Historia

Desde el Museo de Jaén se potenció la creación de algunos museos en la provincia, como fue el caso del Museo de Cazorla, como Sección del de Jaén. Su fundación fue otorgada en 1971, aunque tras el convenio de traspaso de competencias depende directamente de la Delegación Provincial de Cultura. Fue inaugurado el 23 de septiembre de 1983.

Para sede de éste se adquirió el Castillo de la Yedra, durando las obras de intervención varios años y continuando éstas incluso en  la inauguración del mismo, aunque se habilitó la torre del homenaje para su exposición.

El castillo sede del museo, es el monumento arquitectónico más significativo de Cazorla. Este monumento, conocido ya desde el siglo XVII como castillo de la Yedra,  también se denomina "Castillo de las Cuatro Esquinas", nombre que le viene por la planta de la torre principal, que es cuadrada, pues sus ángulos miran a su vez a los cuatro puntos cardinales.

El castillo está formado por tres recintos fundamentalmente, aunque también existen restos de barbacana, murallas y otros elementos defensivos fuera del recinto actual.

El recinto más alto aloja la torre del homenaje, de planta cuadrada,  que consta de cuatro plantas y terraza almenada, correspondiendo el nivel más bajo a las mazmorras, a las que se asocia la "Leyenda de la Tragantía".

En el ángulo sureste de la torre se encuentra una edificación que consta de tres plantas de desigual tamaño, usado como vivienda en otros tiempos y por donde se realiza actualmente la entrada al museo.

Los otros dos recintos, que se incluyen dentro de los muros del castillo, no están edificados y se dedican a jardines.

No existen datos seguros sobre su construcción, si bien los estudiosos parecen coincidir en que los árabes debieron edificarlo sobre los restos de una primitiva fortaleza romana. El castillo actual procede de la época del Arzobispo D. Pedro Tenorio, que en 1394 restauró y amplió la fortaleza, que veía amenazada la frontera por el reino de Granada por el apogeo del reinado de Muhammad V y está probada documentalmente la importancia de éste en las guerras y escaramuzas entre las tropas árabes y castellanas.

En los siglos XVII y XVIII pierde importancia estratégica y su significación bélica y sólo vuelve a cobrar importancia en la Guerra de la Independencia.

Durante la desamortización del XIX, pasó a propiedad del patrimonio municipal. A través de una venta, pasó a manos de D. Mariano Extremera, político local,  revendiéndolo más tarde a D. Miguel Marín, cuya esposa lo deja de herencia a la Fundación Marín García, regentada por Hermanas Mercedarias. Finalmente, en 1972, se expropia y se restaura para instalar en él el citado Museo de Artes y Costumbres Populares del Bajo Guadalquivir.