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Paisaje
Paisaje José Pinelo (Cádiz, 1861-Sevilla,1922) Paisaje,1883 Óleo sobre tabla, 31 x 20 cm. Adquirido por la Junta de Andalucía para su depósito en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, 2008 Con el fin de ir cumpliendo el objetivo de completar la colección permanente del siglo XIX, la Junta de Andalucía adquirió en subasta esta obra. Se configura como un tipo de pintura realista, característica de la producción del pintor y de la temática desarrollada dentro de la llamada "Escuela de Alcalá", bajo cuyo nombre se aglutinaba un gran número de artistas del momento que, con Emilio Sánchez Perrier a la cabeza, acudía a los alrededores de Alcalá de Guadaíra para pintar del natural. Pinelo realiza esta obra poco después de regresar a España tras su estancia en Roma, donde había estudiado con José Villegas. Comienza su dedicación a la pintura de paisaje tras una periodo de convalecencia de una enfermedad, que le hace retirarse a una finca del campo y entrar en contacto con la naturaleza, a partir de lo cual ya no abandonará jamás este género con el que tantos éxitos cosechó.
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Triana
Triana Emilio Sánchez Perrier (Sevilla, 1855 - Alhama de Granada, 1907) Triana, hacia 1888 -1890 Óleo sobre lienzo, 68 x 122 cm Adquisición Junta de Andalucía (1999) Procedencia Mercado de arte. Sevilla Comentario La personalidad de Emilio Sánchez Perrier, pintor sevillano de la segunda mitad del siglo XIX, es de singular importancia para la historia del paisajismo y no sólo en Sevilla, como lo demuestran sus obras en colecciones extranjeras y los galardones que alcanzó en su época. En el ambiente local su figura resulta decisiva en los orígenes del paisaje realista. Considerado como el fundador de la llamada "Escuela de Alcalá de Guadaíra", se convierte en el punto de referencia de paisajistas contemporáneos y de generaciones posteriores. En cuanto al ámbito internacional, su obra se ha equiparado con las más logradas del paisajismo de raíz plenairista. Se había formado en la Academia de Bellas Artes local con maestros como Joaquín Domínguez Bécquer, Manuel Barrón o Eduardo Cano, pero fue uno de esos pintores que como antes Villegas o posteriormente otro destacable paisajista, José Arpa, traspasaron pronto las fronteras para conocer el ambiente internacional. Realizó varios viajes a París, donde se vinculó a los salones oficiales y académicos y entró en contacto con el paisajismo realista del momento, recibiendo la influencia de Corot y de la llamada "Escuela de Barbizón". Venecia, Bretaña y Marruecos fueron así mismo destinos fructíferos para la producción del pintor. Su posterior trayectoria artística se enmarca dentro de la peculiar visión de la realidad que había iniciado en España Carlos de Haës, su maestro en Madrid, y desarrollado Martín Rico, al que tuvo la oportunidad de conocer personalmente. A estas influencias se sumaría la recibida directamente de Fortuny, cuya pintura tendrá una particular repercusión en las posteriores obras de temas orientalistas que realizaría el pintor. Las obras sevillanas de Sánchez Perrier son producto en gran parte de sus frecuentes visitas a los alrededores de Sevilla. Numerosos son los paisajes del Barbizón sevillano, de la ribera de Alcalá de Guadaíra o de la también próxima localidad de Guillena. No faltan sin embargo vistas de la propia ciudad de Sevilla y de su río, asunto también recurrente dentro de su producción. En Triana, el tema de acentuado carácter lírico del perfil de la ciudad de Sevilla que se refleja en las aguas del río Guadalquivir fue tratado frecuentemente por el artista. El encuadre es el de la orilla al río Guadalquivir del conjunto de fachadas y postigos traseros del barrio de Triana, lugar elegido en numerosas ocasiones, pero que destaca esta vez por lo singular de su gran formato y la elaborada composición de amplia perspectiva que concluye en el puente de Isabel II tras el que se atisban algunas embarcaciones. Un trabajo meticuloso, descriptivo, fruto de la realización de apuntes y estudios, que le confieren un gran valor documental a esta vista de la ciudad, tema de gran éxito en la pintura sevillana decimonónica. Un paisaje en el que la personalidad del pintor se manifiesta por su visión realista, de minuciosa y atenta mirada del natural con marcado carácter intimista, en que los motivos populares y pintorescos se enmarcan dentro de una atmósfera de espacio y tiempo detenidos. María del Valme Muñoz Rubio: Paisajes. Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, Consejería de Educación, Cultura y Deporte, 2015, pp. 102-103. Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)
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RECURSOS
