Publicaciones
LOS TRABAJOS DE RESTAURACIÓN DE LA PUERTA DE LA JUSTICIA DEL CM ALCAZABA DE ALMERÍA.
Durante el mes de junio de 2021 se llevaron a cabo los trabajos de restauración de varios elementos de la denominada como Puerta de la Justicia, la cual se localiza en el Primer Recinto de la Alcazaba de Almería. Desde el punto de vista técnico, se trata de una puerta de entrada en recodo, que se encuentra defendida por dos torres, la Redondeada y la de los Espejos. Tiene unas dimensiones de 8x7 metros y está formada por una torre y un patio adosado al interior. En la fachada exterior podemos encontrar un arco de herradura, donde se localiza uno de los elementos que han sido restaurados, las puertas de madera.
Respecto a su cronología, según su morfología, podría corresponderse con una construcción de época nazarí, ya que este tipo de puertas de grandes dimensiones eran consideradas como un símbolo de representación del poder. De hecho, según A. Malpica Cuello (1995), una de las características más evidentes de la arquitectura hispano-musulmana de este último período, es el desarrollo de puertas en recodo y la construcción generalizada de torres-puertas, como las que encontramos en el Castillo de Moclín, en la Alhambra de Granada (Bermúdez López, J., 1995) o en la Alcazaba de Guadix (www.patrimoniodeguadix.es).
Como otros muchos elementos de la Alcazaba de Almería, la Puerta de la Justicia fue remodelada en los años 40 del S. XX, hecho que ha condicionado su aspecto actual, ya que las remodelaciones sufridas alteraron considerablemente su aspecto original.
En cuanto a los elementos intervenidos, tenemos que decir que han sido dos. Por un lado, las dos puertas de madera que se localizan en la fachada exterior, y por otro, las viguetas de madera localizadas en la cubierta del patio interior de la Torre.
Pero antes de comenzar con la descripción de los trabajos desarrollados en ambos elementos, vamos a hacer una pequeña introducción sobre los conceptos de conservación-restauración, ya que ambos se han utilizado y se utilizan de modo desigual, pues unas veces son presentados como términos excluyentes y antagónicos, mientras que en otras ocasiones funcionan como sinónimos (González-Varas, I., 1999: 74). De esta forma, el término conservación hace referencia a la actividad que consiste en evitar o prevenir las alteraciones futuras de un determinado bien cultural. Por su parte, la restauración consiste en devolver un bien a su estado original o auténtico (Muñoz Viñas, S., 2003: 17-24). De ahí, que la diferencia fundamental entre uno y otro concepto sea la intencionalidad o el objetivo con el que se hacen sus acciones.
En este sentido, I. González Varas (1999: 74-77) distingue entre dos tipos de operaciones. Por un lado, las intervenciones de conservación, que son operaciones cuya finalidad es prolongar y mantener el mayor tiempo posible los materiales de los que está constituido el bien, como pueden ser el análisis de los factores de deterioro, el control de las condiciones ambientales, o el mantenimiento ordinario. Y por otro, tenemos las operaciones de restauración, cuya finalidad es la restitución y restablecimiento del bien, como son la reintegración de lagunas, la limpieza y las operaciones de eliminación de añadidos perjudiciales para su integridad física, etc.
Asimismo, este mismo autor también distingue entre conservación preventiva e intervención directa. El objetivo de la conservación preventiva es retrasar o impedir la intervención de la restauración realizada directamente sobre el bien patrimonial, por lo que consiste en un conjunto de operaciones, como el análisis, la prevención, el control y el mantenimiento. Es decir, acciones que no suponen una intervención directa sobre el bien. Por su parte, el objetivo de la intervención directa es la aplicación de técnicas y tratamientos necesarios para posibilitar la pervivencia de los bienes culturales, así como la reparación de los posibles daños presentados.
Una vez aclarados estos términos, vamos a comenzar con la descripción de los trabajos realizados. En primer lugar, comenzaremos con la sustitución de las viguetas de madera. Como ya hemos comentado, se localizan en la cubierta del patio interior de la Puerta de la Justicia, y el motivo de su sustitución ha sido el mal estado de conservación que presentaban, ya que realmente no recibían ninguna carga portante. Dicho estado de conservación se debía a que en la planta superior de la Puerta de la Justicia se localizan los aseos públicos, los cuales, hasta la última intervención realizada a finales de 2020, se encontraban sin impermeabilizar, lo que provocaba la presencia sistemática de humedades y sales. Es por ello que se determinó la sustitución de las viguetas, las cuales recibieron un tratamiento antixilófagos, de los que hablaremos más adelante, además de ser pintadas con Lasur -un recubrimiento cuyo acabado es totalmente natural- en tonos similares a las anteriores viguetas.
A continuación seguiremos con los trabajos de restauración propiamente dichos, realizados en las puertas de madera, por el restaurador Manuel López-Gay Salmerón. En este sentido, tenemos que decir que la fachada exterior de la Puerta de la Justicia está compuesta por dos hojas de madera de gran tamaño (108 cm y 106 cm de anchura respectivamente, y 360 cm de altura en ambas). Se encuentran divididas horizontalmente en paneles resctangulares con tres hileras verticales de clavos, y dos hileras horizontales dispuestos en la parte superior e inferior, formando una especie de decoración. A su vez, dispone de cerradura y tirador horizontal con decoración simple en la hoja de la izquierda.
