Historia Investigaciones

Tras algunas centurias de abandono y de pérdida de referencias fidedignas acerca de Itálica, en el siglo XVI comienza a recuperarse la memoria de esta ciudad romana. Poco después, ya en el XVII, inicia su actividad uno de los personajes que más ha hecho por el descubrimiento de la ciudad: el poeta y erudito Rodrigo Caro.

Este proceso de recuperación continúa en la centuria siguiente. Entre otros estudios sobre la ciudad romana, destaca la obra de fray Fernando de Zevallos, prior del vecino monasterio de San Isidoro del Campo, quien escribe La Itálica, documento principal para el conocimiento del estado de nuestra ciudad en esa época. A finales de siglo excava Francisco de Bruna en el yacimiento, aportando una valiosa información y logrando los primeros hallazgos escultóricos de gran entidad.

En el siglo XIX, dejando de lado las excavaciones sin control llevadas a cabo por ingleses y franceses durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), son los viajeros románticos los que se ocupan de rescatar del olvido los vestigios de la colonia romana. A mediados de siglo, Ivo de la Cortina lleva a cabo una serie de intervenciones oficiales y José Amador de los Ríos denuncia el expolio continuado que se opera, desde hace más de cien años, en el anfiteatro y en otros edificios de notable entidad. Tras esto, Demetrio de los Ríos, otro de los referentes fundamentales en el conocimiento de Itálica, se hace cargo de las excavaciones programadas por la Diputación Arqueológica.

El siglo XX comienza con la declaración de Monumento Nacional para Itálica y su anfiteatro, en 1912. Se crea también la Junta Superior de Excavaciones, lo que viene a racionalizar las actuaciones en los sitios arqueológicos y, como consecuencia, a impulsar la recuperación definitiva de nuestra ciudad romana.

A lo largo del siglo se suceden las investigaciones. Primero fueron los estudios de Rodrigo Amador de los Ríos en el anfiteatro y, a los pocos años, la investigación de Andrés Parladé en las casas y calles de la ciudad. Le siguieron Juan de Mata Carriazo, así como Francisco Collantes de Terán, que supuso un hito en la documentación y la conservación de Itálica. Antonio García y Bellido publicó una excelente monografía en 1960, imprescindible incluso hoy día para el conocimiento de muchos aspectos de la ciudad romana.

En los últimos años del siglo, antes de la declaración de Conjunto Arqueológico promovida por la Junta de Andalucía, diversos investigadores se hacen cargo de las intervenciones en Itálica: José María Luzón, Manuel Pellicer, Pilar León, Alfonso Jiménez y Ramón Corzo. Desde 1989 es la propia Consejería de Cultura, a través de la Dirección del Conjunto Arqueológico, la que vela por el progreso de la zona arqueológica en los ámbitos de protección, investigación, conservación y difusión.