Consulta y descarga distintos materiales educativos. FAMILIAS Ideas para la visita en familia ¡Trae a tu familia al Museo de Bellas Artes de Sevilla! Reto MBASE ¿Os atrevéis a realizarlo? Murillo IV centenario Juego interactivo basado en la exposición temporal PROFESORES 1 imagen, 1000 proyectos Consulta las notas para el profesor de ediciones anteriores de este programa en el que se desarrolla un proyecto educativo inspirado por una pintura del museo. Paraíso terrenal de Brueghel San Hugo en el refectorio de Zurbarán CENTROS ESCOLARES El Museo de los niños Recorrido infantil por la colección permanente. También disponible en la tienda del museo. El museo de los niños (de 4 a 8 años) El museo de los niños (de 8 a 12 años) Museo de Bellas Artes de Sevilla (de 12 a 16 años) Material realizado por el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de Sevilla. Itinerario guía Cuaderno del alumno Cuaderno del profesor Agua, territorio y ciudad Material realizado por el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de Sevilla para la exposición El agua en la pintura andaluza (2007). Hoja didáctica sobre Triana de Emilio Sánchez Perrier Para cualquier consulta relacionada con los programas educativos escribir a mbase.educacion@gmail.com Los programas educativos son posibles gracias a la colaboración de la Fundación "la Caixa" y la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Sevilla. . Una visita en familia utilizando material educativo
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Actividades programadas
Días para familias ¿Queréis visitar el museo en familia y no sabéis por dónde empezar? ¿Ya lo conocéis pero os apetece explorarlo de otra manera? ¿Os gusta dibujar y necesitáis inspiración? ¡Os recomendamos una propuesta que se ajuste a vuestros intereses y edades! Las hay para familias aventureras, creativas, observadoras, competitivas... Además, este año también podréis participar en el RETO MBASE 2024 para familias. ¿Cómo funciona? Sacad vuestras entradas y dirigíos al mostrador de información. Tendréis a vuestra disposición distintos juegos, recorridos e ideas que os servirán para familiarizaros con el arte. Si queréis dibujar, podéis traeros un pequeño bloc de dibujo y vuestros lápices (sólo punta seca, por favor...), aunque no es necesario. Vosotros decidís qué hacer y la duración de vuestra visita. Fecha y horarios Sábados 13 de abril y 11 de mayo de 11 a 14h. ¿Cuánto cuesta? Esta propuesta para familias y los materiales son gratuitos. Importante Los menores deberán estar acompañados en todo momento por un adulto, que será el responsable de su comportamiento. Antes de comenzar tomaos unos minutos para hablar de la conducta adecuada en el museo: caminamos tranquilos, mantenemos la distancia con las obras de arte y hablamos entre nosotros sin molestar a los demás visitantes. Los tesoros del MBASe Este programa propone un recorrido cronológico por la Historia y el Arte de nuestra ciudad desde la Edad Media hasta el siglo XX tomando como referencia la colección permanente del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tendrá 6 sesiones independientes entre noviembre y mayo. Cada una de ellas se repetirá tres veces: una en formato digital (jueves a las 18h., inscripciones online) y dos de forma presencial en el museo (viernes a las 18h. y sábados a las 12h., que se reservarán desde media hora antes del comienzo en el punto de información, máximo 2 por persona) Sesiones - Romanticismo y Costumbrismo: 25, 26, y 27 de abril. Inscripción online Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer (1862), Valeriano Domínguez Bécquer La Cueva del Gato (1860), Manuel Barrón y Carrillo La muerte del maestro (1910), José Villegas Cordero - La persistencia del Costumbrismo: 16, 17 y 18 de mayo. Inscripción online Triana (h. 1888-1890), Emilio Sánchez Perrier Hasta verte Cristo mío (h. 1895), José García Ramos La casta Susana (h. 1914), Gonzalo Bilbao Conoce y dibuja Sesión creativa online en la que se explora una obra del museo con la ayuda de una educadora y un artista. Dirigida a cualquier persona interesada, tanto si nunca ha cogido un lápiz como si ya es dibujante experto. Sesiones - 27 de abril: Techo de la casa del poeta Juan de Arguijo (1601), atribuido a Alonso Vázquez. Inscripción online - 18 de mayo: La casta Susana (h. 1914), Gonzalo Bilbao. Inscripción online Un grupo durante su visita al museo
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El paisaje
Aunque el paisaje se consolida como género pictórico independiente en el siglo XIX, empezamos este recorrido en el siglo XV, cuando comienzan a aparecer fondos de naturaleza en la pintura sevillana, como un pretexto para la ubicación de las figuras, siempre al servicio de la temática religiosa. De esta época es el Tríptico del Calvario del círculo de Juan Sánchez San Román, en el que el fondo de paisaje está minuciosamente pintado, en pendiente, para intentar crear un profundo efecto de perspectiva escalonando los sucesivos planos que culminan en el cielo (sala I). Del siglo XVI se conserva en la colección una interesante muestra de pinturas sevillanas y de artistas de Flandes con fondos naturales. Alejo Fernández, en su Anunciación, va miniaturizando los elementos proporcionalmente a su lejanía del primer plano para conseguir de ese modo la perspectiva. Otras tablas que muestran interesantes paisajes son el Calvario de Isembrand, en el que la ciudad de Jerusalén, más que servir de telón de fondo para las figuras, impone su presencia adquiriendo tanto protagonismo como estas o la Coronación de la Virgen de Aertsen con su paisaje de ruinas clásicas. Aunque sin duda, ninguna le concede tanta importancia como la Virgen del Reposo en la que el dilatado fondo natural se adereza con pequeños personajes que realizan tareas cotidianas. La Virgen de la sopa, en cambio, aprovecha una ventana para abrir la composición al exterior, a un paisaje típicamente holandés de casas, huertas y campos (sala 2). Este recurso será muy utilizado posteriormente, como en el fondo marino de San Pedro Nolasco despidiéndose de Jaime I el conquistador de Vázquez (sala 3) o en el Retrato de Cristóbal Suárez de Ribera de Velázquez. En