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Los jardines del CM Alcazaba de Almería y su evolución histórica.
Los espacios ajardinados presentes en la Alcazaba de Almería en el primer y segundo recinto son fruto de los trabajos llevados a cabo a finales de los años 40 del S. XX, y que buscaban impulsar el carácter turístico del monumento.
No obstante, recientes investigaciones arqueológicas desarrolladas en el área de palacio en el segundo recinto han venido a confirmar la existencia del jardín de época islámica, del que ya hablara Al-Udri en sus escritos.
Diversas fuentes históricas describen el palacio construido en época Taifa por al-Mutasim, del cual se dice que estaba rodeado de jardines. Pero es el historiador y geógrafo al-Udri, quien describe con más detalle este jardín de recreo construido por al-Mutasim.
Al-Udri nació en Almería y fue contemporáneo del rey taifa por lo que es considerado testigo único de la obra arquitectónica construida en el S. XI en la fortaleza. Según las informaciones que nos proporciona al-Udri, al-Mutasim mandó construir varios palacios en Almería, siendo uno de ellos el edificado en la Alcazaba, que se caracterizaba por tener un amplio huerto en el que se cultivaban frutos de gran calidad, además de otras estancias como el salón de recepciones, la gran mansión o el patio.
Tenemos que decir que la introducción de la cultura árabe en la Península Ibérica trajo consigo diversas innovaciones tecnológicas y artísticas, entre ellas el concepto de jardín-huerto, nuevos cultivos procedentes del medio y lejano Oriente, además de especies vegetales desconocidas o poco conocidas hasta entonces. De esta forma, el jardín en la cultura andalusí tenía una función más amplia que la puramente estética. El jardín-huerto se convirtió en el receptáculo de plantas aromáticas, árboles frutales y productos hortícolas, por lo que a la estética visual se unió el aprovechamiento agrícola.
En este sentido, los trabajos arqueológicos realizados a comienzos de la década del 2000 en el área de actuación 16, correspondiente al área de palacio, pusieron de manifiesto la existencia del jardín principal y los salones del palacio. De esta forma, los datos proporcionados por las intervenciones arqueológicas desarrolladas confirmaron la existencia de un jardín-huerto, construido a mediados del S. XI.
A pesar de que fue continuamente alterado y remodelado, las excavaciones arqueológicas ofrecieron datos muy interesantes. Los restos del jardín correspondientes al S. XI son escasos y se encuentran muy alterados debido a que en época almohade se realizó una nueva remodelación del jardín. Es en estos momentos cuando se construye una nueva alberca (del árabe al-birka), que en la cultura islámica era, además de depósito de agua para su redistribución a través de acequias, un elemento estético más del jardín y de su arquitectura. En un primer momento ya existía una alberca que es arrasada ahora y aprovechada como cimentación para la construcción de la nueva, que además es de menores dimensiones. Por tanto, al norte del jardín, y adosada a los salones de palacio, se encontraba la alberca, desde la cual se desarrollaba un estrecho andén que comunicaba con una estructura central en la que confluían el resto de andenes que componían el patio de crucero, y a través de los cuales discurría el tránsito por el jardín.
Por otro lado, en uno de los sectores intervenidos, concretamente en el Sector C, se conservaba parte de la tierra de labor del jardín del S. XI, y de la que se recogieron una serie de muestras analizadas por el Laboratorio de Palinología de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, que ofrecieron datos acerca del desarrollo del jardín-huerto de época islámica. De esta forma, según los análisis polínicos se trataría de un paisaje vegetal modelado por el hombre.
En los momentos iniciales, la vegetación de las huertas tiene una baja densidad, que aumenta posteriormente, con un amplio desarrollo del jardín, teniendo una función básica de agricultura, aunque combinada con parcelas ornamentales. Sin embargo, en un momento final ya del S. XI, baja la densidad de especies vegetales de uso agrícola, por lo que el carácter de este jardín se orientó a la explotación de especies vegetales ornamentales en detrimento de las especies agrarias. Además, se registraron esporas algales, que vinculaban esta zona con una balsa de agua cercana, es decir, con la existencia de la alberca en la zona norte del jardín.
En cuanto a las especies más relevantes desde el punto de vista agrónomo y ornamental que se han documentado, destacan la familia de las Chenopodiaceae (remolacha roja, acelga y espinaca), Liguliflorae (lechuga, escarola, endivia, alcachofa, cardo, berenjena), Liliaceae (ajo, cebolla, cebolleta, cebollino, puerro), Caryophyllaceae (clavel, clavel silvestre, clavelillo), Amaryllidaceae (narciso común). Por último, desde el punto de vista arbustivo, destacan Punica granatum (granado) y Rosaceae (rosa).
