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Pedro Roldán escultor (1624 - 1699)...
Catálogo de la exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla del 29 de noviembre de 2023 al 10 de marzo de 2024. Portada de la publicación Editado por la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte en 2023 267 páginas. Compuesto por 6 artículos, 44 comentarios de las obras participantes y apéndice bibliografico. Artículos - José Roda Peña.- Pedro Roldán "famoso artífice sevillano", a la luz de su fortuna crítica. - José Luis Romero Torres.- Contexto familiar y laboral de Pedro Roldán. - Francisco Javier Herrera García.- Adorno, exaltación y resguardo de la escultura. La obra de Pedro Roldán. - Manuel García Luque.- Fuentes y modelos en la obra de Pedro Roldán. - Alfredo J. Morales Martínez.- "Con particular soberanía del arte". La obra en yeso de Pedro Roldán. - Ignacio Hermoso Romero.- Policromía en la escultura de Pedro Roldán.
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Virgen de la leche
Luisa Roldán, La Roldana. Virgen de la leche Luisa Roldán, La Roldana (Sevilla, 1652-Madrid, 1706) Virgen de la leche (1689-1706) Terracota policromada al óleo. 26,50 x 19 x 3,5 cm. Depósito de la Junta de Andalucía, 2020 El relieve representa un motivo propio de las imágenes más intimistas de la Virgen y el Niño: el momento en el que la madre da el pecho a su hijo. Esta iconografía, normalmente llamada Virgo lactans o Virgen de la leche, tuvo una alta demanda en el Barroco con una importante presencia tanto en las clausuras femeninas como en la devoción privada. La composición se completa con cabezas de ángeles situadas en la parte superior y con los dos angelitos que sostienen el cortinaje verde a modo de baldaquino o palio sobre las figuras principales. La Roldana realizó en varias ocasiones imágenes de la Virgen de la leche, generalmente obras de bulto redondo -se conocen hasta seis versiones diferentes-, que como este relieve están modeladas en barro cocido. Ejemplares destacados se conservan en instituciones eclesiásticas como los conventos de carmelitas de Málaga o de san Antón de Granada. Más allá de su indiscutible calidad artística, esta obra tiene el interés de llenar una importante laguna en los fondos del museo ya que, frente a otras etapas del barroco hispalense mejor representados en los fondos gracias a las obras de Martínez Montañés y Juan de Mesa, la escultura sevillana del pleno barroco, en el que la Roldana ocupa un lugar primordial, apenas está representada. La obra procede del coleccionismo privado ya que Luisa Roldán alcanzó fama y éxito en vida lo que provocó que, con frecuencia, sus esculturas. pasaran a particulares, no solo dentro de España, sino en el extranjero, donde se encuentran hoy muchas de sus obras. Galería de imágenes Detalle de la Virgen y el NIño Zona superior. Detalle Cabezas de ángel. Detalle Detalle del paisaje
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Virgen de la leche
Virgen de la leche Procedencia Colección particular Comentario Luisa Roldán, La Roldana (Sevilla, 1652-Madrid, 1706) Virgen de la leche (1689-1706) Terracota policromada al óleo. 26,50 x 19 x 3,5 cm. Adquisición Junta de Andalucía, 2020 Modelado en terracota y policromado al óleo, este relieve está datado entre 1689 y 1706, años en que la Roldana vive en Madrid y en los que realizó obras devocionales de pequeño formato. El tema, conocido como Virgo lactans (Virgen lactante), fue interpretado en numerosas ocasiones por la escultora, en diversos materiales y géneros: en madera y destinadas al culto público o bien modeladas en terracota en grupos exentos o en relieve para la devoción privada. De esta temática realizó dos: el que pertenece a la catedral de Santiago de Compostela desde el siglo XVIII y este otro, de composición similar, que ha permanecido hasta fechas recientes en manos privadas. María aparece sentada en un banco de piedra con el Niño en brazos. Con una mano se presiona el pecho para facilitarle la succión de la leche. Cubierta con un velo blanco, una camisa del mismo color asoma bajo su túnica de azul intenso y el manto de un vivo tono rojo. A la izquierda, un árbol recorre el margen del relieve. Al fondo, tras el banco, un delicado paisaje muestra la ciudad de Belén y, en el horizonte, unas montañas azuladas por efecto de la lejanía. Sobre María y su hijo se despliega un amplio cortinaje de color verde que sirve de dosel, bajo el que aparece el Espíritu Santo en alusión a la Encarnación del hijo de Dios. Despliegan la cortina dos querubines y once serafines sobrevuelan la aparición. Los rasgos distintivos de la artista sevillana se manifiestan en la composición equilibrada y clasicista; una gracia extrema en la disposición de los pliegues de los tejidos; una expresividad cargada de ternura que el propio tema reclama; corrección y dulzura en la descripción de la anatomía infantil y en el rostro y manos de la Virgen, rasgos estos últimos que fueron por los que Luisa Roldán recibió siempre mayores alabanzas. El relieve está modelado en una mínima profundidad real, adelantando hacia el espectador las figuras principales y los cuatro lados del rectángulo de la placa de barro, formando una especie de artesa o de caja escénica. Se trata de la obra de menor formato de las conocidas de la Roldana. Es llamativo el extraordinario nivel de acabado tanto en el modelado como en su policromía, revelando una excepcional capacidad para este tipo de obras. A diferencia del relieve del mismo tema propiedad de la Catedral de Santiago, que fue publicado en el siglo XIX por primera vez, éste se ha mantenido totalmente desconocido hasta que se dio a conocer en el año 2000. La policromía, sin duda, fue realizada, como tantas otras en que el dato está documentado, por su cuñado Tomás de los Arcos. Son detalles característicos de su trabajo los toques de pinceladas doradas que se aprecian en los rayos que rodean al Espíritu Santo, el galón del manto de María, la cortina que cubre la escena y los cabellos de la Virgen y del Niño.