este último, el paisaje está cargado de simbolismo ya que se ven unos cipreses, probablemente por haberse encargado la obra una vez fallecido el retratado (sala 4). En el siglo XVII siguen siendo los artistas flamencos los que prestan una atención especial a esta temática. Así sucede en las dos obras que representan el Paraíso Terrenal, atribuidas a Jan Brueghel el Joven, en las que capta con gran precisión y detalle texturas vegetales. En Paseo a orillas del río la escena se reduce a mera anécdota ante el protagonismo del paisaje (sala 9). En la pintura sevillana se aprecia una evolución, desde el tratamiento que recibe en la Aparición de la Virgen a San Ramón Nonato de Pacheco (sala 3), en la que los convencionalismos en la ejecución de la vegetación y las montañas ponen de manifiesto las limitaciones técnicas del pintor, hasta el tratamiento que Francisco de Zurbarán le otorga. En el Beato Enrique Susón o en San Luis Beltrán (Sala 10), en los fondos que narran escenas de la vida de los santos, la naturaleza adquiere mayor veracidad, con colores que van perdiendo definición a medida que se alejan los sucesivos planos. Murillo fue un diestro pintor de paisajes lo que puede verse en obras como San Francisco abrazado a Cristo o la Estigmatización de san Francisco (salas 5 y 7). Lo mismo sucede con Valdés Leal en Las tentaciones de San Jerónimo o en los pasajes de la vida san ignacio Loyola (sala 8). Destacamos también al pintor sevillano Francisco Antolínez, que en Jacob con el rebaño de Labán utiliza la naturaleza más que como una escusa para el desarrollo de la escena, como elemento principal (sala 6). Por último, mencionamos al francés Caullery, que en su Vista de Sevilla nos ofrece una amplia panorámica en perspectiva caballera de una ciudad idealizada, en la que agranda las proporciones de los momentos más importantes. Para su realización se basó en grabados ya que no visitó la ciudad (sala 9). Durante el siglo XIX, el paisaje alcanza la categoría de género pictórico. Su relevancia fue aumentanto a partir del Romanticismo, momento en que no deja de ser un ejercicio académico que el artista crea en su estudio, tratando la naturaleza de modo ideal, como sucede con Manuel Barrón en su Cueva del Gato. A medida que avanza el siglo, la nueva pintura realista enfrenta de manera definitiva a los autores con la naturaleza, no solo con la idea de como debería ser. Los pintores salen al exterior a plasmar lo que contemplan para reproducir bidimensionalmente la infinita gama de colores, luces, matices y cambios que la naturaleza pone antes sus ojos. A este respecto, en Sevilla resulta fundamental la llamada Escuela de Alcalá de Guadaíra fundada por Emilio Sánchez Perrier, del que se expone la obra Triana que retrata al Guadalquivir a su paso por la ciudad, al igual que sucede en la otra vista urbana, Vista de la catedral de Sevilla desde el Guadalquivir, de Nicolás Alpériz (sala 12). El paisaje realista evoluciona a medida que se libera de la obligación de ser descriptivo. Así lo entienden, ya en el siglo XX, Gonzalo Bilbao en su Marina (Costa cantábrica) o Winthuysen en su Pinar de Oromana, al captar una impresión efímera a través del color (sala 13). Salas 1, 2. 3, 4, 5, 7, 8, 9, 10, 12, 13 Pinar de Oromana (detalle). Javier Winthuysen
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Montañés, maestro de maestros
Catálogo de la exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (29 de noviembre de 2019 - 15 de marzo de 2020). Editado por la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía, 2019 292 páginas. 6 artículos, 58 fichas de obras y biografía. Artículos Algunas consideraciones sobre el imaginario artístico sevillano de Juan Martínez Montañés. Emilio Gómez Piñol. Maestro escultor, entallador del romano y arquitecto: los retablos de Martínez Montañés o la conveniencia de las imágenes y su ensambladura. Álvaro Recio Mir. La fama de Montañés y su escuela en Hispanoamérica. Rafael Ramos Sosa. Montañés, Pacheco y la pugna por la supremacía de las artes. Ignacio Cano Rivero. Martínez Montañés y los policromadores. Ignacio Hermoso Romero Cristo de la Clemencia. Técnica y restauración. Fuensanta de la Paz Calatrava y Carmen Álvarez Delgado.
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Nuevas perspectivas críticas sobre historia de la escultura sevillana
Actas de las jornadas celebradas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla en 2007 Portada de la publicación Edita Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2007 177 páginas. Textos Las atribucines en el estudio de la escultura: nuevas propuestas y reflexiones sobre obras de la escuela sevillana de los siglos XVI y XVII. Emilio Gómez PIñol. La familia Navarro y la expansión del retablo de estípites en Andalucía Occidental. Francisco J. Herrera García. Práctica de agudeza y arte de humor en los talleres sevillanos del Siglo de Oro: anécdotas chistosas relativas a artistas y devociones. Jesús Palomero Páramo. Miguel Perrin, imaginero de barro al servicio de la Catedral de Sevilla. Teresa Laguna Paul. La obra del escultor Pedro de Noguera: promotores y gusto artístico en la Catedral de LIma. Rafael Ramos Sosa. Devoción e iconografía de Santa Ana. Desde los modelos medievales a los contemporáneos. Juan Miguel González Gómez. Juan de Astorga: novedades biográficas y aportaciones a su catálogo escultórico. José Roda Peña. De la fama al olvido. La obra profana de Cayetano de Acosta. Alfonso Pleguezuelo Hernández.
