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La mujer como directora de espacios culturales. Un recorrido desde el primer tercio del S. XX hasta la actualidad.
El largo y dificultoso recorrido de la mujer por ocupar puestos directivos en espacios culturales en España, comenzó allá por la década de los años 30 del S. XX, cuando comenzamos a ver las primeras mujeres en la dirección de distintos museos españoles.
De hecho, según la investigadora Margarita Díaz-Andreu (2002), fue a finales del S. XIX y principios del S. XX cuando se pusieron los cimientos para que la mujer accediera a la arqueología y a los museos. Fue la entrada de la mujer en la Educación Superior a partir de 1910 lo que propició una larga lista de mujeres que estudiaron la carrera de Filosofía y Letras que daba acceso al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. A su vez, la aceptación de la mujer en profesiones liberales y la aparición de cursos especiales para mujeres sobre Archivos y Bibliotecas enfocados a la oposición de dicho cuerpo, favoreció que las mujeres se decidieran por una profesión que significaba la mejor opción de ocupar un puesto de trabajo acorde a su titulación. Es más, en 1892, en el II Congreso Pedagógico se reivindicó el trabajo en Archivos, Bibliotecas y Museos como una labor adecuada para las mujeres, ya que estos organismos exigían ciertas habilidades relacionadas con el perfil femenino, como eran la sensibilidad, la paciencia y la minuciosidad.
De esta forma, se sentaron las bases para que la mujer española accediera a puestos de trabajo considerados aptos para las mujeres. Desde 1913 empezaron a obtener plaza las primeras mujeres en el mencionado Cuerpo, siendo doce el total de mujeres que superaron dicha oposición entre 1913 y 1926, siendo una de ellas Pilar Fernández Vega, quien aprobó la oposición en 1922 y fue destinada al Museo Arqueológico Nacional como la primera conservadora del museo. Pilar fue posteriormente nombrada directora del Museo Nacional de Artes Decorativas y del Museo de América, siendo la primera mujer que ocupó un puesto de dirección de un museo de carácter nacional.
Y es que, aunque a partir de los años 30 comencemos a ver las primeras mujeres directoras de museos (Joaquina Eguaras o Teresa Andrés), serán museos provinciales, como los casos de Concepción Blanco Mínguez y Concepción Fernández Chicarro y de Dios. En el caso de la primera, doña Concha, como le llamaban sus colaboradores más cercanos, fue desde 1932 hasta 1977 la directora del Museo Arqueológico Provincial de Cádiz. Su ejemplo resulta curioso ya que en un principio su pensamiento no era quedarse mucho tiempo, pues su familia quería que volviese a Madrid. Sin embargo, Concepción Blanco prefirió tener un alto puesto en una ciudad que no era la suya, antes que un puesto de menor categoría en Madrid. En su decisión también influyó el que conociera en Cádiz al que sería su marido, pero es cierto que hubo muchas otras mujeres que dejaron puestos de dirección en museos provinciales por puestos de menor categoría, caso de Isabel Clarisa Millán, directora del Museo Arqueológico de Soria, que por concurso de traslado regresó al MAN como jefa de la sección de Numismática.
El caso de Concepción Fernández Chicarro es muy similar al de Concepción Blanco, pues fue directora del Museo Arqueológico de Sevilla desde 1959 hasta 1979, además del Museo de la Necrópolis de Carmona, llevando a cabo una importante actividad y reforma que llevó a la modernización de ambos espacios.
Fueron estas primeras directoras las que sentaron las bases para que a lo largo de la segunda mitad del S. XX, otras mujeres llegaran a ocupar puestos directivos en diversos museos españoles, como Isabel de Ceballos Escalera, directora del Museo Nacional de Artes Decorativas desde 1974 hasta 1989, Eloisa García de Wattenberg, directora del Museo de Valladolid y del Museo Nacional de Escultura durante veinte años, o Ana María Vicent Zaragoza, directora del Museo Arqueológico de Córdoba desde 1959 hasta 1987, por tan solo mencionar algunos ejemplos.
