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18/06/2020

La Estela de Ategua

(Por Mª del Camino Fuertes Santos, Coordinadora Enclaves RECA Córdoba. Coordinadora E.A. Munigua. Villanueva del Río y Minas, Sevilla)

Una de las piezas que más me llaman la atención del Museo Arqueológico de Córdoba es la Estela de Ategua.
Su descubrimiento, casual, allá por los años 60 del siglo XX, se efectuó mientras se estaba arando una finca cercana a lo que hoy es el Enclave Arqueológico de Ategua. La mayoría de los daños que presenta son los derivados del paso del arado por su superficie.

Es una estela de gran tamaño y enormemente pesada, pues fue fabricada en piedra. Su peso y su volumen indican que el sitio elegido para su instalación coincidió, más o menos, con el lugar en el que fue hallada. De forma rectangular, su base es triangular, lo que facilitaría su colocación directamente en la tierra. Una de sus caras estaba decorada con una serie de motivos que sirvieron para enviar un mensaje a todos aquellos que la contemplaban.

Los motivos estaban organizados en dos campos decorativos distintos, amoldados a la forma de la estela.  El campo decorativo superior está ocupado por el protagonista de toda la composición. Se trata de una figura humana, completamente estática, representada de frente pero con los pies de perfil. Es el único personaje cuyos ropajes están trabajados con  detalle o, a lo mejor, es el único que está vestido. A sus pies se grabaron otras dos representaciones humanas mucho más pequeñas, una tumbada y otra de pie. Esta última también está de frente y con los pies de perfil, como la principal, pero en ella hay cierto movimiento ya que su mano izquierda se dirige hacia su cabeza. Debajo de la figura tumbada se dibujó un objeto rectangular de difícil interpretación y, casi en la misma horizontal, dos animales cuadrúpedos, machos, seguramente caballos. Otro cuadrúpedo parece estar esbozado entre los pies del protagonista de la composición. 

La figura principal está rodeada de diferentes objetos. A su izquierda, en la misma línea que sus piernas, uno de forma circular, posiblemente un escudo y a su derecha, una lanza, un peine o instrumento musical, una espada y un espejo. Alguna de las líneas grabadas sugieren la presencia de otros elementos circulares y de otro, triangular, que podría ser interpretado como una fíbula (un broche que servía para sujetar la ropa, a modo de imperdible).

El campo decorativo inferior está ocupado por una escena en la que intervienen varios elementos. El más llamativo es un carro de dos ruedas visto desde arriba, tirado por otros dos animales cuadrúpedos sin representación sexual. Este carro estaría conducido por otro personaje, sin lugar a dudas masculino, posicionado de frente pero con los pies de perfil, que tal vez cubría su cabeza con algún tipo de tocado. El campo inferior estaría cerrado con una hilera de personajes cogidos de la mano, dispuestos en dos grupos, de cuatro y de tres figuras cada uno. Es posible que alguno de ellos llevara algún instrumento musical u otro tipo de artefacto.

Esta pieza se encuadra durante los últimos momentos del período conocido como Bronce Final o en los inicios del mundo protocolonial. Su cronología, por tanto, rondaría el siglo VIII a.n.e. Al ser su hallazgo casual, no es posible determinar con exactitud la fecha de su ejecución, dato que sí hubiera sido posible atribuirle si hubiera aparecido durante el transcurso de una excavación arqueológica reglada.

De ese momento cronológico contamos con importantes evidencias arqueológicas en Ategua. Del siglo VIII a.n.e es uno de sus recintos amurallados y las casas de la ciudad que esa muralla protegería. La última intervención arqueológica llevada a cabo sobre la imponente acrópolis que domina el yacimiento, parece determinar que la construcción de la misma pudo coincidir con esa etapa. 

Para algunos investigadores, la estela de Ategua sirvió para informar de la ruta en la que estaba instalada. Para otros señalizaría un territorio, en este caso el dominado por la ciudad de Ategua. Para la gran mayoría señalizaría una tumba, si bien no se ha encontrado ninguna huella de enterramientos en el lugar en el que se halló. Si fuera una estela funeraria marcaría la ubicación de la tumba de un importante personaje de su sociedad, como lo demuestra la propia existencia de la estela, que es única en este territorio -o al menos lo es hasta el momento-. Solamente su excepcionalidad deja clara la importancia de la persona fallecida, ya que ningún otro individuo de su comunidad fue honrado con un elemento semejante. Por otro lado, los objetos y animales representados parecen indicar la posición social que ese sujeto tuvo en vida, objetos que pudieron acompañarle tras su fallecimiento. El resto de personajes pudieron ser los participantes de su cortejo fúnebre.

Una de las preguntas que me hago cada vez que contemplo la estela, es si nueve de las de las once personas representadas eran mujeres y si los dos cuadrúpedos que tiran del carro eran yeguas. Me hago estas preguntas porque, hasta el momento, los que se han encargado de su estudio no se lo han planteado y eso a pesar de que está claro que dos cuadrúpedos son machos y de que el personaje que conduce el carro es masculino. Ninguna de las otras figuras humanas, ni  tan siquiera la principal, tiene representación sexual, así como tampoco la tienen los dos animales representados junto al carro. Algunos investigadores han querido atribuirle cierta virilidad al protagonista, si bien a, simple vista, ella es imperceptible. Y es extraño, pues tanto los dos equinos que están a sus pies como el personaje que conduce el carro, son masculinos sin lugar a dudas. Si esos tres personajes secundarios muestran su atributos sexuales con claridad meridiana, estoy casi completamente segura de que si el personaje principal fuera un hombre, sus genitales hubieran sido trazados con mayor rotundidad. No puedo asegurar que sean mujeres o hembras las figuras que no tienen ningún elemento adicional entre sus piernas o patas traseras. Lo que sí sé es que los que grabaron hace 2800 años la estela de Ategua, sabían lo que querían transmitir y por eso representaron tres personajes con atributos sexuales masculinos y doce sin atributos sexuales masculinos.

Habrá que seguir reflexionando.

 

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