Las Colecciones

Espacios singulares

Cisternas de agua

Siglos I d.C. - III d.C.

Además del Castellum Aquae, la ciudad contaba con numerosas cisternas subterráneas destinadas a recoger el agua de lluvia. En la zona conocida como Cortijo del Guarda, encontramos el brocal de un pozo de mediados del siglo XX que se asienta sobre una cisterna romana, construida con gruesos muros de opus caementicium y revestimiento de opus signinum. Esta estructura tiene una capacidad de más de 15.000 litros, y continúa recogiendo y almacenando el agua de lluvia, más de mil quinientos años después de su construcción.

En el año 2001 se documentó la existencia de otra cisterna muy próxima, de forma ovalada y cubierta con grandes sillares que apoyan sobre tres columnas de 5 metros de altura.

 

Modelo 3d

 

Cisterna de agua romana

Castillo de Santa Eufemia

Siglos XIII-XIV

En el extremo sur de Cástulo encontramos una meseta independiente de la principal, que cuenta con una extensión de 2 hectáreas. Aquí se encuentra el último reducto defensivo construido por las tropas musulmanas en el siglo XIII, previamente a la conquista cristiana. Destaca la presencia de un gran torreón construido con tapial, que contaba con cuatro plantas desde el nivel de suelo y una subterránea. Esta zona cuenta con unas fuertes defensas debido a la fuerte inclinación de sus laderas, con un desnivel de 40 metros. Esta fortaleza medieval contaba con un acceso al norte, donde sus laderas son más suaves, frente al que hoy en día todavía se aprecian las huellas de un foso defensivo.

La torre mayor se construyó de forma precipitada y urgente, probablemente por la cercanía de las tropas cristianas en el S. XIII. Para su construcción se destruyen las casas que había en el lugar y de nuevo se reconstruyen en su entorno. Con posterioridad, ya conquistada la zona, se edifican las torres perimetrales y un lienzo de muralla conformando un pequeño castillo que fue destruido en el S. XIV.

Modelo 3d

Torre Alba.

Siglo III a.C.

En el extremo Noroeste de la meseta se localiza una gran torre construida en torno al siglo III a.C., muy probablemente por el ejército cartaginés tras la conquista de la ciudad, y no es solo una construcción defensiva, también es un elemento simbólico que representa el poder de Cartago en la zona. Los hallazgos arqueológicos en la zona evidencian la importancia y simbología sagrada del lugar desde épocas anteriores e incluso después de la conquista romana.

Los indicios arqueológicos apuntan a la existencia de un templo sobre la torre durante la ocupación cartaginesa y la romana posteriormente, al que se accedía por medio de una escalera monumental existente en el alzado Este.

Además de dos altares de época romana, en esta zona se han documentado numerosas ofrendas diferentes épocas realizadas a los dioses.

Modelo 3d

Tumbas ibérica y romana

Siglos IV a.C. y V d.C.

Junto a la puerta de entrada al yacimiento arqueológico encontramos los restos de dos tumbas de planta cuadrada, separadas físicamente por escasos centímetros, aunque temporalmente por 8 siglos de historia. Se trata de una tumba ibérica fechada en el siglo IV a.C. y otra tumba cristiana fechada en torno a los siglos V-VI d.C.

Ésta es una tumba de incineración de planta cuadrada (2 x 2 metros). En el centro de la tumba se encontraba el ajuar, destacando la presencia de una lujosa crátera de figuras rojas importada desde la antigua Grecia y otros objetos que permiten fecharla en el siglo IV a.C.

La crátera, que contenía en su interior los restos incinerados de una persona, se encontraba junto a una urna, un plato de cerámica, una pequeña copa de cerámica y pequeños elementos personales relacionados con la vida de esta persona, como una sortija y varias fusayolas, que permiten pensar en la relación de ésta con la industria textil del momento. Estas piezas fueron depositadas en ese mismo lugar hace más de 2.300 años, y actualmente puedes contemplarlas en el Museo Arqueológico de Linares, donde se exhibe el ajuar completo de la tumba.

Junto a la tumba de época ibérica se localiza otra tumba muy posterior, fechada en torno a los siglos IV-V d.C.

En este caso se trata de un panteón, una tumba en la que se documentaron los restos de una mujer, un hombre y un niño, a pesar de haber sido expoliada siglos atrás. En ella destaca la existencia de dos sillares con inscripciones pertenecientes a lápidas de dos tumbas romanas anteriores, reutilizados en varias ocasiones hasta terminar formando parte de esta estructura.

Cuando se construyó esta estructura funeraria, aún serían reconocibles los restos de la tumba ibérica, ochos siglos más antigua, que fue respetada.

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Castellum Aquae

En una de las zonas más elevadas de la meseta se localiza el Castellum Aquae, uno de los edificios más importantes del núcleo urbano, ya que albergaba los depósitos de agua que abastecían a la ciudad.

Actualmente podemos contemplar la zona superior de las cisternas, aún sin excavar, que conservan gruesos muros construidos con hormigón romano (opus caementicium) revestidos con mortero hidráulico (opus signinum).