En cuanto a su estado de conservación, tenemos que tener en cuenta que el material empleado en su fabricación es la madera, uno de los recursos naturales más utilizados a lo largo de la historia por el ser humano, ya que siempre ha sido un material fácil de encontrar, transportable y cómodo de trabajar, además de tener una alta resistencia mecánica, unas óptimas prestaciones térmicas y acústicas, y una gran resistencia a la degradación (Liotta, G., 2000: 11). A pesar de ello, existen una serie de agentes exteriores que influyen en su degradación (Liotta, G., 2000: 12-13). Así, podemos distinguir entre agentes abióticos y agentes bióticos. Entre los primeros destacan la luz, que determina los cambios de color o en la composición química, el calor ambiental que puede producir variaciones cromáticas, o la humedad. No obstante, son los agentes bióticos, es decir, los vinculados a los organismos vivos, los que realmente provocan una importante degradación en la madera. Entre estos últimos podemos destacar los insectos, puesto que constituyen el mayor peligro para las estructuras de madera trabajadas (Liotta, G., 2000: 15). En nuestro caso, los insectos que se encontraban dañando la madera son los conocidos como insectos xilófagos, una amenaza constante por su movilidad y facilitad de reproducción.
A su vez, como hemos dicho, dichas hojas también presentan elementos metálicos (clavos), los cuales también se ven afectados por agentes ambientales externos que influyen en su corrosión a través de los contaminantes, la humedad, etc.
De esta forma, una vez analizado el estado de conservación que presentaba, a través de una documentación previa, toma de datos y catas previas en el esmalte, se llevaron a cabo las tareas de restauración in situ. Así, en primer lugar, se desmontaron los elementos metálicos para facilitar la aplicación de los tratamientos, y a continuación se colocó un sistema perimetral que invadía lo menos posible la zona de paso para permitir la entrada del personal al Conjunto y a los visitantes.
En cuanto a la madera, antes de llevar a cabo el tratamiento inicial, se protegió el suelo y las jambas de la portada para evitar desperfectos. Una vez protegidos, se procedió a ese tratamiento inicial que consistió en una limpieza mecánica para eliminar la suciedad superficial y restos desprendidos in situ con brochas y un aspirador, la eliminación de capas de esmalte marrón con medios mecánicos y químicos mixtos de manera manual, la consolidación con acetato de polivinilo en grietas y desencolados, consolidación con resina epoxi (por su alta resistencia térmica y a la corrosión) en zonas puntuales para el sellado de grietas, y la aplicación por impregnación de un producto para la prevención de xilófagos. Por último, se procedió al tratamiento final, para el cual se llevó a cabo la reintegración volumétrica de ciertas partes, que se habían visto afectadas por grafitis, con resina exposídica (alta resistencia térmica y a la corrosión), el ajuste de color de un tono similar al que presentaba para igualar toda la superficie, y la aplicación de una capa de protección (incoloro y satinado) para la interperie.
Con respecto al metal, al igual que con la madera, se realizó la limpieza de los elementos metálicos existentes para eliminar concreciones y zonas de oxidación. Se aplicó también un tratamiento inhibitorio para la corrosión, además de una capa de protección similar al original para evitar su oxidación. A su vez, se restituyeron algunos elementos metálicos perdidos. Asimismo, en la cerradura, se llevaron actuaciones para que quedara oculta, ya que en intervenciones anteriores se había realizado un cajeado de la madera para que quedara visible, perdiendo parte de materia. Por último, se repasó y lubricó las posiciones y recorridos del sistema de cerramiento, evitando así posibles roces y una mayor facilidad de uso.
En definitiva, en un Conjunto Monumental como es la Alcazaba de Almería, que presenta un patrimonio cultural tan rico y variado, las labores de conservación y restauración son acciones profundamente necesarias, que se han de llevar a cabo periódicamente. De igual forma, con este artículo hemos podido comprobar que la conservación-restauración no solo se limita a elementos constructivos o restos arqueológicos, sino que existen otro tipo de bienes, que por su naturaleza, deben ser preservados y cuidados para que nuestra generación y generaciones futuras puedan conocerlos y disfrutarlos.
Referencias bibliográficas:
Bermúdez López, J. (1995): ¿La Alhambra¿. En López Guzmán, R. (Coord): La arquitectura del Islam occidental, pp. 211-220.
González-Varas, L. (1999): Conservación de bienes culturales. Teoría, historia, principios y normas. Manuales Arte Cátedra. Madrid.
Liotta, G. (2000): Los insectos y sus daños en la madera. Problemas de restauración. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. Sevilla.
Malpica Cuello, A. (1995): ¿El ocaso del Islam occidental¿. En López Guzmán, R. (Coord): La arquitectura del Islam occidental, pp. 181-194.
Muñoz Viñas, S. (2003): Teoría contemporánea de la Restauración. Editorial Síntesis.
https://patrimonioguadix.es/patrimonio/edificios-historicos/163
Dto. de Difusión del CM Alcazaba de Almería