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Obras Singulares

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Ayuntamiento viejo de Granada

FORTUNY Y MARSAL, Mariano (Reus, Tarragona, 1838-Roma, 1874).
1873.
Óleo sobre tabla.
35 x 48,4 cm.

Procedencia

Academia de Bellas Artes de Pensilvania.

Comentario

Pieza paradigmática de la etapa granadina de uno de los más insignes pintores del siglo XIX, Mariano Fortuny y Marsal.

Tras triunfar en París con su pintura de taubletin "La vicaría", Fortuny se instala en la ciudad nazarí en busca de calma y de la libertad creativa a la que había renunciado en aras del éxito comercial.

Durante su estancia de dos años (1870-1872), que él mismo describió como uno de los periodos más felices de su vida, el artista catalán desarrolla una prolífica actividad artística junto a su cuñado, Ricardo de Madrazo, convirtiendo su taller en una suerte de academia y en lugar de encuentro de artistas y amigos, como los pintores Martín Rico, Villegas y Ferrándiz o el fotógrafo Laurent.

En Granada el pintor de Reus no solo ejecuta obras para su venta posterior por Goupil, su marchante francés, sino que recupera su genio realizando acuarelas, grabados y dibujos de los espacios de la ciudad que tanto le fascinan -como la Alhambra, el Sacromonte o el Albaicín- y se dedica a restaurar las antigüedades que va coleccionando, su otra gran pasión.

En esta ocasión, el artista recrea un rincón ideal de la ciudad en el que combina construcciones reales de la calle Oficios con otras imaginarias. Así, se representan fidedignamente, en primer plano, la fachada barroca del antiguo Consistorio granadino, anterior sede de la madraza de Yusuf I, y, al fondo, el desaparecido colegio de San Fernando. Mientras que a la izquierda, donde correspondería ubicar la Capilla Real, se emplaza un edificio con soportales y una gran hornacina, que alberga la representación escultórica de una Piedad. Esta última estampa, según los bocetos conservados, se inspira en la fusión de las imágenes existentes de la fachada de la Plaza Bib-Rambla del Palacio Arzobispal -atribuida a José Risueño- y de la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias -obra de José y Bernardo de Mora-.

Asimismo, se sabe que entre los numerosos apuntes, dibujos y esbozos que Fortuny se llevó a Roma viajó esta tabla sin terminar. Fue allí donde completó la composición añadiendo al paisaje urbano unas escenas costumbristas de gran detallismo, tan típicas de su estilo "preciosista", de pincelada precisa y diminuta, que remató firmando y fechando en el ángulo inferior izquierdo como: "Fortuny/ R. 73".

Cabe también añadir que otra de las grandes protagonistas de la obra, representativa de los intereses del autor, es la captación de la cortante y clara luz cenital del mediodía, que inunda la escena, cayendo sobre los salientes de los edificios y proyectando una gran sombra en el suelo de la plaza.

De esta manera, además de recuperar el placer por la pintura en Andalucía, el artista catalán se reencontró con el orientalismo y la luz blanca y cegadora del sur, y comenzó a indagar en el realismo de lo cotidiano, cuestión que afianzó en su corta etapa final en Italia, desde donde manifestó su deseo de volver.

Una vez ejecutada, la obra fue adquirida por el empresario americano Henry C. Gibson al propio autor y años más tarde, en 1892, pasó a ser propiedad de la Academia de Bellas Artes de Pensilvania. Posteriormente, fue adquirida por la Junta de Andalucía en la sala de subastas Christie's de Nueva York, el 30 de octubre de 2002, con destino al Museo de Bellas Artes de Granada.

Esta obra singular de la colección, -que se exhibe permanentemente en la Sala VI del museo-, es testigo de la especial vinculación de Granada con el genio catalán, ciudad que trascendió la mera inspiración para convertirse en su hogar, en un estado mental de alegría y creatividad y en un cambio de rumbo de su estilo artístico.

Imagen en alta resolución (Google Arts & Culture).