A pesar de situarse junto al río Guadalimar, la ciudad debió buscar recursos hidráulicos situados en una cota más alta para garantizar el abastecimiento de estas cisternas. Actualmente conocemos la existencia de al menos un acueducto procedente del Norte, del que se conservan algunos restos de su tramo aéreo entre el olivar.

Desconocemos cuando se construye este depósito y cuando se abandona, ya que no se ha excavado aún. A pesar de ello, con la limpieza que se ha realizado se ha podido documentar que,  una vez abandonada, fue ocupada en época medieval, cuando en su interior se construye una casa, como suele ser común en muchos edificios de la solidez de estas cisternas.

Mosaico de los Amores.

Siglo I-II d.C.

Las intervenciones arqueológicas realizadas desde 2011 mediante el Proyecto Forvm MMX permitieron documentar en el centro monumental de la ciudad de Cástulo un lujoso edificio de grandes dimensiones derribado de forma intencionada entre finales del siglo I d.C. e inicios del II d.C.

Las evidencias arqueológicas muestran una obra inacabada, un edificio que se encontraba en construcción cuando se demolió, tras retirar previamente todos los materiales reutilizables. Las hipótesis apuntan a una damnatio memoriae, pudiendo tratarse de un edificio que iba a ser destinado al culto imperial, el culto a Domiciano, asesinado tras una conspiración en el año 96 d.C.

La destrucción de este edificio y el hecho de que no se construyera sobre él hasta varios siglos después ha permitido que este se conserve en un estado excepcional.

En la zona norte de este edificio se documentó una gran sala de 70 metros cuadrados aproximadamente pavimentada con un mosaico sobre el que se demolieron los muros de adobe y tapial junto a los estucos que los decoraban, permitiendo un conocer numerosos detalles de la composición decorativa y estructura.

Los muros de 3,8 metros de altura se encontraban decorados con paneles de estuco rojo y falsas pilastras con decoración compuesta por copas y flores.

El pavimento que cubre esta gran estancia, estudiado e interpretado por la doctora Guadalupe López Monteagudo, está enmarcado por una orla en blanco y negro de aves que se encuentran en movimiento y plantas acuáticas.

El emblema central de la sala se compone de dos círculos centrales, rodeados por seis lunetas y cuatro cuartos de círculo de los ángulos, espacios decorados con representaciones de figuras humanas, de carácter mitológico y simbólico, y animales salvajes.

En las esquinas del emblema se encuentra la representación de las cuatro estaciones, a la vez que representan el ciclo de la vida, comenzando por el niño que representa a la primavera, el adolescente que representa al verano, una persona madura el otoño y finalmente una anciana que representa el invierno.

Las lunetas que rodean los círculos centrales se decoran con seis erotes que representan escenas de caza de perdices, faisanes y liebres.

En uno de los dos círculos centrales se representa el Juicio de Paris, la leyenda que relata cómo Eris, la diosa de la discordia, encolerizada por no haber sido invitada a la boda de Thetis y Peleo, arrojó entre los dioses una manzana de oro para que se la dieran a la más bella de las tres diosas, Afrodita, Hera y Atenea. Zeus encomendó a Hermes que las condujera al monte Ida para que Paris, hijo de Príamo y Hécuba, fallase el concurso a favor de una de las tres. Hera prometió a Paris darle Asia; Atenea, la victoria en los combates; y Afrodita, el amor de la mujer más bella de la tierra. Paris falló a favor de esta última y, después del juicio, marchó a Esparta en compañía de Eneas, donde se enamoró de Helena, originándose de esta forma la guerra de Troya.

En el otro círculo se ha figurado el mito de Selene y Endimión, en el que se muestra a la diosa, que se ha bajado del carro tirado por dos corceles, descubriendo y aproximándose al bello pastor dormido. El relato mítico cuenta los amores de la diosa Luna con el bello pastor, cuya hermosura había despertado una desmedida pasión en la diosa, y el final trágico de la leyenda, cuando Zeus cumple la promesa que había hecho a Endimión, a petición de Selene, de concederle un deseo. El pastor escogió el don de dormirse en un sueño eterno, quedando dormido para siempre y permaneciendo eternamente joven, momento en el que según algunos mitógrafos es descubierto por la diosa que se enamora perdidamente de él.

Imagen en alta resolución

 

Reconstrucción virtual de la sala del mosaico de los Amores.

Termas mayores

Siglo I-II d.C.

Las intervenciones arqueológicas realizadas por José María Blázquez en las décadas de los años 70, 80 y 90 en la zona central de la ciudad de Cástulo permitieron documentar la existencia de unas termas de época Alto Imperial. 

Las excavaciones realizadas muestran principalmente el hypocaustum de las salas templadas y calientes, así como un pasillo subterráneo que da acceso a los hornos.

Actualmente la superficie conocida de estas termas es de aproximadamente 600 metros cuadrados, pudiendo observarse varias piscinas, letrinas y conducciones de agua.