El héroe anónimo

Por Luís Medina. Músico

La imagen en política pretende sustentar la base de un relato histórico.

Augusto lideró uno de los periodos de mayor esplendor de Roma, y decidió llevar un mensaje casi guionizado a través de las principales ciudades del territorio. Las monumentalizó, y habitó de personajes históricos y mitológicos sus foros. Su familia no sólo había sido la de César, sino que, en sus ínfulas, entroncaba con los mismísimos Venus y Marte. Encargó a Virgilio La Eneida como quien diseña hoy un Premio Planeta. Virgilio, eso sí, resultó un excelente relator.

La Thoracata muestra a nuestro héroe anónimo caminando con decisión. ¿Es Eneas huyendo de Troya, salvando a su padre Anquises y a su hijo Ascanio? Un héroe que huye y salva. Un héroe cuya huida el destino vinculará con la dinastía fundacional de Roma. ¿Es el propio Rómulo marchando hacia el templo de Júpiter?

Una nueva Roma. La Pax se consolida. Los foros de las principales ciudades se hacen al modo del gran enclave romano, con sus mismos personajes, y alaban las virtudes de su nuevo Principado, fruto de la dinastía de los Julios, de la que él era el último eslabón. Grandeza y abnegación. Paz y firmeza. Heroicidad y pasado glorioso. Prosperidad y ciudadanía. Lo cierto es que el mensaje que pretendía transmitir de su tiempo es muy coincidente con el que nos ha llegado a través del periódico de la Historia.

Por el momento, nuestro héroe, sin cabeza y mutilado por los años, no nos desvela su identidad. En el siglo XXI casi es una bendición, para no ser juzgado por revisionistas ni mancillado por energúmenos. Sólo con su imagen de vigor, de dignidad, de dinamismo, de la decisión propia de los elegidos, de estandarte de una Roma para todos y todas, mantiene imponente todo el poder de la imagen. Los muros de las redes sociales de aquel tiempo eran las plazas. Las fotos de perfil eran de mármol fino. Probablemente, un día Augusto conoció el foro colonial de Corduba, capital de la Hispania Ulterior, cuando todavía era el joven Cayo Octavio Turino. Era esa ciudad que su tío abuelo, César, incendió por defender a los hijos de Pompeyo. ¿Se sintió en deuda por haberlo acompañado en su campaña?

Cuando Augusto designó a Córdoba Colonia Patricia, y la ciudad se monumentalizó, ¿estaba originalmente nuestro héroe honrado en su foro? ¿O fue posteriormente, quizá ya con Tiberio, erigido en el Forum Adiectum, el nuevo foro de la ciudad? Allí se encontró, casi diecinueve siglos después, cuando el Foro Nuevo es un fantasma de la calle Morería, y el Foro Romano, un espacio donde todo ocurría, más o menos, donde hoy ocurren otras cosas entre el Cien Montaditos y el Góngora Gran Café.