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San Juan de Capistrano y San Bernardino de Siena

Alonso Cano (Granada, 1601 - 1667).
Óleo sobre lienzo.
71 x 95 cm.
Entre 1652 y 1657.

Procedencia

Convento de San Antonio y San Diego, Granada.

Comentario

Esta obra formaba parte del desaparecido retablo mayor de la iglesia del convento de franciscanos descalzos de San Antonio y San Diego de Granada, demolido a mediados del siglo XlX. Este convento estuvo ubicado en el Albaicín, al final del hoy todavía Camino de San Antonio. Resuelta la composición en medias figuras, Cano trabajó ambos rostros con la destreza y precisión de un retrato, resultando humanamente cercanos, próximos incluso a la cotidianeidad del espectador, y con una cómplice religiosidad entre ellos. Considerada como una de las obras maestras de Cano, suele destacarse el acierto en representar a los dos santos en actitud de caminar, que sugiere el brío y la voluntad de estos dos predicadores franciscanos. Habiendo rechazado en tres ocasiones la dignidad episcopal, San Bernardino de Siena se dedicó por entero a la predicación, quedando ligado particularmente a la devoción del Nombre de Jesús. Adondequiera que iba llevaba el monograma de Cristo J. H. S. dorado sobre una tablilla y cuando terminaba de predicar lo presentaba a los fieles invitándoles a arrodillarse para adorarlo. Por eso se le representa envejecido por las mortificaciones, con hábito de franciscano y predicando con el trigrama, su atributo personal, que más tarde sería adoptado por la Orden de los Jesuitas como Jésus Hominum Salvator. San Juan de Capistrano, discípulo y auxiliar de San Bernardino de Siena, le acompañó en sus predicaciones por toda Italia y gran parte de Francia, continuando su labor apostólica por Europa central hasta su muerte en 1453 en Hungría.