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El siglo XIX
El arte del siglo XIX supone un cambio radical respecto al de siglos anteriores ya que los asuntos de temática religiosas pierden su preminencia mientras que otros géneros como la pintura de historia, el retrato, el paisaje o la temática costumbrista se consolidan. El retrato se cultiva con profusión desde el Romanticismo. La sociedad española sufre una transformación económica que posibilita la pujanza de la clase social burguesa que aspira a perpetuarse por medio del retrato y buen ejemplo de ellos son el Retrato del señor Bojons o el Retrato del niño Carlos Pomar de Margrand, ambos de Antonio María Esquivel, el mejor retratista de su época. Pero si hay que destacar un retrato romántico por excelencia es el que Valeriano Bécquer realiza a su hermano el poeta Gustavo Adolfo, magistral obra realizada de manera más espontánea, menos encorsetada. Más avanzado el siglo, se exponen el Retrato de Irene realizado por su padre, el pintor José Jiménez Aranda, y algunos de los que José Villegas Cordero realizó a lo largo de toda su vida de su mujer Lucia Monti, así como el que realizase del escultor Ercole Monti. El paisaje adquiere carta de naturaleza como género independiente en esta época. Manuel Barrón es el máximo exponente del paisaje romántico andaluz. La serranía de Ronda le servirá de localización para sus escenas de contrabandistas y pintorescas figuritas de bandoleros y gitanas que deambulaban por esos parajes como se ve en La Cueva del Gato. Más avanzado el siglo, se puede apreciar la evolución de este género a través de tres obras plenamente realistas: Vista de la Catedral de Sevilla desde el Guadalquivir de Jiménez Alpériz, Triana, de Sánchez Perrier o Vista de Sevilla de Manuel García Rodríguez, cuyos autores participaron en la Escuela de Alcalá que agrupó a los pintores que, a finales de siglo, se acercaron a las riberas del río Guadaíra para pintar directamente de la naturaleza. Otros géneros, como la pintura de historia o el orientalismo, están también representados con las obras Los Reyes Católicos recibiendo a los cautivos cristianos tras la conquista de Málaga, de Eduardo Cano o Emboscada Mora de Fernando Tirado aunque, sin duda, el costumbrismo es el que más importancia tuvo en la pintura sevillana ya que se prolongó hasta bien entrado el siglo XX. Surge en la época romántica, de la que el museo exhibe Baile en una caseta de feria de Manuel Cabral Bejarano, Pareja de majos de José Gutiérrez de la Vega y Baile en una taberna de Manuel Rodríguez de Guzmán. En la segunda mitad de siglo es José García Ramos el artista que mejor supo captar el temperamento de tipos populares y escenas de la vida cotidiana, reflejada en obras como Pareja de baile, Hasta verte Cristo mío, Malvaloca o El niño del violín. Salas 12 y 13 Boceto para Las Cigarreras (detalle). Gonzalo Bilbao
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Nueva incorporación a sala
Se incorpora a la sala 13 "La Romería del Rocío", del pintor Miguel Hernández Nájera. Nueva incorporación a sala La romería del Rocío, 1917 Miguel Hernández Nájera (Madrid, 1864 ¿ 1936) Óleo sobre lienzo, 280 x 345 cm. La romería del Rocío, fue presentada en la Exposición Nacional de 1917. En ella plasma el paso de una hermandad sevillana bajo la cálida noche, posiblemente la procedente de Triana ya que el pintor era asiduo a ver el regreso de dicha filial todos los años, según recoge en un artículo el canónigo y escritor Muñoz y Pabón. La escena se resuelve a partir de una original composición, al disponer en primer plano la pareja de bueyes con los característicos frontiles bordados que rematan sus cabezas y que cortan la tendencia en diagonal del esquema compositivo. Concluye en perspectiva con la imagen compacta de la ciudad de Sevilla y la dársena del río Guadalquivir, evocando así el simbólico reencuentro de la ciudad con el campo. Mediante golpes efectistas de luz y color, recrea de forma magistral y realista, aunque alejado del empleo de un dibujo preciso, el paso de las carretas que acompañan al simpecado. Estas carretas, vistosamente adornadas mediante encajes, flores y exornos frutales, son el medio fundamental de desplazamiento a la aldea marismeña, sirviendo como lugar de avituallamiento y descanso. En su interior, aparecen sentadas las mujeres, que alegran la marcha al compás de los cantes por sevillanas, y visten el clásico traje con volantes ataviado con los vistosos mantones y las flores prendidas al pelo. Toda la obra está cargada de ritmo, potenciado por el devenir de los romeros que plasman la algarabía de la peregrinación. La romería del Rocío, una de las mejores y más ambiciosas obras del pintor Miguel Hernández Nájera, fue donada por su autor al Museo de Bellas Artes de Sevilla en mayo de 1936. El pintor inició su formación en la madrileña Escuela de Bellas Artes de San Fernando, siendo sus maestros los pintores Alejandro Ferrant y Fischermans y Emilio Sala, quienes influyeron decisivamente en su carrera. Su producción se fundamenta en obras de carácter costumbrista, aunque también cultivó otros temas como el paisaje realista o la pintura de historia. Participó activamente en la vida artística del momento, como se deduce de las relaciones que mantuvo con otros artistas, destacando su admiración y estrecha amistad con el pintor Joaquín Sorolla, de la que tenemos testimonios por las cartas de Hernández Nájera que se conservan en el Museo Sorolla de Madrid. Se involucró activamente en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, participando desde 1887 hasta 1936, año en que fallece. Destacó en numerosas ocasiones, en las que le fueron otorgadas las siguientes condecoraciones: primera medalla en la Exposición Nacional de 1901 con la obra La víspera del Dos de Mayo; segunda medalla en la exposición Internacional de 1892 por El cordel de las merinas y en la Nacional de 1895 con Levantar el gallo; tercera medalla en la de 1890 por El doctor Fausto, logrando mención honorífica en el Salón de París de 1900. Galería de imágenes La obra completa
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El Joven Murillo
Catálogo de la exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (19 de febrero - 30 mayo 2010) Portada del catálogo Editado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y bajo la dirección científica de Benito Navarrete Prieto y Alfonso E. Pérez. Sánchez, 2009 588 páginas. Edición bilingüe español - inglés. Artículos: La personalidad artística del joven Murillo del naturalismo a la apreciación del desamparo y la justicia social en la Sevilla de la época. Benito Navarrete Prieto. Juan del Castillo, maestro de Murillo. Enrique Valdivieso. Conjuntos desaparecidos y dispersos de Murillo la serie para el Claustro Chico del convento de San Francisco de Sevilla. Ignacio Cano Rivero La recepción de Murillo en Europa. Karin Hellwig. Usos y costumbres culinarios en la Sevilla de Murillo. Ana Sánchez-Lassa de los Santos. Murillo joven: aportación al conocimiento de su técnica. Mª del Valme Muñoz Rubio y Fuensanta de la Paz Calatrava. El Claustro Chico del convento Casa Grande de San Francisco. Odile Delenda. Cronología 1617-1656. Los años del joven Murillo. Deborah L. Roldán.
