Información general

Actualidad

Atrás

Mi pieza favorita

Collar de oro y granates. Siglo I. Procede de un ajuar funerario romano excavado en el solar de la antigua fábrica de gaseosas La Constancia , en la Avenida del Brillante

 (Por Pablo García Casado. Escritor)

 

Asomado a la vitrina, pensando en todos los seres humanos que hicieron posible este momento. El cúmulo de azar y combinatoria que acercaron a mis padres y a los padres de mis padres, como decía el poeta Ángel González, hombres de todo el mar y toda tierra,/ fértiles vientres de mujer, y cuerpos/ y más cuerpos. Ese milagro que se pierde en el confín de la constelaciones, desde el remoto big-bang hasta esta hora y este minuto, frente esta vitrina del Museo Arqueológico de Córdoba. Más allá del cristal, el rojo delicado, el oro indeleble sobre la huérfana peana. Porque hay una orfandad, un hueco, algo que falta. Como falta el vino en los odres quebrados. Porque faltan las uñas pintadas en los anillos vacíos. Porque falta un cuello delicado que ocupe el semicírculo de nada, esa ausencia latente que recorre todo el museo, los espíritus de los cientos, de los miles de hombres y mujeres que a través de los siglos pisaron el suelo que hoy pisamos. Este museo que habla de reyes y obispos, de señores de la guerra, de hechos ilustres tallados en piedra para ser nombrados hasta la eternidad. Pero también hay objetos que fueron de seres mundanos, como usted y como yo, pensados sin pretensión de un más allá: el vaso que sólo buscaba saciar la sed instantánea, la moneda destinada a ser cambiada por un saco de trigo, el chato capitel para coronar la columna. O este collar, icono del deseo fugaz. Imagino el gesto de asombro de la amada, las manos, propias o ajenas, abrochándolo en la nuca, la gota de sudor que en ese momento discurre esternón abajo. Y lo que pasó después que no es asunto de este escrito. Y cómo a lo largo de los siglos fue descansando en los cuellos de las jóvenes, y iluminando los rostros de los novios, los maridos, los amantes, las amigas envidiosas, las vecinas, las madres y los padres. Hombres y mujeres cuyos nombres ha borrado el tiempo para siempre, sepultados bajo los siglos, exiliados y empobrecidos, en esta ciudad que aún vive de la melancolía de un tiempo hermoso que se fue para siempre. También este collar, aletargado y frágil, se mantuvo durante siglos bajo la tierra funeraria, para lucirlo en un más allá, porque al cielo y al infierno no se puede llegar de cualquier forma. Y así, cuando el crujir de las excavadoras derribó la fábrica de burbujas, y se hallaron los milenarios restos de los primitivos cordobeses, apareció esta joya, indeleble al paso del tiempo, preparada para lucir otros cuellos, aunque sean invisibles, de esos espíritus que en forma de hombres y mujeres pueblan nuestro Museo Arqueológico. 

http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=136507&inventary=DJ032188&table=FMUS&museum=MAECO#.XvMX70fQ-d4.email

Galería de imágenes