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Nueva incorporación a sala

Se incorpora a la sala 13 "La Romería del Rocío", del pintor Miguel Hernández Nájera.

 La romería del Rocío, 1917
 Miguel Hernández Nájera (Madrid, 1864 ¿ 1936)
 Óleo sobre lienzo, 280 x 345 cm.
      

La romería del Rocío, fue presentada en la Exposición Nacional de 1917. En ella plasma el paso de una hermandad sevillana bajo la cálida noche, posiblemente la procedente de Triana ya que el pintor era asiduo a ver el regreso de dicha filial todos los años, según recoge en un artículo el canónigo y escritor Muñoz y Pabón. La escena se resuelve a partir de una original composición, al disponer en primer plano la pareja de bueyes con los característicos frontiles bordados que rematan sus cabezas y que cortan la tendencia en diagonal del esquema compositivo. Concluye en perspectiva con la imagen compacta de la ciudad de Sevilla y la dársena del río Guadalquivir, evocando así el simbólico reencuentro de la ciudad con el campo.

Mediante golpes efectistas de luz y color, recrea de forma magistral  y realista, aunque alejado del empleo de un dibujo preciso, el paso de las carretas que acompañan al simpecado. Estas carretas, vistosamente adornadas mediante encajes, flores y exornos frutales, son el medio fundamental de desplazamiento a la aldea marismeña, sirviendo como lugar de avituallamiento y descanso. En su interior, aparecen sentadas las mujeres, que alegran la marcha al compás de los cantes por sevillanas, y visten el clásico traje con volantes ataviado con los vistosos mantones y las flores prendidas al pelo. Toda la obra está cargada de ritmo, potenciado por el devenir de los romeros que plasman la algarabía de la peregrinación.

 La romería del Rocío, una de las mejores y más ambiciosas obras del pintor Miguel Hernández Nájera, fue donada por su autor al Museo de Bellas Artes de Sevilla en mayo de 1936.  

El pintor inició su formación en la madrileña Escuela de Bellas Artes de San Fernando, siendo sus maestros los pintores Alejandro Ferrant y Fischermans y Emilio Sala, quienes influyeron decisivamente en su carrera. Su producción se fundamenta en obras de carácter costumbrista, aunque también cultivó otros temas como el paisaje realista o la pintura de historia. Participó activamente en la vida artística del momento, como se deduce de las relaciones que mantuvo con otros artistas, destacando su admiración y estrecha amistad con el pintor Joaquín Sorolla, de la que tenemos testimonios por las cartas de Hernández Nájera que se conservan en el Museo Sorolla de Madrid. 

Se involucró activamente en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, participando desde 1887 hasta 1936, año en que fallece. Destacó en numerosas ocasiones, en las que le fueron otorgadas las siguientes condecoraciones: primera medalla en la Exposición Nacional de 1901 con la obra La víspera del Dos de Mayo; segunda medalla en la exposición Internacional de 1892 por El cordel de las merinas y en la Nacional de 1895 con Levantar el gallo; tercera medalla en la de 1890 por El doctor Fausto, logrando mención honorífica en el Salón de París de 1900. 

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