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San Jerónimo y San Antonio de Padua
Círculo de Juan Sánchez de Castro. San Jerónimo y San Antonio de Padua Círculo de Juan Sánchez de Castro San Jerónimo y San Antonio de Pádua, hacia 1480 Óleo sobre tabla, 168,5 x 117 cm. Tratamiento del soporte: desinsectación con argón, eliminación del sistema de refuerzo (no original), limpieza de depósitos del reverso y consolidación del soporte de madera, realización de un marco con acoplamiento adaptado a las deformaciones de la tabla y que forma parte del nuevo sistema de refuerzo, reproducción de los elementos ornamentales de talla que estaban perdidos (cardinas, capiteles, columnas de separación) sin hacer el dorado de los mismos como forma de diferenciación de los motivos originales. Policromía: limpieza superficial del polvo, eliminación de los estratos superpuestos ajenos a la obra (repintes alterados y estucos desbordantes), fijación de los estratos policromos con levantamiento y peligro de desprendimientos, limpieza de los estofados y de la policromía, estucado de grietas y lagunas, reintegración de color y barnizado final. Restaurada por Carmen Álvarez Delgado. Galería de imágenes Antes de la restauración
Restauración y conservación:
2005
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San Andrés y San Juan Bautista
San Andrés y San Juan Bautista Anónimo sevillano. Círculo de Juan Sánchez de Castro San Andrés y San Juan Bautista, hacia 1480 Óleo y temple sobre tabla, 169 x 117 cm Restauración integral de la obra: Soporte: desinsectación con argón, eliminación del sistema de refuerzo (no original), limpieza de depósitos del reverso y consolidación del soporte de madera, realización de un marco con acoplamiento adaptado a las deformaciones de la tabla y que forma parte del nuevo sistema de refuerzo, reproducción de los elementos ornamentales de talla que estaban perdidos (cardinas, capiteles, columnas de separación) sin hacer el dorado de los mismos como forma de diferenciación de los motivos originales. Policromía: limpieza superficial del polvo, eliminación de los estratos superpuestos ajenos a la obra (repintes alterados y estucos desbordantes), fijación de los estratos policromos con levantamiento y peligro de desprendimientos, limpieza de los estofados y de la policromía, estucado de grietas y lagunas, reintegración de color y barnizado final. Restauradora: Carmen Álvarez Delgado. PAPEL «San Andrés y San Juan Bautista», Documento sobre papel, acreditativo del depósito de la tabla del Siglo XV de las Ordenes Militares en el Museo de Bellas Artes Sevilla. Tratamiento integral de restauración. Restauradora Rocío Hermosín Miranda. Galería de imágenes Antes de la restauración
Restauración y conservación:
2008
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El monaguillo
El monaguillo Alfonso Grosso Sánchez (Sevilla, 1893 - 1983) El monaguillo, 1920 Óleo sobre lienzo, 127 x 92 cm Adquisición del Estado (1920) Procedencia Colección del autor Comentario El costumbrismo sevillano encontró en Grosso a uno de sus principales divulgadores que prolonga su pervivencia hasta bien entrado el siglo XX. La obra nos presenta la figura infantil de un monaguillo en los momentos previos a una procesión, vestido con una túnica dalmática que el artista ha descrito minuciosamente con todo detalle y que resalta en todo su colorido delante de esa pared blanca. La expresividad de la obra se centra en el gesto simpático y amable del personaje, del todo espontáneo, que con sonrisa picaresca parece querer hacer partícipe del momento al espectador. El uso de la pincelada suelta y el tratamiento vitalista del color, tan del gusto de Grosso, contribuyen a conformar una escena alegre y llena de inocencia infantil. Se trata de un ejemplo más de la temática que mejor define a Grosso como pintor y que no es otra que la vida religiosa y conventual de Sevilla. El cuadro fue premiado con la tercera medalla en la Exposición Nacional de Madrid de 1920. Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)
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El monaguillo
La obra restaurada El monaguillo, 1920 Alfonso Sánchez (Sevilla 1893 - 1983) Óleo sobre lienzo, 126,5 x 91 cm. Alfonso Grosso perteneciente a la escuela sevillana de la primera mitad del siglo XX, fusiona en esta obra las dos temáticas características de su producción, la costumbrista y la religiosa. Sobre un lienzo de tipo industrial y una preparación de color ligeramente amarillenta utiliza todo el recurso de un lenguaje plástico rico en pinceladas, color y materia, materia que con el tiempo ha ido perdiendo gran parte de su elasticidad provocando el resecamiento de la superficie, cuarteándose y finalmente desprendiéndose, en numerosas zonas de la obra, especialmente en el ropaje donde las pinceladas son más gruesas. Su estado de conservación general era aceptable pero presentaba los siguientes daños: ligeras deformaciones del soporte debido al destensamiento del lienzo causado por aberturas excesivas de los ensambles del bastidor, arañazos y levantamientos puntuales de la película pictórica y una oxidación del barniz que aportaba un cierto amarilleamiento a la obra. Se han subsanado los problemas de tensado del lienzo y del bastidor, fijado los levantamientos y realizado una limpieza del barniz y un posterior barnizado que ha propiciado la recuperación de todos los matices y gradaciones cromáticas y lumínicas. El marco tenía también lagunas de preparación y dorado así como pérdidas de algunos fragmentos, que se han reintegrado volumétrica y cromáticamente. Tanto el bastidor como el marco son originales, conservando éste último el sello de Antonio Roldán de la calle Sierpes que es la tienda en la que se adquirió. Restaurada por Mercedes Vega Toro. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes Craquelado con levantamiento de policromía Detalle de la firma Detalle de textura de la trama Imagen del fondo bajo luz ultravioleta Proceso de limpieza
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Políptico de la Pasión