Y así llegamos a finales del S. XX y principios del S. XXI, cuando se ha producido un verdadero avance por parte de la mujer por ocupar puestos directivos tanto en museos como en conjuntos arqueológicos. Solo por poner algunos ejemplos podemos nombrar algunas directoras de museos andaluces, como Beba Pérez, directora del Museo de Almería durante dos años y medio; Sandra Rodríguez de Guzmán, que ocupó el puesto de directora del Museo de Itálica; Juana Bedia García, directora del Museo de Huelva desde el 2002 hasta el 2013; Fuensanta García de La Torre, directora del Museo de Bellas Artes de Córdoba desde 1981 hasta 2012; Concha San Martín, directora del Museo Arqueológico de Sevilla en 2006; o Ana Navarro Ortega, que ocupó la dirección del Museo de Almería entre 2005 y 2013, y también la del Museo Arqueológico de Sevilla desde el 2013 hasta el 2018.
En la actualidad, seguimos encontrando mujeres directoras de Museos, caso de Francisca Hornos Mata, directora del Museo de Jaén; María Morente del Monte, directora del Museo de Málaga; María del Mar Capel García, directora del Museo Arqueológico de Úbeda desde el 2013; Dolores Baena Alcántara, directora del Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba desde 2002; Marisol Gil de los Reyes, actual directora del Museo Arqueológico de Sevilla; o Rosalía González Rodríguez, directora del Museo Arqueológico Municipal de Jerez desde 1982.
Por tanto, ¿podemos decir que la mujer ha conseguido ya la igualdad en cuanto a puestos directivos culturales en España? La respuesta sigue siendo negativa a pesar del gran número de mujeres que en estas primeras décadas del S. XXI han ocupado un puesto de dirección en museos o conjuntos arqueológicos. De hecho, aunque poco a poco la mujer va ocupando altos cargos en ámbitos museísticos, se trata de cargos en centros medianos, pues los grandes espacios museísticos siguen estando reservados para los hombres, además de que la lista de hombres directores de museos y conjuntos arqueológicos es más larga que la de mujeres. Así, si miramos los datos de los museos más importantes a nivel nacional, nos encontramos que el Museo Arqueológico Nacional ha sido dirigido desde su fundación hasta la actualidad por veinticinco directivos, de los que tan solo tres han sido mujeres (Carmen Pérez Die, María Chinchilla y Rubí Sanz Gamo). En el caso del Museo del Prado, todos los directores han sido hombres, y en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de seis directores, tan solo dos han sido mujeres (María del Corral y Ana Martínez). Sin embargo, el segundo nivel de gestión, como es la Conservación, la Restauración y el Comisariado, está copado por especialistas femeninas. ¿Cuál es la explicación a este hecho?
Para poder hablar de la problemática que aún existe para que la mujer ocupe puestos directivos, ya sea en el ámbito público como en el privado, tenemos que hacer mención a lo que se denomina "techo de cristal", y que se define como las barreras invisibles que impiden a las mujeres llegar hasta los puestos más altos. Es evidente que, a mayor jerarquía institucional, menos mujeres hay, tanto en el ámbito cultural como en muchos otros. No obstante, no es algo exclusivo de España, sino que internacionalmente tampoco hay mujeres que hayan tenido relevancia en los museos. Por ejemplo, en EEUU los directores de museos siguen siendo hombres.
La situación es tan evidente que incluso en el año 2008 se celebró un Encuentro de Mujeres directoras de Museos, al que fueron invitadas reconocidas directoras de museos españoles. Aquí se expuso la problemática del techo de cristal y las medidas que podían tomarse para solucionar esta cuestión.