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Descubriendo a Luis Masson. Fotógrafo de la Sevilla del XIX...
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La escultura
La escultura, si bien no alcanza en número de obras a la pintura, posee piezas de una calidad excepcional que nos permiten hacer un recorrido por esta técnica artística en el arte sevillano desde finales del siglo XV a comienzos del XX. Las primeras obras escultóricas que se exponen en la sala I corresponden a Mercadante de Bretaña, artista que llegó a Sevilla a mediados del siglo XV para trabajar en las obras de la catedral, y a su discípulo y colaborador el sevillano Pedro Millán, algunas de cuyas piezas como Llanto sobre Cristo muerto, Cristo Varón de Dolores, están firmadas, algo inusual en la época. Se trata de esculturas en barro cocido y policromado, siguiendo una tradición local que tendrá continuación en la obra plenamente renacentista de Pietro Torrigiano. De la mano de éste último son la Virgen de Belén y el impresionante San Jerónimo penitente que, modelado a tamaño natural, es una figura plenamente realista que atrae por su cuidado estudio anatómico. Realizada en barro cocido es también la Cabeza de san Juan Bautista de Gaspar Núñez Delgado, obra naturalista de acusado patetismo. El San Jerónimo penitente de Torrigiano sirvió de modelo para el Santo Domingo penitente que Juan Martínez Montañés, el escultor más importante del Barroco sevillano, talló en madera. De su discípulo, Juan de Mesa, puede destacarse el conjunto realizado para la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, expuesto en la sala X. Suyo es el San Bruno, cuya cabeza es una talla realista de primer orden. Juan de Mesa realizó la Virgen de las Cuevas, el San Juan Bautista y las cuatro Virtudes Cardinales. La escultura barroca se completa con dos obras del granadino Pedro de Mena: la Dolorosa, tipo iconográfico que él mismo crea y repite en sucesivas ocasiones, y San Juan Bautista Niño . De particular importancia resulta la obra La Virgen de la leche de Luisa Roldán, la Roldana, no solo por tratarse de una obra realizada por una escultora, una de las dos únicas artistas barrocas de las que el museo guarda obra, sino por la dulzura y delicadeza con que trata el barro cocido y lo preciosista de la representación.Por otro lado, resulta igualmente interesante la Inmaculada de escuela sevillana. A comienzos del siglo XX, Joaquín Bilbao da muestras de su dominio técnico con Desnudo femenino y Gitana, obra llena de gracia y movimiento que entronca con el costumbrismo de la pintura del momento. Además de las obras exentas, la retablística también está presente en la exposición permanente aunque con obras más modestas como el Retablo de la Redención de Juan Giralte, realizado en madera sin policromar y el Retablo del Bautismo de Miguel Adán, ambos del siglo XVI. Salas 1, 2, 3, 4, 8, 10 y 13 Llanto sobre Cristo muerto (detalle). Pedro Millán
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Cabeza de san Juanito
La obra restaurada Cabeza de san Juanito Atribuida a Luisa Roldán Madera tallada y policromada, 20 X 17,5 cm. Con peana 31 X 22,4 cm. Esta escultura ha recibido un tratamiento integral de restauración en el año 2018. Su estado de conservación era precario ya que presentaba daños en el soporte y en la policromía. Se trata de una escultura tallada en madera posiblemente de cedro, policromada al óleo la carnación y estofada sobre lamina de oro la piel que lleva sobre los hombros. La cabeza está ahuecada y conserva la huella de haber sido cortada, para introducirle los ojos de cristal. Su peana es de madera tallada y dorada al agua. El anclaje a la misma se hace mediante un perno metálico. Con respecto a las pérdidas de soporte, hay varios fragmentos desaparecidos de un tamaño considerable y se localizan principalmente en el cabello del niño, siendo estas las partes más prominentes y con mayor facilidad de rotura. Por otro lado, hay algunas grietas y fisuras que nacen en la base del soporte y se van reduciendo hasta desaparecer poco antes de llegar a la altura de los hombros, producidas por los movimientos de la madera. La policromía presenta inestabilidad en los estratos pictóricos: levantamientos, numerosas lagunas, algunas dejan ver la madera del soporte, desgaste del color, retoques alterados, suciedad general y alguna capa de protección oscurecida. El tratamiento aplicado ha consistido en realizar una fijación de los estratos polícromos que presentaban levantamientos, eliminar repintes, pátinas y suciedad general, estucar, nivelar y reintegrar de color las numerosas lagunas. Tras un barnizado de protección, la obra ha recuperado la estabilidad del soporte y sus valores cromáticos. Restauradores: Iván Mazo Sánchez y Fuensanta de la Paz. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes Pérdidas de soporte y desgaste en los salientes del cabello y borde inferior del niño, varias grietas y fisuras Grietas, fisuras, cuarteados con levantamiento, lagunas por desprendimientos y pérdidas del color. Aparenta tener una policromía subyacente en la zona de la carnación. Desgaste del color zonas del modelado. Detalle del rostro. Fase de fijación Cuarteado con levantamiento de los estratos pictóricos, antiguos estucos y repintes desbordantes y alterados. Desgaste del dorado y estofado. Fase de estucado de lagunas. Después de la limpieza de la policromia, dorado y eliminación de estratos superficiales.
