Información general

Actualidad

Atrás

Mi Pieza Favorita

El emperador Augusto: un dios en colonia Patricia Corduba por Trinidad Nogales. Directora del Museo Nacional de Arte Romano.

El emperador Augusto: un dios en colonia Patricia Corduba

por Trinidad Nogales Basarrate. Directora del Museo Nacional de Arte Romano

 

Los hallazgos arqueológicos deparan no pocas sorpresas, y en la ciudad de Córdoba tenemos muchos ejemplos de ello, conservados y expuestos magníficamente en el Museo Arqueológico de esta ciudad, donde se localiza la memoria patrimonial urbana. Son testigos del pasado que dan fe del devenir de los siglos en un solar histórico, hoy triplemente reconocido como Patrimonio de la Humanidad.
 

Nos vamos a referir a unos fragmentos de una estatua colosal de un emperador sentado en su trono, cuya recuperación ha sido fruto del buen hacer de los Museos Arqueológico y de Bellas Artes de Córdoba, en estrecha sintonía con un equipo científico de la Universidad Cordubense, que ha sabido rastrear la información y tejer una sólida propuesta sobre una pieza excepcional de la colección cordobesa. Un nuevo tesoro a sumar a los ya existentes.
 

Procedentes de la actual calle Morería, un recinto de culto imperial dentro del complejo del antiguo foro colonial de colonia Patricia Corduba, lo que conocemos como forum adiectum, con ejemplos en otras ciudades hispanas como la capital de LusitaniaAugusta Emerita, aparecieron en distintos momentos varios fragmentos estatuarios colosales que se depositaron e ingresaron, respectivamente, tanto en el Museo Arqueológico como en el de Bellas Artes de Córdoba. Aparentemente eran obras distintas, sin conexión entre sí. Pero el estudio desveló su pasado común.


Una primera interpretación de los dos fragmentos de mayor entidad, la zona anterior y posterior de un torso masculino semidesnudo de una estatua sedente colosal, fueron estudiados por el prof. J.A. Garriguet de la universidad cordobesa  e identificados por él como un emperador divinizado, sin duda estatua de culto de un recinto sacro.


Lamentablemente le falta la cabeza, que iría trabajada aparte como apreciamos en la cavidad superior en la base del cuello, pues lo usual es que allí se encajara el retrato del emperador y que éste lo efectuara un artista especializado en estos trabajos dentro del taller escultórico.
 

Júpiter sentado en su trono tuvo como paradigma la estatua del templo de Júpiter Capitolino  en Roma, modelo al que se sumaron numerosos santuarios romanos dedicados a la tríada capitolina. El tipo cobró fortuna como expresión del culto al emperador, mostrando a éste igualmente sentado en su trono, a la manera del dios Júpiter, y de ahí su denominación. Este modelo de estatua imperial de culto  perdurará en los siglos del alto imperio, I-II d.C.
 

Los paralelos peninsulares de esta tipología estatuaria son muchos, y todos ellos coinciden en mostrar al poder terrenal, encarnado en la imagen imperial, como un ser superior, heroizado. La mayoría proceden de espacios de culto, donde las estatuas de emperadores adoptan la forma divina, se presentan antes sus súbditos en tronos, con una superioridad física propia de los dioses y se ubican en el espacio tradicionalmente ocupado en exclusividad por las divinidades, a veces compartido.
 

Con posterioridad al primer estudio, el equipo cordobés del profesor C. Márquez y M. Gasparini ha venido a completar la visión de esta colosal imagen. Han localizado e identificado en las reservas del Museo de Bellas Artes, nuevas partes complementarias de la estatua: dos nuevos fragmentos  de las extremidades del emperador cubiertas con manto, que se corresponderían con la zona sedente de la figura. Este rompecabezas estatuario se explica por el tradicional despiece de las estatuas, que se elaboran por partes para que, una vez ensambladas, den resultado visual de un todo. De este modo, no sólo se ahorra material marmóreo, que era de alto coste, sino que también se facilita su traslado y montaje.
 

Las nuevas técnicas empleadas en el estudio de Márquez y Gasparini, de fotogrametría, han permitido hacer una restitución 3D que explica y ayuda a comprender a la perfección la realidad original de la estatua, a todas luces impresionante por su calidad, dimensión y excepcional material. A este respecto han sido analizados los fragmentos de mármol, dando como resultado su procedencia de Paros (Islas Cícladas, Grecia). Un detalle que, lejos de ser secundario, avala varias cuestiones que los autores acertadamente plantean.
 

La obra, de mármol importado, fue posiblemente efectuada por un taller de Roma, quizá  en esa ciudad y, por partes, trasladada la escultura a la capital de la Baetica. Se trataba de la imagen del emperador, que revestía su dignidad en un espacio público de culto, y se mostraba a los ciudadanos como esa divinidad que los protegía.


¿De quién se trataba?. Parece fuera de duda que estamos ante Divus Augustus realizado en época de su sucesor, Tiberio, cuando el fenómeno del culto imperial adquiere en las provincias occidentales un período de máxima eclosión y pujanza. Son momentos en las colonias hispanas de gran actividad edilicia y de monumentalización de los centros urbanos; las autoridades políticas provinciales se afanan por mostrar una nueva imagen de sus ciudades que, superadas las fases de conquista y organización territorial, querían emular a la propia Roma, de donde procedían muchos cargos y élites provinciales.


Este colosal Augusto debía ser contemplado con asombro por los habitantes de Colonia Patricia, posiblemente en algunos de sus monumentos se recordaran sus gestas reproduciendo los textos del testamento político de Augusto, las Res Gestae Divi Augusti. Él había sido el iniciador de un nuevo tiempo para Roma, el que había propiciado años de bonanza y bienestar. No se escatimaron esfuerzos para que, desde Roma, llegara esta imponente estatua que debió impactar en la población.
 

Divo Augusto regía desde su trono los nuevos tiempos coloniales, momentos de un resurgir de lujuria del mármol, que inundaba todo, que repetía las consignas del poder enmascaradas en símbolos y alegorías explícitas o implícitas en sus edificios, cuyas letras de bronce dorado refulgían en la puesta de sol de esa eterna colonia Patricia Corduba.

 

Más información:

Márquez, C. y Gasparini M.: Escultura de emperador sedente en colonia Patricia en Archivo Español de Arqueología (2020) nº 93 pp. 173-182. Consulta aquí

Ficha de inventario

 

Galería de imágenes