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El Mosaico de las cuatro estaciones. Por Alicia Córdoba Deorador, directora del Archivo Histórico Provincial de Córdoba

El Mosaico de las Cuatro Estaciones.

Por Alicia Córdoba Deorador, directora del Archivo Histórico Provincial de Córdoba

 

Es junio de 1871. En el edificio de la antigua Iglesia de Santo Domingo de Silos se están realizando obras y en el curso de éstas, al abrir el hueco de una escalera para bajar al sótano, encuentran restos de un gran mosaico romano de curiosa factura que enseguida levanta una enorme expectación entre nuestros conciudadanos. Dividido en cuatro cuadros con la representación de las cuatro estaciones y rodeado por una cenefa, pronto planteará cuestiones sobre su datación y su emplazamiento original. Afortunadamente, el propietario del inmueble es don Antonio de Luque y Lubián, un antiguo maestro de obras, padre además del entonces arquitecto provincial, y pondrá especial cuidado en resguardar el mosaico con la construcción de un abovedamiento.


El ya conocido como Mosaico de las Cuatro Estaciones permanecerá así, en manos privadas aunque públicamente conocido, desde la fecha de su descubrimiento hasta 1942, en que se culmina su venta al Estado para el Museo Arqueológico de Córdoba. Enclavado en el solar para el que una vez fue concebido, se convertirá en un símbolo de la compleja historia de éste, marcada por un continuo cambio de usos a lo largo del tiempo.


Desde su remoto pasado de época romana, que el propio mosaico documenta, hasta la fundación de la Parroquia de Santo Domingo de Silos tras la reconquista de la ciudad, sólo podemos especular sobre un posible destino del lugar como mezquita en época islámica. Su historia a partir del siglo XIII es mucho más conocida y existen numerosos testimonios escritos, pero cobra un giro especial a partir del siglo XVIII, cuando ya el edificio adolece de un cierto descuido. En 1782 el Obispado de Córdoba decide refundir las parroquias del Salvador y de Santo Domingo de Silos y ubicar su sede en la iglesia del Colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús, situado justo en frente, en la plaza de la Compañía. En adelante, Santo Domingo será utilizado como almacén de la parroquia, arrendado como taller de carpintería; habrá incluso un intento frustrado, en 1796, de convertir el edificio junto con la casa de la calle Pompeyos, que también había pertenecido a los jesuitas, en Casa de Oficio del Corregidor. Desacralizado en 1809, seguirá siendo propiedad de la Iglesia -aunque curiosamente se convertirá en local de tertulias patrióticas durante el Trienio Liberal- hasta su desamortización y venta en 1843. Desde entonces ha pasado por sucesivos propietarios y destinos, casa-taller, bodega, para al fin, en un estado ya ruinoso, ser expropiado por el Estado en 1974 y rehabilitado para su uso como Archivo Histórico Provincial de Córdoba, en el que continúa desde entonces.


Por su parte, el mosaico, separado del edificio que lo albergó durante siglos, ha seguido una trayectoria diferente. Integrado en la colección del Museo Arqueológico de Córdoba, fue exhibido y contemplado por centenares de miles de personas desde su adquisición. Las circunstancias actuales, sin embargo, lo han convertido en una de las piezas "invisibles" del Museo, desmontado y guardado en sus almacenes.

De ahí que, en el año 2017, entre las muchas actividades programadas con motivo del 150 aniversario de la creación del Museo Arqueológico de Córdoba, se planteara una exposición que exhibiera el mosaico no tanto en su contexto original como en el entorno urbano y arquitectónico del que procedía, que no es otro que la sede del Archivo Histórico Provincial.
Las dos instituciones, Museo y Archivo, colaboraron estrechamente para llevar adelante esta exposición que, durante un breve espacio de tiempo, permitió la contemplación de una pieza durante años no exhibida y que los más jóvenes sólo conocían indirectamente a través de representaciones e imágenes.

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