Restauración y conservación:
2019
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Técnica artística
Francisco Pacheco. Teoría y práctica. Publicado en Pacheco. Teórico, artista, maestro (cat. exp) Policromía y pintura decorativa en la obra de Francisco Pacheco. Publicado en Pacheco. Teórico, artista, maestro (cat. exp.) Juan de Valdés Leal, maestro, escultor, dorador y estofador. Publicado en Valdés Leal 1622 - 1690 (cat. exp.) Martínez Montañés y los policromadores. Publicado en Montañés maestro de maestros (cat. exp.) Policromía en la escultura de Pedro Roldán. Publicado en Pedro Roldán escultor (1624 - 1699) (cat. exp.) Aportación a la técnica pictórica y materiales empleados por Gonzalo Bilbao. Publicado en Gonzalo Bilbao. Fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla (cat. exp.) Análisis con fluorescencia de rayos X en la obra de Gonzalo Bilbao del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Publicado en Gonzalo Bilbao. Fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla (cat. exp.) >> Ver/descargar documento de la investigación
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El Joven Murillo
Catálogo de la exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (19 de febrero - 30 mayo 2010) Portada del catálogo Editado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y bajo la dirección científica de Benito Navarrete Prieto y Alfonso E. Pérez. Sánchez, 2009 588 páginas. Edición bilingüe español - inglés. Artículos: La personalidad artística del joven Murillo del naturalismo a la apreciación del desamparo y la justicia social en la Sevilla de la época. Benito Navarrete Prieto. Juan del Castillo, maestro de Murillo. Enrique Valdivieso. Conjuntos desaparecidos y dispersos de Murillo la serie para el Claustro Chico del convento de San Francisco de Sevilla. Ignacio Cano Rivero La recepción de Murillo en Europa. Karin Hellwig. Usos y costumbres culinarios en la Sevilla de Murillo. Ana Sánchez-Lassa de los Santos. Murillo joven: aportación al conocimiento de su técnica. Mª del Valme Muñoz Rubio y Fuensanta de la Paz Calatrava. El Claustro Chico del convento Casa Grande de San Francisco. Odile Delenda. Cronología 1617-1656. Los años del joven Murillo. Deborah L. Roldán.
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Retrato de Juan Ceballos
La obra restaurada Gonzalo Bilbao Martínez (Sevilla, 1860 - Madrid, 1938) Retrato de Juan Ceballos, 1906 Óleo sobre lienzo. 57 x 83,5 cm. En general se encontraba en buen estado de conservación aunque presentaba ligeras deformaciones del soporte debido al destensamiento del lienzo causado por aberturas excesivas de los ensambles del bastidor, arañazos y levantamientos puntuales de la película pictórica y una oxidación del barniz que aportaba un cierto amarilleamiento a la obra. Se han subsanado los problemas de tensado de lienzo y bastidor, fijado los levantamientos y realizado una limpieza del barniz y un posterior barnizado que ha propiciado la recuperación de todos los matices y gradaciones. El marco tenía también lagunas de preparación y dorado así como pérdidas de algunos fragmentos que también se se han reintegrado tanto volumétrica como cromáticamente. Tanto el bastidor como el marco son los originales, conservando éste último el sello de Antonio Roldán de la calle Sierpes, tienda en la que se adquirió. Tratamiento realizado: restauración parcial -Fijación de la capa pictórica -Acondicionamiento del bastidor -Limpieza del barniz -Se retocaron pequeños arañazos de la película pictórica -Barnizado de protección Restaurado por Mercedes Vega Toro para la exposición Gonzalo Bilbao. Fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes Detalle del pañuelo Detalle del tejido tafetán Gros de Tours
Restauración y conservación:
2011
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El monaguillo
La obra restaurada El monaguillo, 1920 Alfonso Sánchez (Sevilla 1893 - 1983) Óleo sobre lienzo, 126,5 x 91 cm. Alfonso Grosso perteneciente a la escuela sevillana de la primera mitad del siglo XX, fusiona en esta obra las dos temáticas características de su producción, la costumbrista y la religiosa. Sobre un lienzo de tipo industrial y una preparación de color ligeramente amarillenta utiliza todo el recurso de un lenguaje plástico rico en pinceladas, color y materia, materia que con el tiempo ha ido perdiendo gran parte de su elasticidad provocando el resecamiento de la superficie, cuarteándose y finalmente desprendiéndose, en numerosas zonas de la obra, especialmente en el ropaje donde las pinceladas son más gruesas. Su estado de conservación general era aceptable pero presentaba los siguientes daños: ligeras deformaciones del soporte debido al destensamiento del lienzo causado por aberturas excesivas de los ensambles del bastidor, arañazos y levantamientos puntuales de la película pictórica y una oxidación del barniz que aportaba un cierto amarilleamiento a la obra. Se han subsanado los problemas de tensado del lienzo y del bastidor, fijado los levantamientos y realizado una limpieza del barniz y un posterior barnizado que ha propiciado la recuperación de todos los matices y gradaciones cromáticas y lumínicas. El marco tenía también lagunas de preparación y dorado así como pérdidas de algunos fragmentos, que se han reintegrado volumétrica y cromáticamente. Tanto el bastidor como el marco son originales, conservando éste último el sello de Antonio Roldán de la calle Sierpes que es la tienda en la que se adquirió. Restaurada por Mercedes Vega Toro. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes Craquelado con levantamiento de policromía Detalle de la firma Detalle de textura de la trama Imagen del fondo bajo luz ultravioleta Proceso de limpieza