Pero para entender el por qué aún en la actualidad no se ha alcanzando la igualdad en los puestos directivos en espacios culturales, tenemos que comprender la situación laboral actual de la mujer. Así pues, la sociedad asigna roles tradicionales, al hombre proveer a la familia, a la mujer ser madre y responsable del cuidado de hijos y marido. Y ahí es donde encontramos la primera barrera laboral de la mujer, en lo social. A la mujer se le ha asignado la responsabilidad constante del cuidado de la familia, y esta responsabilidad conlleva un sentimiento de culpa y un conflicto de roles entre la vida familiar y la vida laboral. Y es que, aunque la sociedad actual acepta la incorporación laboral de la mujer, siguen existiendo una serie de estereotipos sociales, pues la sociedad obliga a la mujer a dar prioridad a su vida familiar por encima del trabajo remunerado. De esta forma, muchas directivas renuncian a sus puestos por la imposibilidad de hacer compatibles trabajo y casa, profesión y crianza de los hijos.
El poder, la competitividad, la capacidad de toma de decisiones se siguen asociando a un estereotipo masculino, mientras que al estereotipo de mujer se asocia a lo pequeño y a lo familiar. Y son las propias mujeres las que imponen estos estereotipos, pues es la educación que hemos recibido. De hecho, Nekane Aramburu, directora del Museo de Arte Contemporáneo Es Baluard de Palma de Mallorca, confiesa el haberse encontrado con ese techo de cristal no solo por parte de los hombres, sino también de las mujeres. A su vez, María del Corral, que fue directora del Museo Reina Sofía, cree firmemente que la ausencia de mujeres en puestos directivos se debe a la dificultad de compaginar su carrera profesional con la familiar.
Por tanto, aún nos queda un largo camino por recorrer para deshacernos de esos estereotipos sociales y esa pesada mochila que las mujeres llevan encima, y que les impide conseguir puestos de alto nivel. Pero también es cierto que vamos por buen camino. Si ponemos el ejemplo del Patronato de la Alhambra y el Generalife, de las cuatro direcciones que ha tenido, la mitad han sido mujeres (María del Mar Villafranca y Rocío Díaz). Es más, el CM Alcazaba de Almería se trata del ejemplo a seguir en la consecución de la igualdad de hombres y mujeres, pues de las cuatro personalidades que han ocupado el puesto de dirección, tres han sido mujeres (Ángela Suárez, María Luisa García y Gema Embí).
Quizás el camino no sea fácil, quizás nos queden obstáculos que salvar y barreras que superar, pero juntas y juntos, apostando por una educación en igualdad de género, educando desde abajo, conseguiremos romper ese techo de cristal que nos oprime y nos dificulta seguir avanzando y conquistado nuestros derechos.
Referencias:
Costela Muñoz, Y., (2011): "Concepción Blanco Mínguez. Una pionera en el mundo cultural gaditano". Actas del III Congreso Universitario Nacional Investigación y género, 383-398.
Díaz-Andreu, M., (2002): Historia de la arqueología. Ediciones Clásicas S. A. Madrid.
Porto Serantes, N., y Neira Gómez, I., (2010): "Perfil de la mujer directiva española". Revista universitaria de ciencias del trabajo, 11, 147-173.
Plan Director del Conjunto Arqueológico de Carmona. Diciembre de 2009. Consejería de Cultura. Dirección de Bienes Culturales.
García, A. El techo de cristal de las mujeres en los museos españoles. El País. Junio de 2016. https://elpais.com/cultura/2016/06/13/actualidad/1465830534_846045.html
Llorente, S. De techos, brechas y retos: 3 miradas sobre el papel de la mujer en el ámbito museístico. Conversaciones Culturplaza. https://valenciaplaza.com/de-techos-brechas-y-retos-3-miradas-sobre-el-papel-de-la-mujer-en-el-ambito-museistico
https://www.ub.edu/arqueologas/
http://www.man.es/man/museo/historia/personal/personal-tecnico.html
http://museosdeandalucia.com/censo/censo.htm
Dpto. de Difusión. C.M. Alcazaba de Almería.
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