Las Colecciones

El Museo de Bellas Artes de Córdoba tiene su origen en el proceso desamortizador de bienes eclesiásticos, establecido por las Reales Órdenes de 25 de noviembre de 1835 y 14 de diciembre de 1836, mediante las cuales, se suprimieron algunos conventos en nuestra ciudad, poniéndose en venta sus bienes. Para albergar este patrimonio artístico y documental se crearon unas comisiones artísticas y científicas encargadas de la gestión del patrimonio requisado y su salvaguarda en museos y bibliotecas, nacidas para albergar estos bienes. La creación del Museo de Bellas Artes de Córdoba fue recogida en el acta de la Comisión de 25 de octubre de 1843, refrendada por una Real Orden del 15 de octubre de 1844.

Aunque su colección fundacional nace con los fondos procedentes de los conventos cordobeses desamortizados en 1835 y 1868, principalmente de naturaleza pictórica, la definitiva configuración de la colección que en la actualidad se conserva es fruto de diversas donaciones, adquisiciones y depósitos realizados a lo largo del tiempo. Dentro de éstas destacan como hitos más significativos por el volumen de fondos que le aporta, la donación de la Marquesa de Cabriñana (1898), la donación de Ángel Avilés (1922), el depósito de Mateo Inurria (1943), la donación Luis Bea Pelayo (1948 y 1962), la donación de Camacho Padilla (1969) y la Colección de la familia Romero de Torres (1991).

En el fondo pictórico se encuentran representados la práctica totalidad de los más notables artistas relacionados con Córdoba desde la Edad Media a nuestros dias, entre los que destacan los nombres de Pedro de Córdoba, Pedro Romana, Alejo Fernández, Pablo de Céspedes, Juan de Peñalosa, Juan Luis Zambrano, Juan de Valdés Leal, Antonio del Castillo, Fray Juan del Santísimo Sacramento, Antonio Palomino, José Ignacio Cobo y Guzmán, Rafael Romero Barros, Tomás Muñoz Lucena, José Garnelo y Alda, Rafael y Julio Romero de Torres, Rafael Botí, Pedro Bueno, Equipo-57, José María Báez, José María García Parody, Desiderio Delgado, Jacinto Lara, Antonio Villatoro, Rita Rutkowski, entre otros, formando un conjunto imprescindible para el conocimiento de la evolución de la pintura local. Además destacan otros artistas de otras escuelas españolas como  José de Ribera, Valeriano Domínguez Becquer, Antonio María Esquivel o Carlos Haes.

Dentro del fondo escultórico que va desde Juan de Mesa, Duque Cornejo o Miguel Verdiguier, a Miguel Blay, Agustín Querol, Quintín de Torre, Julio Antonio, Juan Cristobal, destaca en especial Mateo Inurria Lainosa, del que el museo conserva un significativo número de piezas.

Compuesta por medio millar de originales pertenecientes a los siglos XVI al XX, la colección estable de dibujos ha sido tradicionalmente considerada como una de las más significativas de España, después de las existentes en instituciones tales como el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional. En ella, destacan dibujos de artistas de escuelas nacionales y extranjeras de distintas épocas, aunque su núcleo más importante viene referido a artistas cordobeses o vinculados a la ciudad durante los siglos XVII al XX. Así el Museo cuenta con obras de Pedro de Campaña, obras atribuidas a José de Ribera y a Juan Valdés Leal o Alonso Cano, Antonio del Castillo, Antonio García Reinoso, Lucas Valdés, Miguel Verdiguier, José Camarón, Vicente López, Mariano Fortuny, Joaquín Sorolla, Rafael Romero de Torres, Mateo Inurria, etc

La colección de grabados sobrepasa en la actualidad el millar de ejemplares, en las más varias técnicas de impresión sobre papel. Algunos de ellos aparecen agrupados formando libros, o bien series específicas dotadas de unidad en razón de su autoría o temática. Destaca una edición de los Caprichos y otra de los Proverbios de Francisco de Goya. En cuanto a obras sueltas o tiradas de un solo autor, están representados los mejores grabados españoles del siglo XVIII, junto a otros del XIX. Significativa es la representación de algunos artistas fundamentales en la historia del grabado contemporáneo de creación, que conectaría con las actitudes de vanguardia en la pintura dentro del periodo conocido como "la edad de plata del arte español".

Cuenta también el Museo con una importante colección de cerámica, de la que destacan dos jarrones japoneses del siglo XIX, cinco recipientes talaveranos de serie azul, varios tinajones trianeros decorados con motivos cordobeses en el taller de Maroto, dos tibores de similares características y alguna que otra vasija procedente de alfares andujanos. Además cuenta con un conjunto de treinta reproducciones en yeso patinado de otras tantas obras famosas de las culturas egipcia, griega, romana y renacentista, que llegaron al Museo en 1905 procedentes del antiguo Museo Nacional de Reproducciones.

Completan los fondos la Colección Romero de Torres, adquirida por la Junta de Andalucía en 1989 y adscrita al museo en 1991. Esta colección fue formada por esta familia y se compone de tres secciones, una de artes plásticas, con obra de Rafael Romero Barros, Rafael, Enrique y Julio Romero de Torres, y de Rafael Romero de Torres Pellicer. Otra colección de arqueología, con piezas interesantes del periodo ibero, romano, visigodo y andalusí, y una última sección de artes decorativas. Además de una completa biblioteca, archivo y fonoteca.

El actual espacio expositivo se organiza en torno a dos plantas, con tres salas en planta alta y otras tres en planta baja, dedicadas a la exhibición de pinturas, esculturas, dibujos y grabados, distribuidos de forma didáctica y cronológica, que pretenden reflejar el desarrollo artístico de nuestra ciudad desde los siglos XIV al XX. Ello se concreta en la existencia de salas dedicadas al arte cordobés y renacentista, al arte manierista, barroco, moderno y contemporáneo, más una sala dedicada a obras sobre papel, de carácter temporal.

Todas las salas están sometidas al criterio de rotación y sustitución de fondos por motivos de conservación o como consecuencia de la salida de préstamos temporales de obras o por la llegada temporal de obras de especial relevancia. Dinámica que responde a la propia de un ente vivo, consecuencia de las diversas funciones que por ley el museo está obligado a cumplir, al servicio de las cuales se encuentra un equipo de personas encargadas de la conservación, restauración, difusión y administración de la institución. Por ello, además de los espacios dedicados a la exposición, el edificio cuenta con una sala de restauración, dos espacios de almacenaje y una biblioteca, punto de referencia obligada para los investigadores sobre materias relacionadas con la Historia del Arte, con más de diez mil volúmenes sobre esta materia.

Actualmente, el Museo de Bellas Artes de Córdoba es una institución en permanente adaptación a las exigencias que los nuevos tiempos imponen. Conserva un significativo conjunto de obras, en torno al millar de pinturas, un millar de grabados y estampas, más de setecientos dibujos y más de un centenar de esculturas, entre otros objetos arqueológicos, cerámicas, tejidos, reproducciones, fotografías y carteles. Dada la falta de espacio, solo una mínima parte de sus fondos se encuentra expuesta al público.
 

 

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