Tenemos que decir que, tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos en 1489, este espacio dejó de tener esta funcionalidad de jardín-huerto para ser ocupada por un área
vinculada con el fuego, ya que se localizó una estructura con paredes de ladrillo, que pudo cumplir una función de fragua para trabajar metales, por lo que el jardín andalusí se destruyó casi por completo.
Sin embargo, como hemos comentado al principio, el aspecto actual que presentan los espacios ajardinados de la Alcazaba, es consecuencia de los trabajos realizados a finales de los años 40 por el arquitecto conservador de Monumentos Nacionales, Francisco Prieto-Moreno, arquitecto granadino encargado de la Séptima Zona (Granada, Málaga, Jaén, Almería, Ceuta y Melilla) de la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional.
Tenemos que decir que el proyecto realizado por F. Prieto-Moreno no fue el primero que se presentaba para el monumento, ya que con anterioridad ya existía el propósito de convertir la fortaleza en un parque urbano. Tanto es así que en 1918 el Diario de Almería lanzó la idea de embellecer con arbolado y jardines los dos primeros recintos, espacios que se encontraban abandonados y sin uso. Dicha idea se mantuvo presente en revistas y en la prensa local a lo largo de los siguientes años con distintas menciones (1920, 1925 y 1926). Por tanto, el proyecto ideado por Prieto-Moreno culminaba las antiguas aspiraciones sobre la Alcazaba.
Francisco Prieto Moreno diseñó un jardín articulado por paseos y escalinatas que permitían recorrer perimetralmente el primer recinto. El estilo utilizado era el regionalista (corriente artística cuyo objetivo era plasmar arquitectónicamente la esencia artística de cada una de las regiones), por lo que fue muy respetuoso con la esencia del espacio castrense de la Alcazaba de esos momentos. Plantó especies arbustivas de pequeño porte, distribuyendo el arbolado solo en espacios estratégicos. De esta forma conseguía que la vegetación no compitiera con la contemplación de los elementos arquitectónicos conservados. La idea de construir este espacio ajardinado en el primer recinto se debía a la práctica inexistencia de restos arqueológicos visibles en esta zona, además de la presencia de roca que afloraba en la parte central del recinto. Así, Prieto-Moreno construyó en este primer recinto unos jardines de estilo granadino, con pencas y arbustos de poca altura, mientras que en determinados puntos se formaron agrupaciones de árboles para dar sombra y formar jardines dotados de fuentes y pavimentos de empedrado artístico. Por tanto, creó unos jardines de gran similitud con los del Generalife de la Alhambra de Granada. En todo caso, se trataba de un trazado que seguía el dictado de lo que en aquellos momentos se entendía por jardín hispanomusulmán, caracterizado por la presencia de juegos de agua, cuadros geométricos de flores, paseos empedrados y bancos corridos de ladrillo visto, sobre los que era frecuente disponer macetas de geranios y otras especies florales.
El proyecto de Prieto fue aprobado el 23 de julio de 1949, siendo el presupuesto total de cuarenta y nueve mil cuatrocientas tres pesetas con ochenta y seis céntimos. La vegetación dispuesta permitía mantener la máxima visibilidad de las murallas, a base de chumberas, bosquetes de adelfas y cipreses y algún pino aislado. En la parte más baja del recinto proyectó unos pequeños jardines de forma regular, formados por cuadrantes de boj, arriates de ladrillo macizos de rosales y otras flores. Asimismo, dispuso que la mejor época para efectuar las plantaciones era la comprendida entre noviembre y marzo, además de la forma en la que debían de realizarse los hoyos para las plantaciones.
Una fecha importante en la realización de estos jardines fue la comprendida entre el 23 de enero y el 28 de abril de 1950, cuando se llevó a cabo la plantación de pitas y chumberas en el primer recinto y en el acceso de la Alcazaba. Fue el jardinero municipal, Augusto Escoriza, el elegido para diseñar los cuadros ajardinados de detalle propuestos por Prieto-Moreno para el punto más bajo del recinto. Para realizar dicho encargo, Augusto Escoriza visitó el Jardín Botánico de Madrid con el objetivo de ampliar sus conocimientos sobre los jardines regionalistas de la época. Tras dicha visita realizó un informe interno en el que describía las distintas necesidades, comenzando los trabajos el 17 de febrero y finalizando el 28 de abril de 1950. Será ya el 22 de agosto de 1951 cuando se procedió a la inauguración de los recientes jardines construidos, dentro de la programación de las Fiestas de Agosto de la ciudad, asistiendo al acto distintas personalidades. Es a partir de este momento cuando la fortaleza se abre al público, aunque solo en este primer recinto, estrenando un espacio ajardinado singular. No obstante, parece ser que en el momento de su inauguración aún no se habían finalizado las labores de plantación, puesto que en noviembre de 1951 el jardinero municipal elaboró un oficio en el que indicaba las plantas que eran necesarias para completar los cuadros ajardinados de este primer recinto.
