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Bodega del Condado de Huelva

Roble americano, tonelería.
1983.

Procedencia

Condado de Huelva.

Comentario

La bodega del museo, procedente del Condado de Huelva, es un ejemplo de este tipo de instalaciones en Andalucía, región por excelencia de vinos generosos y de postre.


Se trata de bodegas no subterráneas sino instaladas en espaciosas naves, para que la aireación sea máxima, formando andanas o filas de bocoyes apilados, con pocos y altos ventanales, para que la luz sea tenue y tamice la claridad exterior, con objeto de no interferir los cambios que están teniendo lugar en los depósitos, suelo de tierra para guardar la humedad y orientación adecuada para beneficiarse de los vientos favorables y protegerse de los perjudiciales.

En el caso del museo se trata de una bodega artesanal de dos andanas, aunque la mayoría de las bodegas suelen tener varias más. Las de arriba se llaman criaderas y la de abajo, la del suelo, solera. Esta disposición es habitual en el sistema de crianza llamado de soleras, por el que se realiza prácticamente toda la producción andaluza y que consiste en el proceso siguiente: después de la vendimia y una vez que las uvas han sido prensadas se obtiene el llamado "mosto de yema", que se traslada a las bodegas y se deposita en las botas o bocoyes, que se fabrican siempre con madera de roble americano, madera porosa que permite que el vino "respire". Allí es donde comienza la fermentación y donde el vino sufre un primer proceso de añejamiento de al menos un año. Cuando el vino es clasificado por los catadores y los enólogos, puede introducirse en el sistema de soleras siempre en los bocoyes de la fila más alta para ir pasando poco a poco a los de las filas inferiores para ir reponiendo las mermas. El protocolo es el siguiente: el vino para el consumo sólo se extrae de la fila inferior, la solera, y de cada bocoy nunca más de su tercera parte. Este volumen es sustituido por el vino procedente del bocoy de la primera criadera, un tercio de cuyo contenido es trasvasado a los bocoyes de la solera, para reponerla. A su vez, un trasvase del mismo tipo tiene lugar de la segunda a la primera criadera, y así sucesivamente, siendo en los bocoyes de la fila más alta donde entra, como decíamos, el nuevo vino.

En las bodegas del Condado era frecuente encontrar un tabanco o pequeña taberna como la que se halla situada al fondo de esta sala del museo. Estaba formada por un castillete de medias botas rellenas con distintas calidades de vino y un mostrador en el que se despachaba a granel o se degustaba directamente en medio de animadas tertulias.

El vino que se cría en los bocoyes del museo procede de uva Zalema, especie típica del Condado, a partir de la cual se elabora un mosto que, tras la primera fermentación, se aclara y tiene un aspecto y una graduación parecida a la del fino, pero con un sabor característico que lo diferencia de él. Recibe el nombre de Solera del Condado y como el fino, la Solera madura, evoluciona de modo natural hacia un Oloroso seco tras una fermentación oxidante y lenta. Gana cuerpo y alcohol y se oscurece sin perder la transparencia.

El Oloroso del Condado ha sido envejecido en nuestra bodega durante unos diez años, ronda los 17º y posee un aroma tan potente que se percibe en toda la planta semisótano del Museo.

La bodega fue adquirida al bodeguero de Bollullos del Condado Santiago Villarán, quien se encargó de su montaje y de su mantenimiento, controlando el envejecimiento de los 18.000 litros de vino de la zona que contienen sus bocoyes.