El políptico restaurado Círculo de Juan Sánchez de San Román (activo en Sevilla entre 1475-1505) Políptico de la Pasión, hacia 1475-1480 Óleo y temple sobre tabla, 81 x 103 cm. Con carácter previo a su participación en la exposición temporal Paisajes. Museo de Bellas Artes de Sevilla, celebrada en el propio museo entre marzo y junio de 2015, se realizó una revisión de su estado de conservación, determinándose la necesidad de intervenirla. El soporte de la pintura son tres tablas diferentes, posiblemente de madera de castaño, que presentaban un mayor deterioro en las zonas inferiores y varias grietas, especialmente significativas en la tabla central. Se eliminan numerosos repintes, más amplios en las zonas en las que las tablas presentan grietas y estucos deteriorados (borde inferior de la tres tablas). La obra contaba con un marco de estilo neogótico deteriorado, por lo que se realizó un nuevo marco-bastidor para las tres tablas que conforman el conjunto. Esta nueva estructura facilita el movimiento natural de dilatación, contracción o flexión de la madera. La crestería decorativa de motivos arquitectónicos y florales de traza gótica se reformó parcialmente durante el proceso de restauración adaptándose al tamaño de las diferentes escenas del políptico. Tanto para la intervención sobre el soporte, necesitado de una consolidación, como para la del marco, se contó con la participación de Miguel Domínguez Jiménez. Esta obra ha sido restaurada por Ana de la Puerta Vázquez. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes La obra antes de su restauración Trasera del soporte antes de la restauración Trasera del soporte después de la restauración Grieta en el soporte antes de su restauración Grieta después de la restauración del soporte Estucado de la obra Detalle de la obra visto con luz ultravioleta
Restauración y conservación:
2015
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Donación Luque Cabrera
Donación Luque Cabrera Donación de un conjunto de 191 obras pertenecientes a la colección de Francisco Luque Cabrera, mayoritariamente significados grabados y litografías de temática sevillana, y amplia cronología que va desde el siglo XVI al XX, junto a otras obras pictóricas y escultóricas, que completan además anteriores donaciones efectuadas por Francisco Luque Cabrera en 2016 y 2018. La presencia de obras anteriores al año 1800 es testimonial, siendo destacables tres importantes grabados de Matías de Arteaga y uno de Juan de Valdés Leal, todos ellos realizados para el conocido libro de Torre Farfán de 1671 sobre las fiestas dedicadas a san Fernando, y una imagen del catafalco erigido en Sevilla en memoria del rey Felipe II. Entre las obras del siglo XIX se encuentran grabados y litografías de destacados autores tanto nacionales como extranjeros. Figuran artistas como John Frederick Lewis, David Roberts o Gustave Doré. Similar relevancia tuvo en el ámbito nacional la publicación de Genaro Pérez Villaamil España Artística y Monumental, de la que se incluye en la donación una litografía que representa la calle Feria. También se encuentra la serie de litografías dedicadas a Sevilla que fueron impresas a partir de dibujos de Francisco Javier Parcerisa, formados por un total de cincuenta y dos estampas que repasan los monumentos y espacios urbanos sevillanos que fueron de interés para este artista de mediados del siglo XIX. La donación incluye una obra del escultor Antonio Susillo y varias de Antonio Illanes Rodríguez, dos pequeñas pinturas de Gallegos Arnosa, cuatro lienzos y seis dibujos del pintor sevillano de siglo XX Diego López, un óleo de Rafael Cantarero, un dibujo de Guillermo Vargas, dos medallas y, por último, dos carteles de fiestas de la ciudad en pequeño formato de los pintores Juan Miguel Sánchez y Vicente Flores. Más información. Galería de imágenes Diego López. Cantaora. Capilla Real de la Catedral de Sevilla. Matías de Arteaga y Alfaro. En el casino
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San Antonio Abad y San Cristóbal
San Antonio Abad y San Cristóbal Anónimo. Escuela Sevillana. Círculo de Juan Sánchez de Castro (Siglo XV) San Antonio Abad y San Cristóbal, hacia 1480 Óleo y temple sobre tabla, 167 x 116 cm Depósito de las Órdenes Militares, 1908 Procedencia Convento de San Benito de Calatrava. Sevilla Comentario Esta obras forman parte de una serie compuesta por cuatro tablas que representan figuras de ocho santos emparejados. Cada una se compartimenta en dos por pilastras de las que arrancan arcos conopiales lobulados realizados en madera tallada y dorada. La parte superior de la tabla está decorada con dibujos de cardinas dorados sobre fondo oscuro imitando brocados góticos. Bajo los arcos se cobijan las parejas de santos, de pie, sobre pavimentos polícromos de dibujos geométricos destacando sobre fondos dorados y grabados. El santo representado a la izquierda es San Antonio Abad, con el báculo en forma de tau griega, la campana con la que los eremitas ahuyentaban a los demonios y el cerdo, en alusión al tocino que utilizaban los monjes para remediar la enfermedad conocida como fuego de San Antonio. Aparece como un hombre de avanzada edad, con frondosa barba, ataviado con un gran manto oscuro, que le cubre todo el cuerpo y portando el libro o regla de la Orden Hospitalaria de los Antoninos. Sobre el nimbo dorado se lee "San Antón, ermitaño". A la derecha aparece San Cristóbal, la mejor figura de la serie, representado como un hombre joven y fuerte, en el momento de cruzar el río, llevando al Niño Jesús sobre su hombro izquierdo y dos peregrinos en el cinturón. Jesús lleva en su mano izquierda el globo terráqueo mientras que eleva la derecha en actitud de bendecir. En el brazo derecho lleva un árbol que le sirve de bastón y en el izquierdo una rueda de molino en alusión a su martirio. Destaca su cabeza de minucioso acabado y gran delicadeza de color, así como el fino plegado del paño que la cubre. Imagen en alta resolución (Google Art Project)
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Cabeza de san Juanito