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Donación de dos obras de Daniel Vázquez Díaz
Retrato de Juan Belmonte Daniel Vázquez Díaz (Nerva, Huelva, 1882 - Madrid, 1969) Retrato de Ana Quintero Morales, hacia 1950 Óleo sobre lienzo. 130 x 85 cm. Donación María Luisa González-Barba Quintero, 2018 Daniel Vázquez Díaz es considerado el pintor onubense más universal y uno de los pilares de la revolución pictórica de principios del siglo XX en el arte español. Tuvo una temprana vinculación con Sevilla y más concretamente con su Museo de Bellas Artes. Como el propio autor manifestó en diferentes ocasiones, es en él donde descubre por primera vez los dos destacados artistas que influirán de manera decisiva en su pintura: Francisco de Zurbarán y El Greco. Sus cuadros, estructurados con una gran simplicidad de líneas y con un colorido muy sobrio de grises, están marcados por la influencia del Cubismo y, en concreto, por la obra de Cézanne, que le causa un gran impacto, y cuyo geometrismo perdurará, en mayor o menor grado, en su obra. Este retrato representa a Ana Quintero Morales, miembro de la alta burguesía andaluza, que fue la esposa del empresario y alcalde onubense, posteriormente vinculado a Sevilla, Joaquín González Barba, y madre de la donante María Luisa González-Barba Quintero. La obra es muy representativa del aprecio que alcanzó el pintor entre la alta sociedad española de su época, que hace que se le considere uno de los grandes retratistas de la pintura española. Este es un retrato característico de su estilo: sobrio de colorido aunque, como suele ocurrir en su obra, luminoso, lo que se aprecia en el tratamiento de los tejidos, especialmente en el vestido gris plata. Daniel Vázquez Díaz (Nerva, Huelva, 1882 - Madrid, 1969) Retrato de Juan Belmonte, 1946 Óleo sobre lienzo. 101 x 80 cm. Donación María Luisa González-Barba Quintero, 2018 Este retrato representa a Juan Belmonte García, torero nacido en Sevilla en 1892 y fallecido en Utrera en 1962. Gran figura del toreo en su época, y uno de los grandes nombres de la historia de la tauromaquia, tomó la alternativa en 1913, dejando los ruedos en 1935. Obra muy característica del artista, ya que dedicó gran parte de su producción al género del retrato, es propia de su estilo avanzado, de técnica más convencional que en obras de décadas anteriores. Juan Belmonte fue un torero que gozó de enorme fama a nivel popular y de gran prestigio entre los intelectuales de su época. De ello son pruebas elocuentes los poemas a él dedicadas por Gerardo Diego y Bergamín o los textos elogiosos de, entre otros, Azorín o Valle Inclán. Por otro lado, su enorme prestigio tiene su reflejo también en el arte, ya que no solo fue retratado por Vázquez Díaz sino que posó para otros grandes artistas españoles de su época como Julio Romero de Torres o el escultor Mariano Benlliure. Galería de imágenes Retrato de Ana Quintero Morales
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San Elías
La obra restaurada Busto del Profeta Elías, 1680. Pedro Roldán. Madera de cedro tallada, policromada y estofada, 46,5 X 34,5 cm. Este busto, que pudo pertenecer a una talla completa, presentaba un deficiente estado de conservación. Los daños producían inestabilidad tanto en el soporte como en la policromía. El soporte lo componen una serie de piezas paralelas pegadas entre si a unión viva. Tenía numerosos clavos de hierro sobre todo en la zona posterior de la cabeza, una serie de grietas, aberturas y añadidos por el exterior y daños de quemaduras o alguna pudrición parda en el interior. Está ahuecada y todas las paredes interiores se encontraban tapadas con una gruesa tela de lino fuertemente pegada. El sistema de anclaje a su peana era muy precario. Cabeza y cuello están policromados al óleo. La piel de camello que le sirve para cubrirse está dorada al agua y estofada. En general presentaba una superficie cuarteada y con levantamientos de los estratos, lagunas muy numerosas por desprendimientos, pastas de relleno duras, estucos desbordantes, repintes alterados y barniz oscuro y mal repartido con restos de alguna antigua pátina. Ha sido necesario aplicar un tratamiento integral de restauración que ha consistido en: En el soporte se han eliminado las distintas pastas duras de relleno y de cera de huecos, grietas y fisuras. Se ha retirado la peana, no original, que estaba en malas condiciones y se ha sustituido por una nueva de cedro que ha permitido sustituir el sistema de cogida. Se han extraído hasta 32 clavos de forja de la cabeza al igual que otros clavos y puntillas de la zona de la peana. Se ha eliminado la tela interior encolada, resanado y rellenado todas las grietas, fisuras y pérdidas de madera exteriores e interiores, fortalecido con nuevas piezas de cedro los laterales del busto y protegido la madera. En la policromía se han fijado los levantamientos, eliminado repintes, pátinas y suciedad general, estucado, nivelado y reintegrado de color las lagunas. Tras un barnizado de protección, la obra ha recuperado la estabilidad del soporte y sus valores cromáticos. Restauradora, Fuensanta de la Paz Calatrava. Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes Fotografía con luz ultravioleta. observación de repintes alterados y restos de pátinas Depósitos superficiales: estucos, repintes alterados y restos de suciedad Despegando la tela del interior. Antigua restauración Eliminada la tela se observan restos del adhesivo, aberturas y pérdida de fragmentos de madera Detalle de la zona posterior de la cabeza. Fragmentos de clavos de forja partidos. Antigua cogida de un nimbo. Detalle de la nueva pieza tallada en la barba, con estucado Estucado de lagunas Resanado de la junta entre piezas y sustitución de la pasta por piezas de madera de cedro.
Restauración y conservación:
2021
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Retrato de Jorge Manuel
Retrato de Jorge Manuel Theotocópuli Domenico Theotocopoulos, el Greco (Candía, Creta, 1541 - Toledo, 1614) Retrato de Jorge Manuel Theotocópuli, hacia 1600-1605 Óleo sobre lienzo, 74 x 50,5 cm Donación de la infanta María Luisa Fernanda de Borbón (1897) Procedencia Colección de los Duques de Montpensier. Palacio de San Telmo. Sevilla Comentario Este excelente retrato, aunque es la única obra del Greco que conserva el museo, ofrece la singularidad de ser una creación excepcional dentro de su producción por tratarse de un importante testimonio de su vida familiar. Aunque durante todo el siglo XIX fue considerado como autorretrato del pintor, hoy se acepta por la mayoría de los investigadores que el representado es Jorge Manuel, único hijo del Greco, arquitecto, escultor y pintor como su padre. Ejerce un poderoso atractivo la esbelta y distinguida figura que está vestida según la moda española del momento, grave y elegante, con jubón negro y aparatosa golilla encañonada. Además de ser uno de los retratos de mayor vivacidad expresiva y elegante sobriedad de su autor, la obra tiene el interés de subrayar la dignidad del arte de la pintura frente a otros oficios serviles con los que se equiparaba. Lo corrobora el distinguido gesto en el manejo del pincel y la elegante postura con que sostiene la paleta y el haz de pinceles, como indicando que se trata de un arte de caballeros. La factura es fluida y esmerada, con más empastes en las zonas de luz mientras que en otros lugares como en la gola, el pincel apenas roza el lienzo. La gama de colores empleada es muy reducida: blanco, bermellón, ocre y negro. Imagen en alta resolución. (Google Arts & Culture)
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Los improperios de Cristo
Los improperios de Cristo Los improperios de Cristo, hacia 1580-1600 Taller de Jacobo Bassano (Bassano del Grappa, 1510 - 1592) Óleo sobre lienzo, 65,5 x 110 cm Legado testamentario de José Rogelio Buendía Muñoz, 2022 Aunque no existe documentación que acredite la autoría de la obra, esta se corresponde con las que salieron del taller de la veneciana familia Bassano. Tuvieron un importante taller, iniciado por Jacobo da Ponte, que permaneció activo a través de varias generaciones durante 70 años lo que, unido a su amplia producción y a la gran difusión que sus obras tuvieron por Europa a través de copias de diferente calidad, dificulta las atribuciones. La obra es una versión de otro lienzo perteneciente a la colección de las Gallerie Accademia de Venecia, aunque con algunos cambios en los colores empleados como se ve en el personaje de espaldas que aparece arrodillado delante de Cristo o en la composición que aparece aquí más despejada por tener un formato más alto. Aunque la obra veneciana se encuentra atribuída a Jacobo Bassano, tampoco está claro que no sea de taller o incluso una copia. Debió de ser composición apreciada ya que se conservan otras versiones como la que se se subastó en la casa de subastas italiana Pandolfini, en 2016 catalogada como de taller. En el museo neoyorkino The Metropolitan Museum of Art se encuentra el dibujo preparatorio de la cabeza de Cristo y del sayón con el brazo levantado que aparece tras él. La pintura representa un momento concreto de la pasión de Cristo, en el que los soldados y sayones se burlan e insultan a Jesús tras ser coronado de espinas. Como es frecuente en la obra de los Bassano en su interpretación de este tema, la composición se enriquece con personajes y elementos anecdóticos como la mujer de espaldas del extremo izquierdo o el perro recostado junto a ella. El dramatismo de la acción se acentúa al suceder en un interior lúgubre del que destacan iluminadas desde la izquierda, las figuras principales que forman un compacto grupo que marca una clara diagonal al inclinarse todos ellos en la misma dirección. La obra perteneció al poeta sevillano Adriano del Valle quien lo regala a Rogelio Buendía Manzano y María Luisa Muñoz de Vargas, padres del donante, con motivo de su boda en 1922.
