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Mi Pieza Favorita

Dintel visigodo por Maria Van den Eynde, Directora del Festival Internacional de las Flores, FLORA

Dintel visigodo

Por Maria Van den Eynde, Directora del Festival Internacional de las Flores, FLORA

 

Realmente, yo no sé mucho de arqueología. Lo que enseñan en la escuela y la propia inquietud, nivel usuario, de una, que de vez en cuando visita museos. Pero comenzaré por lo fácil, que es la descripción técnica de la pieza, y luego ya veremos qué sale.


La pieza que he elegido, según figura en el catálogo de piezas del Museo Arqueológico de Córdoba, es un "dintel de puerta realizado en mármol color blanco. La decoración de la pieza se sitúa en la cara frontal, realizada mediante talla a bisel. Esta consiste en tres círculos tangentes. El central alberga una cruz patada con alfa y omega. Los círculos laterales presentan decoración de carácter vegetal a modo de flor con cuatro pétalos, de los cuales nacen tallos que forman palmetas. Los tres círculos se encuentran delimitados por una cinta con perlas y unos listeles dobles".
 

De la pieza, entonces, me llama la atención - cómo no - la sencilla flor de cuatro pétalos que forma parte de la decoración del dintel.

Por supuesto, hay infinidad de flores de cuatro pétalos, pero si me dejo llevar por la imaginación voy a pensar que la flor que decora el dintel es un alhelí, una flor sencilla, simple, pero dura, aromática y muy presente en nuestra cultura. Además, puedo contar alguna cosa sobre los alhelíes.

Puedo contar, por ejemplo, que en la Edad Media los juglares solían llevar un alhelí en la solapa. El origen de esta costumbre es una leyenda medieval maravillosa con princesa, castillo y final trágico. Ella estaba comprometida con un príncipe rico y poderoso, obligada por su padre a casarse y aumentar el patrimonio familiar. Pero amaba en secreto a un juglar que cantaba romances en el castillo. Una noche, el juglar le propuso un plan de fuga que la princesa, por supuesto, aceptó. El día de la huida el juglar se plantó bajo la ventana de la princesa. Ella, en señal de que estaba preparada, le lanzó un ramito de alhelíes; tendió una cuerda para bajar por el muro del castillo y, a mitad del descenso, la cuerda se descolgó. La princesa cayó y murió junto al muro. Su cuerpo se convirtió en un alhelí, y por esto es que los alhelíes crecen, entre otros sitios, en los muros de edificios antiguos.

Puedo contar, también, que el Diccionario de símbolos de Cirlot arranca su definición de flor diciendo que, por su naturaleza, es "símbolo de la fugacidad de las cosas, de la primavera y de la belleza". Y no hay nada más barroco -simbolizado muchas veces por una calavera o una flor- que el tempus fugit. Uno de los temas del cordobés Luis de Góngora, que en la letrilla Aprended, flores, en mí, habla de la fugacidad de la vida a través de las cualidades de varias flores, entre ellas, el alhelí, que junto con el ejemplo del girasol, es de las flores más recias y que más tiempo duran:

 

El alhelí, aunque grosero

en fragancia y en color,

más días ve que otra flor,

pues ve los de un mayo entero:

morir maravilla quiero

y no vivir alhelí.

Aprended, flores, en mí

lo que va de ayer a hoy,

que ayer maravilla fui,

y hoy sombra mía aun no soy.

 

Y como si yo misma terminara con un lance taurino, algo que no he hecho en mi vida, pienso en unos versos del archifamoso romance de Federico García Lorca Muerte de Antoñito el Camborio, que sucede en la sierra de Benamejí:

 

Cuando las estrellas clavan

rejones al agua gris,

cuando los erales sueñan

verónicas de alhelí,

voces de muerte sonaron

cerca del Guadalquivir.

 

En resumen, como decía Bataille en El lenguaje de las flores, "lo que afecta a los ojos humanos no determina solamente el conocimiento de las relaciones entre los diferentes objetos, sino también cierto estado mental decisivo e inexplicable". Es decir, cuando admiramos una flor vemos dos cosas: lo biológico, la parte concreta de una planta, lo que vemos con los ojos; y la asociación de ideas, la representación de conceptos que, a cada cual, le trae el objeto observado, lo que vemos con la mente. En mi caso, el alhelí no puede ser más obvio: belleza, muerte y amor.

 

Más información en la ficha de inventario.

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