que ser sustituida en 1981 por la actual, de gran sencillez. Como atestiguan fotografías antiguas, tuvo (desconocemos si desde su misma factura) un perno en la tonsura para fijar algún nimbo u orla, hoy perdido.   
  
Esta talla, obra destacada dentro de la producción montañesina, figura en los inventarios manuscritos del museo a partir de 1854.    
 
Lourdes Páez Morales: Montañés, maestro de maestros, Sevilla, Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, 2019, pp. 178 - 180.
 

Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)