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Las colecciones
El Museo de Bellas Artes de Sevilla nace al amparo de las medidas desamortizadoras surgidas a partir de las leyes promulgadas en 1836, reuniéndose una selección de los contenidos de conventos y de otras propiedades eclesiásticas sevillanas. A partir de las primeras décadas del XX los fondos del museo van a experimentar un notable crecimiento tanto en número como en variedad. Algunas personas eruditas sevillanas, al igual que ocurrió en el resto de Europa y Norteamérica, van a cultivar un coleccionismo enciclopédico que será, gracias a las donaciones de estas propiedades, el origen del gran desarrollo de los museos en las primeras décadas del siglo. En España, asistimos en estos años al nacimiento del Museo Cerralbo o del Museo Lázaro Galdiano, entre otros. Del mismo modo, en Sevilla, fueron donadas al museo notables colecciones de importantes personajes locales, originando así la diversificación de los fondos. Destacan las donaciones realizadas por Rafael González Abreu (1928), José Gestoso (1931) y, algunos años más tarde, por Andrés Parladé (1945), todas ellas compuestas por pinturas y esculturas de temática diversa, así como armas -blanca y de fuego-, cerámica antigua, tejidos, etc. Estas donaciones provocaron una nueva museografía, abigarrada y escenográfica, de casa-museo, donde cada donante tenía dedicada una sala. En la década de los setenta del pasado siglo, siguiendo la tendencia acaecida en el resto de España, se fue implantando en el museo una nueva museografía que propugnaba la reducción de los contenidos y una mayor limpieza en la presentación de la colección permanente, para tratar de adaptarse así a los nuevos tiempos. No interesaba ya tanto la cantidad sino, sobre todo, el sentido de cada pieza dentro de la exposición. En los últimos años, desde que el museo es gestionado por la administración autonómica, han ingresado en las colecciones un notable número de obras, entre pinturas y esculturas, algún ejemplar de cerámica, mobiliario u orfebrería, lo que ha supuesto para la historia del museo un importante capítulo en cuanto a incremento de fondos. El concepto de ingreso no solo incluye la adquisición, sino también el depósito, la donación y la dación de obras por pago de impuestos. La mayor parte del incremento de la colección se ha debido a los ingresos de las adquisiciones efectuadas en los últimos años por la Junta de Andalucía o el Estado, pero las donaciones de particulares configuran el otro importante conjunto de obras. De éstas, destacan las realizadas por los descendientes de artistas de la escuela sevillana de comienzos del siglo XX. Son ejemplos de ello, las donaciones de las herederas y los herederos del pintor Javier de Winthuysen, de Eugenio Hermoso, Diego López o Félix Lacárcel. Asimismo, han sido donados retratos de los pintores Miguel Ángel del Pino, López Cabrera, Jiménez Alpériz o González Santos. De entre las más recientes donaciones, merecen mención especial la colección reunida por Francisco Luque Cabrera de grabados y litografías de temas sevillanos, que incluye obras desde los siglos XVII hasta el XX, así como la donación de dos retratos realizados por el pintor Daniel Vázquez Díaz, efectuada por María Luisa González-Barba Quintero. Destacan también el conjunto de obras de diversa índole de la Donación Oyarzábal Delgado, con obras de José Gutiérrez de la Vega, Alfonso Grosso o Delgado Brackembury . Por último, el retrato titulado Conchita del pintor José Rico Cejudo, y que ha sido donado por Concepción Trigo Pérez. En definitiva, incorporaciones que han contribuido notablemente a incrementar el número de obras de pintores locales realizadas en los comienzos del siglo XX, completando una importante etapa de la escuela sevillana. Consultar las colecciones en CERES Inmaculada Concepción (La Colosal)
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Visitas virtuales a la exposición "Del Greco a Zuloaga. Obras maestras del arte español en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
12/12/2024 Visitas virtuales a la exposición "Del Greco a Zuloaga. Obras maestras del arte español en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. 12 diciembre (18h.) Inscripción 14 diciembre (18h.) Inscripción
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Donación de tres pinturas de José Gutiérrez de la Vega, Alfonso Grosso y Santiago Martínez y y dos esculturas de Manuel Delgado Brackembury