Por otro lado, a partir de 1977, y después de la retirada de F. Prieto Moreno, la conservación del monumento fue encomendada a distintos técnicos que no llegaron nunca a vertebrar un plan estratégico de actuaciones que abordase las graves carencias que sufría la fortaleza en esos momentos. Pero fue el año 1986, una fecha clave para el Conjunto Monumental, ya que ese año se transfirieron las competencias en materia de Cultura a la Junta de Andalucía, por lo que se abrió una nueva etapa en la gestión del monumento.
De este modo, a partir de mediados de los ochenta y finales de los noventa, surge otra figura clave para los espacios ajardinados de la Alcazaba, Ramón de Torres López, arquitecto al que le fue encargado un proyecto de intervención global sobre el Conjunto Monumental, que se fue desarrollando en fases sucesivas debido a la complejidad y magnitud de los trabajos a realizar. Así, entre 1993 y 1996 se llevó a cabo una primera fase de dotación de las redes generales de las infraestructuras básicas y la intervención en los jardines del primer recinto. Esta intervención en los espacios ajardinados venía originada por dos motivos. El primero era el evidente deterioro sufrido a lo largo del tiempo, y el segundo porque, desde la creación del jardín, se habían ido introduciendo nuevas especies vegetales sin un proyecto previo, que incluso estaban afectando al deterioro de ciertos elementos arquitectónicos, como la muralla norte. De esta forma, en el espacio ocupado por el jardín se realizó una intervención arqueológica previa por parte del arqueólogo Domingo Ortiz en la que se documentaron una serie de viviendas de época islámica, que indicaban que esta zona no se correspondía con un espacio vacío como se entendía en época de Prieto Moreno -motivo que le llevó a construir los jardines-, sino un espacio habitado.
La intervención de los años noventa sobre el jardín se planteó de acuerdo al criterio establecido por la Dirección General de Bienes Culturales, cuyo fin último era mantener la estructura y organización espacial del jardín ya existente. Así, se llevaron a cabo una serie de actuaciones tendentes a la contención de la erosión, dotación de un sistema de drenaje, red de riego y acequias, y la restauración de las fuentes de piedra natural existentes. Asimismo, se utilizaron materiales ya presentes, como la piedra natural de procedencia local y el ladrillo, y se plantaron especies vegetales de carácter mediterráneo con el objetivo de mantener la biodiversidad, destacando los frutales, arbustos, trepadoras, hierbas aromáticas y medicinales, y herbáceas. Todo ello con el propósito de plantear el jardín como una representación cultural.
En definitiva, como hemos tenido la oportunidad de comprobar, el aspecto actual que ofrecen los jardines del primer recinto es herencia de las actuaciones realizadas durante más de 70 años y que le han dado ese aspecto único y singular. Podemos destacar determinadas especies que en la actualidad podemos encontrar, como aloe vera, margaritas, buganvillas, algarrobos, palmito mediterráneo, naranjos, cipreses, jacaranda, o el Jazmín. Recientemente se está redactando un estudio botánico para la elaboración del Plan Director, en el que analizando las características del monumento, su contexto territorial e histórico, y los criterios de adecuación de las distintas especies en función de la climatología y la biodiversidad, se llevará a cabo una propuesta cuyas recomendaciones serán tenidas en cuenta a la hora de replantear las especies vegetales que en un futuro acompañen y enriquezcan un Conjunto Monumental tan significativo e importante como es la Alcazaba de Almería.
Referencias bibliográficas:
- Arias de Haro, F., Alcalá Lirio, F., Gilotte, S., Cáceres Y., y Alcazaz, F., (2008): Avance de la memoria de intervención arqueológica en el Conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería presentado en la XVIII Reunión de la Comisión Técnica del conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería (18 de abril de 2008). Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.
- Garzón Osuna, D. (2015): Compendio de obras en la Plaza militar de Almería y su Alcazaba: siglos III al XX. Tesis Doctoral. Universidad de Granada.
- Torres López, R., (2014): "Naturaleza y cultura en el jardín andalusí. El jardín de la Alcazaba de Almería". IV Encuentro Internacional hispanoárabe de jardinería "El jardín hispanomusulmán: leyenda, mito y realidad". Almería, 17 y 18 de octubre de 2014, pp, 3-18
- Seco de Lucena, L., (1967): "Los palacios del taifa almeriense Al-Mutasim". Cuadernos de la Alhambra, 3, pp. 15-20.
- VV. AA., (2019): Inventario de especies vegetales y su relación con el mundo andausí en el Conjunto Monumental Alcazaba de Almería. Verde Urbano. Paisajismo y Jardinería.
- https://funci.org/el-jardin-andalusi/
Dpto. de Difusión del CM Alcazaba de Almería