Las Colecciones

Obras Singulares

Piedra caliza

Altura = 53 cm; Longitud = 142 cm; Anchura = 42,5 cm

Hierro Pleno. Ibérico. S.IV a.C

Procedencia

Arjona (Jaén)

Comentario

Escultura exenta de un toro en pie con la cabeza mirando al frente, cuya boca está indicada por un surco de sección semicircular. Presenta el morro prominente, con unos grandes orificios nasales redondeados. Los ojos son ovalados, con pupila diferenciada, prominente y perfectamente circular. De los párpados superiores y lacrimales surgen dos vértices que se unen junto a las arrugas del morro. Parece ser que los cuernos eran postizos, ya que quedan restos de los orificios en los que se insertaba plomo para su fijación y las orejas actualmente perdidas estarían realizadas en piedra. La testuz está cubierta por mechones curvos que terminan en un rizo y todo el cuello está cubierto por arrugas gruesas paralelas y onduladas. El vientre y costillar son redondeados, diferenciándose bien los estrechamientos de la cintura escapular.

 

La presencia de esculturas de animales reales o míticos protegiendo simbólicamente los monumentos funerarios correspondientes a personajes destacados y, por tanto, a los difuntos que albergaban, era una de las características de las necrópolis ibéricas de los siglos VI y IV a.C.
Las influencias orientales y griegas se hacen patentes en las técnicas y la estética escultórica. Debió estar destinado a un monumento funerario como expresión de la vida que se deseaba al difunto en el más allá, ya que el toro era símbolo de procreación y vida.