La obra restaurada Cabeza de san Juanito Atribuida a Luisa Roldán Madera tallada y policromada, 20 X 17,5 cm. Con peana 31 X 22,4 cm. Esta escultura ha recibido un tratamiento integral de restauración en el año 2018. Su estado de conservación era precario ya que presentaba daños en el soporte y en la policromía. Se trata de una escultura tallada en madera posiblemente de cedro, policromada al óleo la carnación y estofada sobre lamina de oro la piel que lleva sobre los hombros. La cabeza está ahuecada y conserva la huella de haber sido cortada, para introducirle los ojos de cristal. Su peana es de madera tallada y dorada al agua. El anclaje a la misma se hace mediante un perno metálico. Con respecto a las pérdidas de soporte, hay varios fragmentos desaparecidos de un tamaño considerable y se localizan principalmente en el cabello del niño, siendo estas las partes más prominentes y con mayor facilidad de rotura. Por otro lado, hay algunas grietas y fisuras que nacen en la base del soporte y se van reduciendo hasta desaparecer poco antes de llegar a la altura de los hombros, producidas por los movimientos de la madera. La policromía presenta inestabilidad en los estratos pictóricos: levantamientos, numerosas lagunas, algunas dejan ver la madera del soporte, desgaste del color, retoques alterados, suciedad general y alguna capa de protección oscurecida. El tratamiento aplicado ha consistido en realizar una fijación de los estratos polícromos que presentaban levantamientos, eliminar repintes, pátinas y suciedad general, estucar, nivelar y reintegrar de color las numerosas lagunas. Tras un barnizado de protección, la obra ha recuperado la estabilidad del soporte y sus valores cromáticos. Restauradores: Iván Mazo Sánchez y Fuensanta de la Paz. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes Pérdidas de soporte y desgaste en los salientes del cabello y borde inferior del niño, varias grietas y fisuras Grietas, fisuras, cuarteados con levantamiento, lagunas por desprendimientos y pérdidas del color. Aparenta tener una policromía subyacente en la zona de la carnación. Desgaste del color zonas del modelado. Detalle del rostro. Fase de fijación Cuarteado con levantamiento de los estratos pictóricos, antiguos estucos y repintes desbordantes y alterados. Desgaste del dorado y estofado. Fase de estucado de lagunas. Después de la limpieza de la policromia, dorado y eliminación de estratos superficiales.
Restauración y conservación:
2019
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Donación Luque Cabrera
Visita al Museo de Bellas Artes de Sevilla Donación Luque Cabrera Donación 2022 Consuelo, Carmen y María Dolores Luque Cabrera donan, en memoria de su hermano Francisco, un conjunto de 195 obras pertenecientes a la colección de este último, mayoritariamente significados grabados y litografías de temática sevillana y amplia cronología que va desde el siglo XVI al XX, junto a otras obras pictóricas y escultóricas, que completan además anteriores donaciones efectuadas por Francisco Luque Cabrera en 2016 y 2018. En esta nueva oferta de donación la presencia de obras anteriores al año 1800 es testimonial, siendo destacables tres importantes grabados de Matías de Arteaga y uno de Juan de Valdés Leal, todos ellos realizados para el conocido libro de Torre Farfán de 1671 sobre las fiestas dedicadas a san Fernando, y una imagen del catafalco erigido en Sevilla en memoria del rey Felipe II, publicado en el libro de 1715 Les delices de l'Espagne et Portugal. Entre las obras del siglo XIX se encuentran grabados y litografías de destacados autores tanto nacionales como extranjeros. Figuran artistas británicos como John Frederick Lewis y, especialmente, David Roberts, con imágenes realizadas para el libro The tourist in Spain de 1836 y los publicados por el propio autor en Picturesque Sketches in Spain taken the years 1832-1833, que alcanzaron gran difusión y contribuyeron a popularizar en Europa la imagen de la ciudad de Sevilla. Igualmente, la presencia de obras de autores franceses incluye nombres significativos como Gustave Doré, ilustrador del libro L'Espagne de Daviller (1876), uno de los grabados de temática sevillana del conocido libro de Alexandre Laborde Voyage pittoresque et historique de l'Espagne y varias estampas de Nicolás Chapuy. Similar relevancia tuvo en el ámbito nacional la publicación de Genaro Pérez Villaamil España Artística y Monumental, editada en París entre 1842 y 1844, de la que se incluye en la donación una litografía que representa la calle Feria. Entre las obras del siglo XIX se encuentra la serie de litografías dedicados a Sevilla que fueron impresas a partir de dibujos de Francisco Javier Parcerisa y formaban parte del ambicioso proyecto Recuerdos y Bellezas de España de 1856. Lo forman un total de cincuenta y dos estampas que repasan los monumentos y espacios urbanos sevillanos que fueron de interés para este artista de mediados del siglo XIX. Hay que señalar que en la colección del museo no se conserva ninguna obra de este autor. El resto de obra gráfica ofrecida en donación se divide entre las estampas procedentes de revistas ilustradas y un grupo de obras de origen diverso, como los retratos de los Montpensier. La prensa ilustrada adquiere en la segunda mitad del siglo XIX y a inicios del siguiente su mayor esplendor y difusión. En esta oferta de donación se incluyen litografías de estas revistas y ejemplos de las más destacadas ediciones periódicas impresas en España, como La Ilustración Ibérica y, especialmente, La Ilustración Española y Americana, publicaciones que contaron con frecuencia con representaciones dedicadas a Sevilla y con la participación de artistas sevillanos como ilustradores. La donación incluye, asimismo, incluye una obra del escultor Antonio Susillo y varias de Antonio Illanes Rodríguez,dos pequeñas pinturas de Gallegos Arnosa, cuatro lienzos y seis dibujos de pintor sevillano de siglo XX Diego López, un óleo de Rafael Cantarero, un dibujo de Guillermo Vargas, dos medallas y, por último, dos carteles de fiestas de la ciudad en pequeño formato de los pintores Juan Miguel Sánchez y Vicente Flores. Galería de imágenes Baile del candil. Antonio Chamán (dibujante) y Santigosa (litógrafo). Capilla Real de la Catedral de Sevilla. Matías de Arteaga y Alfaro. Diego López. La cantaora. La Cruz del Campo. Nicolás Chapuy (dibujante) y Arnout (litógrafo). Jugadores de ruleta en el Gran Casino del Principado de Mónaco. Diego López.
