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La escultura

La escultura, si bien no alcanza en número de obras a la pintura, posee piezas de una calidad excepcional que nos permiten hacer un recorrido por esta técnica artística en el arte sevillano desde finales del siglo XV a comienzos del XX.

Las primeras obras escultóricas que se exponen en la sala I corresponden a Mercadante de Bretaña, artista que llegó a Sevilla a mediados del siglo XV para trabajar en las obras de la catedral, y a su discípulo y colaborador el sevillano Pedro Millán, algunas de cuyas piezas como Llanto sobre Cristo muertoCristo Varón de Dolores, están firmadas, algo inusual en la época. Se trata de esculturas en barro cocido y policromado, siguiendo una tradición local que tendrá continuación en la obra plenamente renacentista de Pietro Torrigiano. De la mano de éste último son la Virgen de Belén y el impresionante San Jerónimo penitente que, modelado a tamaño natural, es una figura plenamente realista que atrae por su cuidado estudio anatómico. Realizada en barro cocido es también la Cabeza de san Juan Bautista de Gaspar Núñez Delgado, obra naturalista de acusado patetismo. 

El San Jerónimo penitente de Torrigiano sirvió de modelo para el Santo Domingo penitente que Juan Martínez Montañés, el escultor más importante del Barroco sevillano, talló en madera. De su discípulo, Juan de Mesa, puede destacarse el conjunto realizado para la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, expuesto en la sala X. Suyo es el San Bruno, cuya cabeza es una talla realista de primer orden. Juan de Mesa realizó la Virgen de las Cuevas, el San Juan Bautista y  las cuatro Virtudes Cardinales. La escultura barroca se completa con dos obras del granadino Pedro de Mena: la Dolorosa, tipo iconográfico que él mismo crea y repite en sucesivas ocasiones, y San Juan Bautista Niño . De particular importancia resulta la obra La Virgen de la leche de Luisa Roldán, la Roldana, no solo por tratarse de una obra realizada por una escultora, una de las dos únicas artistas barrocas de las que el museo guarda obra, sino por la dulzura y delicadeza con que trata el barro cocido y lo preciosista de la representación.Por otro lado, resulta igualmente interesante la Inmaculada de escuela sevillana. 

A comienzos del siglo XX, Joaquín Bilbao da muestras de su dominio técnico con Desnudo femenino y Gitana, obra llena de gracia y movimiento que entronca con el costumbrismo de la pintura del momento.

Además de las obras exentas, la retablística también está  presente en la exposición permanente aunque con obras más modestas como el Retablo de la Redención de Juan Giralte, realizado en madera sin policromar y el Retablo del Bautismo de Miguel Adán, ambos del siglo XVI.

Salas 1, 2, 3, 4, 8, 10 y 13