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Finalizan las obras de conservación en el baluarte del Saliente

La torre conocida como del Espolón o de la Batería de Saliente según recogen los documentos militares de los últimos siglos, es una de las construcciones más representativas de la arquitectura militar de la Alcazaba. Sus paramentos son representativos de la evolución sufrida por el monumento desde su fundación en el siglo X, ya que acoge innumerables fases evolutivas hasta la actualidad. La torre objeto de estudio es, quizás, una de las que más problemas presentaba, a pesar de las restauraciones ejecutadas en las últimas décadas, y donde se localizan algunos de los más importantes problemas de conservación.

El proyecto y dirección de obra ha corrido a cargo de Yamur. Arquitectura y Arqueología, contando la ejecución de la obra de conservación con un presupuesto total de 62.495,79 €, al que hay que unir en los últimos meses las obras de conservación de la muralla sur junto a la Puerta de la Justicia, o los trabajos arqueológicos emprendidos en la Muralla Norte, todo por un importe cercano a los 180.000 €.

 

El proyecto técnico consideraba una doble vertiente interventora en el Baluarte del Saliente: por una parte, el zócalo de mampostería que se construyó a finales del siglo XX, forrando la zona baja de la torre, y por otra, el alzado emergente de la construcción en la zona superior, ejecutado con la técnica del tapial. La consolidación del basamento de mampostería ha consistido en la colocación del material constructivo desprendido, además del rejuntado general con mortero de cal. Por su parte, la restauración en la parte emergente implicó la eliminación de añadidos del siglo XX, especialmente morteros de restauración degradados, y la conservación de los enlucidos y reparaciones históricas. El tapial, por su parte, se consolidó, rellenando oquedales y cosiendo fisuras con varillas de fibra. Los últimos trabajos consistieron en la impermeabilización de la terraza superior, así como la colocación de una nueva gárgola de evacuación de aguas. Se eligió una metálica de zinc como solución más adecuada para disponer de buena sección y resistencia al encastrarla en la original de piedra, que se conserva cercenada y provocaba graves escorrentías de agua; poco a poco perderá su brillo hasta adoptar un acabado mate.


El criterio general ha consistido en respetar todas las fases históricas y sus materiales y cicatrices como representativos de la evolución de la torre, huyendo de falsas restituciones de estilo, y eliminando añadidos recientes que eran inapropiados al desvirtuar la imagen original y provocar daños en la propia conservación del bien.

 

Por otro lado, los estudios histórico-arqueológicos practicados hasta el momento ponen en evidencia una secuencia que tendría cinco fases históricas. Una primera que sería de finales del siglo XV correspondiéndose con la última fase islámica o nazarí de la Alcazaba, dos, en época cristiana durante los siglos XV-XVII, donde las murallas de la Alcazaba experimentan numerosas reparaciones como consecuencia de los terremotos y consecuentemente el colapso de las fábricas de tapial medievales. Tres, obras contemporáneas de los siglos XVIII-XIX, donde la importancia militar de la plaza va decayendo y fruto de ello es el estado ruinoso del bastión. Cuatro, que se correspondería a las restauraciones del siglo XX. A esta etapa pertenece la mayoría de las fábricas visibles hoy en día, destacando los trabajos del arquitecto conservador Francisco Prieto-Moreno y de su hijo, así como del también arquitecto Roberto Puig. Y finalmente habría que destacar una última fase, ya en el siglo XXI, que se ha centrado en el rejuntado en aquellos puntos donde se había perdido el mortero de cal de una forma más evidente.

 

Esta secuencia es muy general, y se encuentra aún en fase de revisión y estudio. Las adscripciones cronológicas son, por tanto, relativas y han de ser todavía contrastadas con los resultados de las analíticas y con estudios arqueológicos más precisos. Este primer avance está basado en una lectura superficial de los paramentos de la Torre, cuya imagen actual responde básicamente a reformas y restauraciones del siglo XX que en la mayoría de los casos enmascaran o remedan fábricas y elementos anteriores.

 

Estos trabajos de restauración arquitectónica han sido ejecutados por la empresa Rehabitec, y cuentan con la labor de una técnico arqueóloga, Gloria Galdeano. Para profundizar en el conocimiento científico e histórico del baluarte, el Conjunto tiene un acuerdo con el Departamento de Construcciones Arquitectónicas II y la Fundación de Investigación de la Universidad de Sevilla, quien ha llevado a cabo por un lado, el análisis de tres muestras de tapial con la finalidad de determinar las resistencias mecánicas a comprensión del baluarte, y el análisis de diferentes pruebas de Carbono 14, con la finalidad de datar cronológicamente, con la menor afección posible al bien, de los diferentes materiales empleados en su construcción. A su vez, el monumento cuenta con la colaboración del Instituto Universitario de Xeoloxía Isidro Parga Pondal de la Universidade da Coruña, quien ha llevado a cabo pruebas por datación por termoluminiscencia de la cerámica alojada en las diferentes fábricas del baluarte o elementos emergentes aledaños.

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