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Retrato del canónigo D. José Duaso y Latre
Retrato del canónigo D. José Duaso y Latre Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 - Burdeos, 1828) Retrato del canónigo D. José Duaso y Latre, 1824 Óleo sobre lienzo, 74,5 x 59 cm Adquisición del Estado (1970) Procedencia Colección de la familia Rodríguez Babé. Madrid Comentario Este retrato de medio cuerpo representa al clérigo protector José Duaso y Latre, figura tan interesante como poco conocida. Nacido en el 8 de enero de 1775 en el pequeño lugar de Campol, en el valle oscense de la Solana. Desde joven destacó por su genio inquieto y su pasión por los estudios. En 1788 inició los estudios de Artes en la Universidad de Zaragoza, más tarde estudió Teología, licenciándose en Sagrados Canónes en 1798. En 1799 fue ordenado sacerdote. En 1805 Duaso se traslada a Madrid dispuesto a encontrar un mejor acomodo que no tardará en conseguir ya que el 19 de julio de ese mismo año será nombrado por Carlos IV Capellán de Honor de S.M. Por su colaboración con el gobierno durante la Guerra de la Independencia fue recompensado por Fernando VII con el nombramiento, en 1814, de caballero pensionado de la Real Orden de Carlos III. Fue diputado de las Cortes de Cádiz en el año 1813 en representación de Aragón. Durante este periodo mantuvo una buena amistad con el diputado liberal aragonés Isidoro Antillón aunque no compartía sus ideas políticas. Tras la restauración absolutista fue nombrado, por Fernando VII en 1814, Administrador del Hospital e Iglesia del Buen Suceso de Madrid. Con posterioridad obtuvo numerosos cargos , como Teniente Vicario Auditor General del Ejército, Juez de la Real Capilla, así como bibliotecario de la Real Academia Española y redactor y director de la Gaceta de Madrid. En 1834 Mª Cristina de Nápoles, la reina regente, lo destituyó del cargo de Capellán de Honor, siendo repuesto en el mismo, al final de sus días, por Isabel II. Murió en Madrid el 24 de mayo de 1849. En este mismo año D. Vicente de la Fuente publica su biografía, en la que recoge el hecho de que a finales de enero de 1824, ya establecido de nuevo el absolutismo, Goya se refugió en casa del capellán José Duaso, en el Hospital del Buen Suceso, donde permaneció oculto hasta abril de ese mismo año. Goya no fue el único liberal en encontrar refugio en casa del clérigo aragonés pues como comenta el autor de la biografía "en su morada ocultó a sus paisanos y amigos comprometidos por liberales, y entre ellos a Goya". Durante estos tres meses de estancia en casa del clérigo, pintó Goya este magnifico retrato en agradecimiento a todas las atenciones recibidas por D. José Duaso. Goya, ya bastante anciano, según nos cuenta su biógrafo, "a pesar de su innegable destreza y de haber principiado hasta cuatro veces su retrato, no logró sacarlo enteramente parecido con no poca rabia del célebre artista, cuyo genio violento e ira son bien conocidos". De un fondo muy oscuro, casi negro, emerge la figura del retratado que es de tamaño algo menor que el natural, pues excede del medio cuerpo. Viste Duaso sotana negra sobre la que lleva el manteo y solideo del mismo tono fundiéndose el conjunto con el fondo oscuro de la pintura. Las únicas notas de color la dan la Cruz y la placa de Carlos III que lleva sobre el pecho, y el breviario rojo que sostiene con su mano izquierda y que lee atentamente. La luz que incide sobre la figura, consiguiendo un marcado efecto de contraluz en el rostro, parece proceder de una iluminación nocturna. Goya utiliza en este retrato una gama reducida de negros profundos para el fondo, el solideo y la sotana, sobre los que destaca la cabeza luminosa, donde se mezclan con el blanco, el carmín y el negro dando la sensación de estar modelada en arcilla. Estas tonalidades le confieren al rostro una desbordante vitalidad, energía y franqueza. La firmeza y seguridad son las características dominantes del personaje, por lo que Goya aplica al retrato una técnica en consonancia con el modelo. Un hombre en plenitud de facultades a la edad de 49 años, según se deduce de la inscripción que el propio autor refleja en la pintura : "D. Jose Duaso / por Goya de 78 años". Este lienzo junto a otros tantos de amigos y familiares realizados sobre las mismas fechas, destacan por encima de su mérito artístico por el valor documental de evocar una época de la vida del artista marcada por grandes emociones y vivencias. La obra procede de la colección Rodríguez Babé (Madrid), parientes de Duaso, y donde la identificó Sánchez Cantón en 1954. Hasta esa fecha no se había presentado a ninguna exposición ni se había publicado nada sobre ella. En 1969 fue adquirida por el Estado para formar parte de los fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Rocío Izquierdo Moreno: Diálogo entre dos colecciones. Musée Goya de Castres. Museo de Bellas Artes de Sevilla, Caja Duero, 2006. Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture)
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