Detalle

Atrás

Donación de tres pinturas de José Gutiérrez de la Vega, Alfonso Grosso y Santiago Martínez y y dos esculturas de Manuel Delgado Brackembury

Alfonso Grosso Sánchez (Sevilla, 1893-1983)
Retrato de María Belén Delgado Llorach, 1944
Óleo sobre lienzo. 144 x 114 cm.
Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018

Alfonso Grosso realiza su formación en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, siendo discípulo de José García Ramos y Gonzalo Bilbao, por el que siente una particular admiración. A partir de 1910 comienza a pintar patios, jardines y bodegones, y se inicia en una temática que le dará sus mayores logros artísticos y reconocimiento: la pintura de interiores conventuales. Sin embargo, a lo largo de su trayectoria pictórica, otro de los géneros que le proporciona mayor fama y acogida por el público sevillano es el retrato.

En esta pintura aparece representada María Belén Delgado Llorach, hija de Manuel Delgado Brackembury y Carmen Llorach Dolsa, y esposa de Gonzalo Santa Cruz y Bahía, Barón de Andilla. María Belén nace en 1919, contando unos 25 años de edad cuando es retratada en esta obra por Alfonso Grosso. La elegancia de la postura, la delicadeza de los rasgos de la modelo, exquisitamente ataviada con un vestido de cóctel negro con transparencias, y cubierta por un chal de piel, así como la sutil iluminación cálida que la envuelve, se combinan para crear una obra que refleja perfectamente la distinción de la retratada y su elevada posición social.

 

José Gutiérrez de la Vega (Sevilla, 1791- Madrid, 1865)
Retrato de caballero, hacia 1829
Óleo sobre lienzo, 124 x 96 cm.
Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018

José Gutiérrez de la Vega es considerado unos de los más importantes pintores románticos del influyente núcleo sevillano. Los rasgos murillescos de su primera etapa, que se dejan sentir en sus temas predilectos, la pintura religiosa o el tema costumbrista, dejan paso en su madurez profesional a su preferencia por el retrato. Será clave en este campo su viaje a Madrid, donde se convierte en uno de los retratistas más demandados por la nobleza, la burguesía y la intelectualidad madrileña. Gutiérrez de la Vega fue uno de los fundadores de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Este Retrato de Caballero, debió ser realizado por Gutiérrez de la Vega hacia 1829, durante una estancia en Cádiz, donde el pintor, motivado por la amistad que le unía con el que fuera cónsul de Inglaterra en la ciudad gaditana, John MacPherson Brackembury, realizó varios retratos de la familia. Aunque las condecoraciones en el pecho y la permanencia del retrato en la familia parecen evidenciar que el personaje guarda relación de parentesco con los Brackembury, el retratado aparece representado con una indumentaria que rememora la propia del siglo XVII, y en su pecho aparen tres condecoraciones difícilmente identificables, probablemente británicas y pertenecientes a la familia de larga tradición diplomática vinculada con España.
   


Santiago Martínez Martín (Villaverde del Río, Sevilla, 1890 - Sevilla, 1979)
Retrato de Manuel Delgado Llorach, hacia 1929
Óleo sobre lienzo. 46 x 42 cm.
Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018 

Santiago Martínez inicia su formación artística en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla donde fue discípulo de Gonzalo Bilbao y José García Ramos. Sin embargo será Joaquín Sorolla, al que conoce en Sevilla en 1914, el pintor que influenciará su obra de un modo decisivo. La técnica de pincelada suelta propia del Impresionismo y la luminosidad de su pintura, son, sin duda, herencia del valenciano, siendo, dentro de su generación, el andaluz más vinculado a este estilo. Sus temas más logrados son la pintura de paisajes y el retrato.

El personaje representado en esta obra es Manuel Delgado Llorach, hijo de Manuel Delgado Brackembury y hermano de María Belén, pintada por Grosso en 1944 y esculpida por el padre de ambos hacia 1927-1928. La relación de ambos artistas, Santiago Martínez y Delgado Brackembury, enraiza con el encargo de la Fuente Hispalis de la Puerte Jerez, cuyo diseño se encarga al primero, y cuya ejecución realiza el segundo. Y es quizá en estos años en los que se deba fechar este retrato del pequeño Manuel. 

El retrato infantil presenta las características propias del estilo del pintor, enormemente influenciado por la modernidad técnica de su maestro Sorolla. El carácter familiar y desenfadado que trasmite la obra, materializada en las pinceladas gruesas, no resta sin embargo ni un ápice de credibilidad a la captación psicológica del modelo.

 

 
Manuel Delgado Brackembury (Las Cabezas de San Juan, Sevilla, 1882 - Sevilla, 1941)

Retrato de María Belén Delgado Llorach, hacia 1927-1928
Barro cocido y patinado en color bronce. 46 x 32 x 24 cm.
Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018

Busto de niña, 1905
Bronce. 59 x 43 x 28 cm.
Donación de María, Ignacio y Miguel de Oyarzábal Delgado, 2018

Las magníficas aptitudes para el modelado que se vislumbra desde niño en Manuel Delgado Brackembury, hace que se forme tanto en Madrid como en Barcelona de la mano de los principales escultores del panorama nacional: Mariano Benlliure, Agustín Querol y Josep Llimona. La impronta academicista y el mundo clásico, anclados en el pasado, serán constantes en toda su producción. Una de sus más importantes etapas es la de su trabajo para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, en la que se hace cargo de importantes grupos  escultóricos para el Parque de María Luisa.

El primero de los dos retratos es el de la hija del escultor, María Belén, a una edad de unos siete u ocho años. Aunque, a pesar de ser un retrato familiar e infantil, el aire melancólico de la modelo le confiere una cierta frialdad, el artista afronta la factura de la misma no al gusto clásico sino de una manera más desenfadada, casi abocetada, que deriva de ese cariz familiar, plasmando el detalle anecdótico del peinado con flequillo recogido por un lazo lateral.

En el segundo retrato, el Busto de niña, destacan su sobriedad y sencillez de ejecución. La niña aparece con un ademán ausente y con una posición de marcada frontalidad, que le confiere una falta de sentimiento inusual en los retratos infantiles, más dados a ser campo de experimentación para los artistas para representar la gestualidad propia de los niños. En este caso se desconoce la identidad de la retratada, aunque la pertenencia ininterrumpida de la obra a la familia hace pensar en la posibilidad de tener relación con la familia Brackembury.

 

 

Galería de imágenes