Historia Investigaciones

No es fácil encontrar un sitio prehistórico emblemático, de esos a los que llamaríamos "clásicos", cuya historiografía se remonte casi quinientos años atrás. El caso de la necrópolis megalítica de Antequera, por el contrario, es muy excepcional en este sentido, ya que, a juzgar por la información que poseemos hoy, puede decirse que sus dólmenes han sido conocidos ininterrumpidamente desde que se construyeron. El dolmen de Menga, en concreto, siempre estuvo abierto, denominándosele por ese nombre desde época incierta, ya que la primera vez que aparece escrita esta palabra es en un texto de puño y letra del obispo de Málaga, César Riario, en una carta suya fechada en 1530.

 

A lo largo del tiempo transcurrido desde entonces, los dólmenes antequeranos han centrado el interés de los prehistoriadores más insignes de cada momento como Cartailhac, Góngora, Siret, Gómez-Moreno, Mélida, Mergelina, Mortillet, Hemp, Paris, Obermaier, Leisner..., la flor y nata de la arqueología española y europea, lo que les otorga, en especial al de Menga, un valor de pasado equiparable al de otros monumentos megalíticos europeos de relevancia como los de Carnac o Stonehenge. Pinche aquí para ver la importancia de Menga en la historiografía del siglo XIX (en nueva ventana).

 

El estudio de las fuentes documentales ha sido estructurado en cuatro grandes bloques cronológicos, de los cuales los dos primeros se dedican exclusivamente a Menga ya que no será hasta principios del siglo XX cuando se descubran Viera y Romeral.

 

1530 / 1842. Etapa de Estudios Históricos y Crónicas 

Se inicia con la mención de la cueva de Menga en una licencia que el Obispo de Málaga realizó en 1530, y finaliza con Historia de Antequera y pueblos de la comarca, escrita por Cristóbal Fernández y publicada en 1842, pasando por Agustín de Tejada y Páez (racionero de la Catedral de Granada) y el reverendo Padre Maestro Fray Francisco de Cabrera entre otros.

 

Los trabajos de estos autores se centran en la descripción del dolmen de Menga mencionándose, desde 1587, la existencia de otro dolmen cercano a Menga, referencia clara del dolmen de Viera, a cuyo interior no se podía acceder "por estar fuertemente cerrado", dolmen que sería descubierto por los hermanos Antonio y José Viera en 1903, siendo conocido a partir de esta fecha como el dolmen de Viera.

 

1847 / 1898. Etapa de Estudios Protoarqueológicos (prearqueológica o de Arqueología Ilustrada)

Comienza con la publicación de la Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera escrita en 1847 por el arquitecto Rafael Mitjana y Ardison y finaliza con los planos y dibujos del dolmen de Menga, elaborados por Joaquín Fernández Ayarragaray en 1898.

 

A partir de este momento, diversos autores se basarán en la publicación de Mitjana para profundizar en sus estudios, como el caso de Eduardo Chao, miembro de la Sociedad Numismática y Arqueológica de la Biblioteca Nacional, de la Comisión de Monumentos Artísticos de la provincia de Málaga y Académico de la Real Academia de la Historia, en 1848; Lady Louisa Tenison en su viaje realizado a Andalucía a su paso por Antequera en 1852; Trinidad de Rojas en 1851 o Manuel de Assas, catedrático de Arqueología de la Universidad Central en 1857.

 

Será a partir de 1885 cuando se inicien los trámites administrativos para la declaración del dolmen de Menga como Monumento Nacional, llevada a efecto mediante Real Orden de 1 de junio de 1886.

 

En los momentos finales de esta etapa es de vital importancia la irrupción en el campo de la investigación de la documentación gráfica, integrada por planos, dibujos, grabados, pinturas y sobre todo por la aparición de la fotografía, de la cual se conservan magníficos ejemplos.

 

1905 / 1984. Etapa de Conservación, Protección e Investigación de los Dólmenes con fundamentos de la Disciplina Arqueológica

Arranca con el artículo titulado Arquitectura tartésia: la necrópoli de Antequera, de Manuel Gómez-Moreno Martínez para el Boletín de la Real Academia de la Historia de julio-septiembre de 1905, seguido de una serie de publicaciones elaboradas a partir de las investigaciones arqueológicas realizadas a lo largo de todo el siglo XX hasta llegar a 1984.

 

El descubrimiento de los dólmenes de Viera (1903) y El Romeral (1904) provocó la llegada de un gran número de investigadores nacionales e internacionales como Velázquez Bosco, Amador de los Ríos, Obermaier, Mortillet, Paris, Mergelina, Hemp, el matrimonio Leisner y Giménez Reyna.

 

En este periodo es cuando se realiza la declaración de Monumento Nacional de los dólmenes de Menga y Viera (1923). Por su parte, el tholos de El Romeral pertenece al Tesoro Artístico Arqueológico Nacional desde 1926 y en 1931 es declarado Monumento Histórico Artístico.

 

Manuel Gómez-Moreno Martínez inicia el desarrollo de la disciplina arqueológica aplicada a la investigación siendo precisamente en esta etapa cuando los estudios arqueológicos se acompañan de un nutrido aparato gráfico donde de forma retrospectiva se puede valorar las intervenciones y restauraciones efectuadas en cada uno de ellos.

 

1985 / Actualidad. Etapa de gestión de la Junta de Andalucía

Durante este periodo se pone de manifiesto la preocupación de la Junta de Andalucía por la protección, conservación y difusión de los Dólmenes de Antequera. Entre sus actuaciones se encuentra el fomento y desarrollo de una serie de proyectos de investigación en colaboración con distintas universidades andaluzas como Málaga, Granada y Sevilla.

 

La etapa más moderna de la investigación arqueológica dio comienzo en la década de los 1980 con los estudios realizados por Ignacio Marqués Merelo y José Enrique Ferrer Palma, profesores de la Universidad de Málaga. En esos mismos años, las excavaciones realizadas por la Universidad de la Laguna en la cercana Cueva del Toro permitieron obtener evidencias relativas a la forma de vida de las primeras poblaciones agrarias de la región.

 

Entre los años 2004 y 2007 las universidades de Granada y Sevilla realizaron nuevas investigaciones. Por una parte, el estudio geoarqueológico y la re-excavación de Menga dirigida por el profesor Francisco Carrión Méndez proporcionó una perspectiva completamente nueva del diseño y proceso constructivo de Menga, en la que destaca especialmente el re-descubrimiento del pozo. Por otra parte, las prospecciones dirigidas por los profesores Leonardo García Sanjuán y David Wheatley permitieron comenzar a comprender el contexto territorial y paisajístico en el que se insertaron los dólmenes en la Prehistoria, y en el que el vecino sitio de la Peña de los Enamorados jugó un papel muy especial.

 

Después de estos importantes trabajos, cabe destacar la aportación historiográfica de la publicación Dólmenes de Antequera. Tutela y Valorización Hoy, que tiene a su favor el haber contado con la posibilidad de incluir nuevos datos a partir de la Compilación Bibliográfica y Documental de los Dólmenes de Antequera, llevada a cabo por el Centro de Documentación del Conjunto Arqueológico, una labor que ha servido para inventariar, clasificar y digitalizar todas las obras que han tocado de una u otra manera el tema de la necrópolis de Antequera.