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Exvoto antropomorfo

Bronce, molde.
Protohistoria, cultura íbera, siglos IV-II a.C.

Procedencia

Santa Elena, Jaén.

Comentario

Este exvoto antropomorfo en bronce representa una figura humana en actitud oferente. Viste túnica larga ajustada con escote pronunciado. Se puede datar entre los siglos IV y II a.C., cronología amplia en la que funcionaron los distintos santuarios íberos de la zona de Jaén. La cultura íbera tenía unas creencias de tipo animistas en la que tanto los seres fabulosos -esfinges, grifos, bichas- como las bestias divinizadas -leones, toros, lobos, caballos- protegían las tumbas aristocráticas. En la fase más antigua, siglos VI-V a.C., los iberos exhibían sus imágenes sagradas en las tumbas, por lo que el ritual pretendía otorgar un carácter divino o heroico al jefe. Más adelante, la religiosidad se transformó en colectiva y se vinculó al territorio. Las imágenes humanizadas fueron más corrientes y el esplendor pasó del exterior de la tumba al recogimiento interior de la misma. Las damas, posiblemente la imagen de una deidad humanizada, tomaron el relevo de los guerreros en perpetuar el estatus de las altas jerarquías. A partir del siglo IV a.C. aparecieron los santuarios públicos, en los que los exvotos humanos o animales simbolizaban la comunicación directa del oferente con el dios o los dioses. Estos exvotos, de distintos materiales y de distinta iconografía, eran realizados por artesanos, bien por encargo de los fieles que visitaban el santuario o bien como modelos estándar que los artesanos ofrecían en venta. Una vez ofrecidos a la divinidad o divinidades del santuario, los exvotos quedaban depositados en el lugar. Cuando éstos se acumulaban, eran recogidos por los encargados del mantenimiento del santuario y los depositaban en fosas sagradas.