Retrato de María Belén Delgado Llorach Alfonso Grosso Sánchez (Sevilla, 1893-1983) Retrato de María Belén Delgado Llorach, 1944 Óleo sobre lienzo. 144 x 114 cm. Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018 Alfonso Grosso realiza su formación en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, siendo discípulo de José García Ramos y Gonzalo Bilbao, por el que siente una particular admiración. A partir de 1910 comienza a pintar patios, jardines y bodegones, y se inicia en una temática que le dará sus mayores logros artísticos y reconocimiento: la pintura de interiores conventuales. Sin embargo, a lo largo de su trayectoria pictórica, otro de los géneros que le proporciona mayor fama y acogida por el público sevillano es el retrato. En esta pintura aparece representada María Belén Delgado Llorach, hija de Manuel Delgado Brackembury y Carmen Llorach Dolsa, y esposa de Gonzalo Santa Cruz y Bahía, Barón de Andilla. María Belén nace en 1919, contando unos 25 años de edad cuando es retratada en esta obra por Alfonso Grosso. La elegancia de la postura, la delicadeza de los rasgos de la modelo, exquisitamente ataviada con un vestido de cóctel negro con transparencias, y cubierta por un chal de piel, así como la sutil iluminación cálida que la envuelve, se combinan para crear una obra que refleja perfectamente la distinción de la retratada y su elevada posición social. José Gutiérrez de la Vega (Sevilla, 1791- Madrid, 1865) Retrato de caballero, hacia 1829 Óleo sobre lienzo, 124 x 96 cm. Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018 José Gutiérrez de la Vega es considerado unos de los más importantes pintores románticos del influyente núcleo sevillano. Los rasgos murillescos de su primera etapa, que se dejan sentir en sus temas predilectos, la pintura religiosa o el tema costumbrista, dejan paso en su madurez profesional a su preferencia por el retrato. Será clave en este campo su viaje a Madrid, donde se convierte en uno de los retratistas más demandados por la nobleza, la burguesía y la intelectualidad madrileña. Gutiérrez de la Vega fue uno de los fundadores de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla. Este Retrato de Caballero, debió ser realizado por Gutiérrez de la Vega hacia 1829, durante una estancia en Cádiz, donde el pintor, motivado por la amistad que le unía con el que fuera cónsul de Inglaterra en la ciudad gaditana, John MacPherson Brackembury, realizó varios retratos de la familia. Aunque las condecoraciones en el pecho y la permanencia del retrato en la familia parecen evidenciar que el personaje guarda relación de parentesco con los Brackembury, el retratado aparece representado con una indumentaria que rememora la propia del siglo XVII, y en su pecho aparen tres condecoraciones difícilmente identificables, probablemente británicas y pertenecientes a la familia de larga tradición diplomática vinculada con España. Santiago Martínez Martín (Villaverde del Río, Sevilla, 1890 - Sevilla, 1979) Retrato de Manuel Delgado Llorach, hacia 1929 Óleo sobre lienzo. 46 x 42 cm. Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018 Santiago Martínez inicia su formación artística en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla donde fue discípulo de Gonzalo Bilbao y José García Ramos. Sin embargo será Joaquín Sorolla, al que conoce en Sevilla en 1914, el pintor que influenciará su obra de un modo decisivo. La técnica de pincelada suelta propia del Impresionismo y la luminosidad de su pintura, son, sin duda, herencia del valenciano, siendo, dentro de su generación, el andaluz más vinculado a este estilo. Sus temas más logrados son la pintura de paisajes y el retrato. El personaje representado en esta obra es Manuel Delgado Llorach, hijo de Manuel Delgado Brackembury y hermano de María Belén, pintada por Grosso en 1944 y esculpida por el padre de ambos hacia 1927-1928. La relación de ambos artistas, Santiago Martínez y Delgado Brackembury, enraiza con el encargo de la Fuente Hispalis de la Puerte Jerez, cuyo diseño se encarga al primero, y cuya ejecución realiza el segundo. Y es quizá en estos años en los que se deba fechar este retrato del pequeño Manuel. El retrato infantil presenta las características propias del estilo del pintor, enormemente influenciado por la modernidad técnica de su maestro Sorolla. El carácter familiar y desenfadado que trasmite la obra, materializada en las pinceladas gruesas, no resta sin embargo ni un ápice de credibilidad a la captación psicológica del modelo. Manuel Delgado Brackembury (Las Cabezas de San Juan, Sevilla, 1882 - Sevilla, 1941) Retrato de María Belén Delgado Llorach, hacia 1927-1928 Barro cocido y patinado en color bronce. 46 x 32 x 24 cm. Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018 Busto de niña, 1905 Bronce. 59 x 43 x 28 cm. Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018 Las magníficas aptitudes para el modelado que se vislumbra desde niño en Manuel Delgado Brackembury, hace que se forme tanto en Madrid como en Barcelona de la mano de los principales escultores del panorama nacional: Mariano Benlliure, Agustín Querol y Josep Llimona. La impronta academicista y el mundo clásico, anclados en el pasado, serán constantes en toda su producción. Una de sus más importantes etapas es la de su trabajo para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, en la que se hace cargo de importantes grupos escultóricos para el Parque de María Luisa. El primero de los dos retratos es el de la hija del escultor, María Belén, a una edad de unos siete u ocho años. Aunque, a pesar de ser un retrato familiar e infantil, el aire melancólico de la modelo le confiere una cierta frialdad, el artista afronta la factura de la misma no al gusto clásico sino de una manera más desenfadada, casi abocetada, que deriva de ese cariz familiar, plasmando el detalle anecdótico del peinado con flequillo recogido por un lazo lateral. En el segundo retrato, el Busto de niña, destacan su sobriedad y sencillez de ejecución. La niña aparece con un ademán ausente y con una posición de marcada frontalidad, que le confiere una falta de sentimiento inusual en los retratos infantiles, más dados a ser campo de experimentación para los artistas para representar la gestualidad propia de los niños. En este caso se desconoce la identidad de la retratada, aunque la pertenencia ininterrumpida de la obra a la familia hace pensar en la posibilidad de tener relación con la familia Brackembury. Galería de imágenes Santiago Martínez. Retrato de Manuel Delgado Llorach. Gutiérrez de la Vega. Retrato de caballero Manuel Delgado Brackembury. Retrato de María Belén Delgado Llorach Manuel Delgado Brackembury. Retrato de niña
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La restauración de los Zurbaranes de la Cartuja
Catálogo de la exposición celebrada entre enero y marzo de 1997 Portada de la publicación Edición de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 1997. 62 páginas. Estudios La Cartuja de Santa María de las Cuevas. Juan Luis Villalobos Cañete Las pinturas de Zurbarán en la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Enrique Valdivieso González.
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Serie de Santos
Santa Isabel de Portugal restaurada Francisco Pacheco (Sanlúcar de Barrameda 1564 - Sevilla 1644) Serie de santos, hacia 1610 Óleo sobre tabla 56 x 29 cm Este conjunto de seis pinturas sobre tabla (madera de roble), realizadas por el pintor Francisco Pacheco, proceden de un retablo que se encontraba en la iglesia de san Esteban de Sevilla. En las tablas se representan diferentes imágenes de santos: Santa Isabel de Portugal, San Benito Abad, San Francisco de Asís, San Pedro, San Jerónimo y San Luis, rey de Francia. Con motivo de la preparación de la exposición temporal Pacheco. Teórico, artista y maestro (1564-1644), celebrada en el museo entre marzo y junio de 2016, se incluyeron estas pinturas en el programa de restauraciones, a fin de presentarlas en la citada muestra. Al inicio del tratamiento las obras presentaban una acusada oxidación del barniz que había provocando un aspecto amarillento y opaco que ocultaba el colorido de la pintura original. La intervención ha consistido en la eliminación de este barniz alterado, así como de los repintes puntuales que aparecían en las seis pinturas. Además, se han estucado las pequeñas lagunas existentes y se han retocado cromáticamente integrándolas visualmente. El reverso de las tablas presentaba un engatillado que impedía el movimiento natural de la madera y había provocado la aparición de alguna grieta en el soporte. Esta estructura de refuerzo ha sido retirada en el proceso de restauración. Esta serie ha sido restaurada por Ana de la Puerta Vázquez Tipo de Intervención Intervenciones en las piezas Galería de imágenes San Benito. Fase de limpieza San Benito. Oxidación del barniz San Benito restaurado San Francisco de Asís antes de la restauración San Francisco de Asís restaurado San Jerónimo antes de la restauración San Jerónimo restaurado San Jerónimo. Reverso engatillado San Luis. Estucado de lagunas San Luis restaurado San Luis. Separación y resanado de juntas San Pedro bajo luz ultravioleta San Pedro. Eliminación del engatillado San Pedro restaurado Santa Isabel de Portugal. Detalle del rostro antes de la restauración Santa Isabel. Reverso restaurado
Restauración y conservación:
2016
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Boleras del beso
Boleras del beso Manuel Rodríguez de Guzmán (Sevilla, 1818-Madrid, 1867) Boleras del beso. Hacia 1850 Óleo sobre lienzo. 84 x 104 cm. Adquisición de la Junta de Andalucía para su depósito en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Dentro de la producción de Manuel Rodríguez Guzmán, son comunes este tipo de representaciones que gozaban de gran demanda entre el público burgués. En ellas suele aparecer una o varias bailaoras, como centro de atención de la composición, en medio de un grupo de personas que las jalean o tocan instrumentos. En la obra están bailando un tipo de baile denominado boleras del beso porque al cruzarse las bailarinas se dan un beso, tal y como describen algunos viajeros en la década de 1850. Atendiendo a la técnica y ejecución, Luis Méndez data la obra en torno a 1850, coincidiendo con otras similares del mismo autor. Con la adquisición por parte de la Junta de Andalucía de esta obra, se incide en el objetivo de completar la colección del XIX del museo.
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