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Lo que nos cuentan las mujeres romanas: "La escultura femenina con stola del Museo de Córdoba versus la Estatua femenina con stola del Museo de Huelva depositada en el Museo Minero Ernest Lluch de Riotinto", por Elena Aguilera Collado, Directora del Museo de Huelva. Conservadora. Arqueóloga.

Lo que nos cuentan las mujeres romanas: "La escultura femenina con stola del Museo de Córdoba versus la Estatua femenina con stola del Museo de Huelva depositada en el Museo Minero Ernest Lluch de Riotinto"

por Elena Aguilera Collado, Directora del Museo de Huelva, conservadora y arqueóloga.

 

Entre otros referentes peninsulares, destacamos una delicada talla marmórea conservada en el Museo Arqueológico de Córdoba procedente de la Corduba imperial, extraída de la contemporánea calle Ángel de Saavedra, frente al convento Santa Ana de Córdoba. Se trata de la representación escultórica de una mujer de principios del período julio-claudio, incompleta, a la que le falta la cabeza, parte del brazo,  pierna y pie derechos, y la mano izquierda.


Esta escultura de busto redondo y tamaño superior a la escala humana, a través del sutil tratamiento de los ropajes y su adherencia al cuerpo, mediante la técnica de "paños mojados", permite al escultor desvelar la silueta de un cuerpo femenino,  que sin estar desnudo, muestra con detalle sus atributos. La stola, adherida al delicado cuerpo representado por el mármol blanco de grano fino y cristalino, permite reflejar entre pliegues de caída vertical el sinuoso cuerpo quebrado hacia la izquierda, mientras la figura flexiona con delicadeza la pierna derecha. Los marcados pliegues del escote en V, permiten entrever la anatomía del torso femenino, así los senos son cincelados al detalle, mientras que el vientre se esculpe en toda su forma mediante la representación detallista del ombligo.
 

Toda la figura nos muestra un desnudo velado, disimulado por el ropaje, pues sería impensable dentro del status ideal de una púdica matrona romana mostrar su cuerpo al desnudo. La condición de matrona nos la refleja toda la vestimenta que porta, su casta stola plisada, que tapa su figura hasta los pies, ropaje propio de las mujeres casadas o mujeres respetables de elevado status social. Bajo la stola viste la tunica íntima, entrevista sutilmente en el escote redondeado y la manga corta. La representación curvada de la palla, o manto, formando un amplio balteus a la altura del bajo vientre permite al escultor jugar más con el contraste entre el desnudo velado y la puditia de la mujer romana, al "tapar" el ropaje esta parte íntima del cuerpo femenino.
 

En este sentido llama la atención el genial uso de los contrapuntos por parte del artista, el juego de la representación de la mujer ideal romana, la matrona, símbolo de estatus social y de estatus moral, fielmente representada con las tres piezas típicas del ropaje de ciudadana romana (stola, túnica y palla), que preservaban la visión del cuerpo de la mujer fuera de su entorno doméstico mediante abundantes pliegues de la stola (pues el vestido femenino fuera del ámbito familiar servía para resaltar la "virtus" y dignidad), frente a la representación de la "impuditia" a través de la forma de representación de dicha vestimenta, pegada al cuerpo, que nos hace rememorar los finos paños que vestían las mujeres de la mas baja extracción y clase moral: las meretrices romanas. Vestidos que dejaban ver y traslucir la figura, tal como nos recuerda Horacio en una de sus sátiras contraponiendo el vestir de las matronas romanas -que ocultan su cuerpo de los ojos ajenos con densas stolae-, a las meretrices que vestían, con intención, finos paños que dejaban ver su propio cuerpo (Horacio Sat. I, 2, 28-29).
 

Por otra parte, el escultor juega con los propios contrapuntos de la talla de la figura contraponiendo el lado derecho flexionado, con el lado izquierdo en posición recta sosteniendo la escultura, también con la forma de esculpir los plieges rectos y verticales, por un lado, en contraste con las curvas del escote, del balteus o el zig-zag de la palla cayendo, contrapunto que se ve reforzado por el juego de claros y oscuros, luces y sombras, obtenidos mediante el dominio maestro de la forma de tallar de los pliegues.


Las mismas características tipológicas y estilísticas de la pieza del Museo Arqueológico de Córdoba las podemos ver casi idénticas en un ejemplar, depósito del Museo de Huelva, localizado en las minas de Riotinto, la escultura femenina romana de Urium. La figura onubense, impregnada de una coloración rojiza debido al óxido de las tierras mineras que la preservaron durante siglos, presenta rasgos un tanto más sólidos y robustos en la representación de los paños adheridos al cuerpo, que oculta más que el ejemplar cordobés la anatomía del cuerpo femenino. En la escultura de la la matrona de la  ciudad minera de Urium, en el manto, se observa la presencia de lacinae, pequeños pesos que servían para dar caída al paño. Además, la escultura de Riotinto ha conservado ambos pies mostrándonos el tipo de calzado: el calceus muliebris, calzado cerrado que solía utilizarse para asistir a los actos oficiales. El estilo de factura apunta hacia una fecha tardía del reinado de Claudio, entre el período del 45 y el 54 d.C., siendo similar la fecha propuesta para el ejemplar cordobense entre los años 30-40 d.C.


Obviando los ligeros detalles del drapeado de los paños y los pequeños detalles de la técnica escultórica que las hacen ligeramente distintas podemos inferir a golpe de vista que ambas piezas museísticas responden a un mismo modelo propagandístico romano de escultura pública, cuyos referentes hay que buscarlos en modelos helenos del siglo V a.C., en concreto en la Venus Genetrix, y estando muy próximas ambas esculturas al patrón de la Hera Borghese

Más información en la ficha de inventario

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