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Mosaico de los Amores.

Siglo I-II d.C.

Las intervenciones arqueológicas realizadas desde 2011 mediante el Proyecto Forvm MMX permitieron documentar en el centro monumental de la ciudad de Cástulo un lujoso edificio de grandes dimensiones derribado de forma intencionada entre finales del siglo I d.C. e inicios del II d.C.

Las evidencias arqueológicas muestran una obra inacabada, un edificio que se encontraba en construcción cuando se demolió, tras retirar previamente todos los materiales reutilizables. Las hipótesis apuntan a una damnatio memoriae, pudiendo tratarse de un edificio que iba a ser destinado al culto imperial, el culto a Domiciano, asesinado tras una conspiración en el año 96 d.C.

La destrucción de este edificio y el hecho de que no se construyera sobre él hasta varios siglos después ha permitido que este se conserve en un estado excepcional.

En la zona norte de este edificio se documentó una gran sala de 70 metros cuadrados aproximadamente pavimentada con un mosaico sobre el que se demolieron los muros de adobe y tapial junto a los estucos que los decoraban, permitiendo un conocer numerosos detalles de la composición decorativa y estructura.

Los muros de 3,8 metros de altura se encontraban decorados con paneles de estuco rojo y falsas pilastras con decoración compuesta por copas y flores.

El pavimento que cubre esta gran estancia, estudiado e interpretado por la doctora Guadalupe López Monteagudo, está enmarcado por una orla en blanco y negro de aves que se encuentran en movimiento y plantas acuáticas.

El emblema central de la sala se compone de dos círculos centrales, rodeados por seis lunetas y cuatro cuartos de círculo de los ángulos, espacios decorados con representaciones de figuras humanas, de carácter mitológico y simbólico, y animales salvajes.

En las esquinas del emblema se encuentra la representación de las cuatro estaciones, a la vez que representan el ciclo de la vida, comenzando por el niño que representa a la primavera, el adolescente que representa al verano, una persona madura el otoño y finalmente una anciana que representa el invierno.

Las lunetas que rodean los círculos centrales se decoran con seis erotes que representan escenas de caza de perdices, faisanes y liebres.

En uno de los dos círculos centrales se representa el Juicio de Paris, la leyenda que relata cómo Eris, la diosa de la discordia, encolerizada por no haber sido invitada a la boda de Thetis y Peleo, arrojó entre los dioses una manzana de oro para que se la dieran a la más bella de las tres diosas, Afrodita, Hera y Atenea. Zeus encomendó a Hermes que las condujera al monte Ida para que Paris, hijo de Príamo y Hécuba, fallase el concurso a favor de una de las tres. Hera prometió a Paris darle Asia; Atenea, la victoria en los combates; y Afrodita, el amor de la mujer más bella de la tierra. Paris falló a favor de esta última y, después del juicio, marchó a Esparta en compañía de Eneas, donde se enamoró de Helena, originándose de esta forma la guerra de Troya.

En el otro círculo se ha figurado el mito de Selene y Endimión, en el que se muestra a la diosa, que se ha bajado del carro tirado por dos corceles, descubriendo y aproximándose al bello pastor dormido. El relato mítico cuenta los amores de la diosa Luna con el bello pastor, cuya hermosura había despertado una desmedida pasión en la diosa, y el final trágico de la leyenda, cuando Zeus cumple la promesa que había hecho a Endimión, a petición de Selene, de concederle un deseo. El pastor escogió el don de dormirse en un sueño eterno, quedando dormido para siempre y permaneciendo eternamente joven, momento en el que según algunos mitógrafos es descubierto por la diosa que se enamora perdidamente de él.

Imagen en alta resolución

 

Reconstrucción virtual de la sala del mosaico de los Amores.